[responsivevoice_button voice="Spanish Latin American Female" buttontext="Escucha la nota"] Dra. Sandra Castro Berna, académica de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad Católica del Maule, Sede Curicó. El día de la Madre sin duda será un día en que podremos desplegar toda la ternura que la pandemia nos negó durante dos años, tenemos más libertar para acercarnos a nuestros seres queridos, no serán solo las impersonales videollamadas, los saludos podrán se presenciales, desayunos en la cama, almuerzos familiares, mayor afluencia de público a los locales comerciales, para agasajar a quiénes nos proporcionaron la vida y nos han entregado su amor e innumerables muestras de éste. Además, este año será la oportunidad de los más chiquitos, que a escondidas las sorprenderán con una fotografía con una delicada sonrisa, una hermosa tarjeta hecha con sus manos, con el característico corazón representando el más absoluto amor por su progenitora. Dentro del maravilloso amor que una madre siente por sus hijos(as) está también la preocupación por ellos, algunos signos de temor e inseguridad a la hora de la crianza, sobre todo aquellas que lo son madres por primera vez. El querer dar y hacer lo mejor por los hijos(as) a veces suma angustias y estrés frente a si se está haciendo lo correcto. ¿A quién le enseñaron a ser madre?, ¿quién a dimensionaron la responsabilidad de serlo?, la vivencia nos enseña a que el apoyo de una madre es crucial para los hijos(as) que deben aprender a actuar y desenvolverse en la vida, y lo importante que es ser un modelo adecuado para ellos(as) ya que desde pequeños actuaran primeramente imitando el comportamiento de otros, sobre todo de los adultos significativos en su vida de los que esperan aprobación. A todos los cuidados y enseñanzas básicas de una madre le sumamos la trasmisión de seguridad en sí mismos, el valor que tienen como persona, acentuándose en la etapa infantil que están en pleno desarrollo, madurez y formación, pues necesitan de mucha dirección. En estos días es transcendental brindarles mayor atención y apoyo, más tiempo y dedicación; ya que se les ha dificultado llevar una buena convivencia con otros, luego de tanto tiempo en confinamiento y en otros casos, los niños(as) no tuvieron la oportunidad de socializar hasta llegar al colegio y se enfrentaron a realizar sus juegos con los demás y hacer tareas escolares por primera vez o a reiniciar sus hábitos. La tarea de una madre sería, reforzar o encaminar a los más pequeños con cariño hacia el respeto, la calidez, la participación, la comprensión de las normas que regulan las interacciones sociales y como practicar una convivencia democrática, la figura materna es significativa, vínculo seguro y modelo a seguir, que favorece que los hijos(as) para desenvolverse eficazmente y bajar los niveles de ansiedad al ajustarse a la rutina después del confinamiento. Amar no es aceptar todo, sino que corregir, guiar y enseñar: Fomentemos la responsabilidad. Comprendamos sus necesidades según su edad y no demos más de lo que necesitan. Conversemos en la seguridad de la familia. Destaquemos los esfuerzos, evitemos las recompensas u obsequios para que no se transforme en actuar por obtener algo a cambio. Acompañemos y/u orientemos cuando afronten situaciones de la vida diaria como conflictos con otros. Valoremos la generación de límites, normas y reglas que a corto plazo les permitan a los niños(as) un comportamiento social adecuado, ya que ellos(as) no saben medirse, e insiste en hacer su voluntad. “Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.