[responsivevoice_button voice="Spanish Latin American Female" buttontext="Escucha la nota"] Dra. Sandra Castro Berna, académica Escuela Educación Parvularia, Universidad Católica del Maule, sede Curicó. En el contexto del Día de la Educación Parvularia es necesario poner en relevancia el rol que esta profesión tiene en el desarrollo de niñas y niños. En el marco de la Ley N° 20.370 (Ley General de Educación) se explicitan los objetivos generales para el nivel de Educación Parvularia. En el Art. 18 se menciona que la Educación Parvularia es el nivel educativo que atiende integralmente a niñas y niños, desde su nacimiento hasta su ingreso a la educación básica, sin constituir antecedente obligatorio para ésta, a fin de favorecer de manera sistemática, oportuna y pertinente, el desarrollo integral y aprendizajes relevantes y significativos, apoyando a la familia en su rol insustituible de primera educadora. Así el Art. 28 indica que fomenta el desarrollo integral de los niños(as) y promueve aprendizajes, conocimientos, habilidades y actitudes que les permitan, por ejemplo: a valerse por sí mismos en el ámbito escolar y familiar, al autocuidado y cuidado de los otros y del entorno, apreciar sus capacidades y características personales, a desarrollar su capacidad motora, a relacionarse, a desarrollar actitudes de respeto y aceptación de la diversidad social, étnica, cultural, religiosa y física, a comunicarse por medio del lenguaje verbal y corporal, a resolver problemas cotidianos simples, a explorar el medio natural y social apreciando su riqueza, a desarrollar su creatividad, a expresarse libre artísticamente, entre otros. La Educación Parvularia enmarca sus lineamientos en principios y valores inspirados en la Constitución Política del Estado, la Ley General de Educación y el ordenamiento jurídico de la nación, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niño (ratificados por Chile). La importancia de este nivel educativo radica principalmente en que el bebé desde que nace trae consigo una gran cantidad de posibilidades, posee innumerables células cerebrales o neuronas las cuales benefician su desarrollo constante y progresivo; pero los aprendizajes se logran a través de las múltiples oportunidades que se le presentan. La educadora de párvulos está capacitada para reconocer dichas posibilidades y transformarlas en un recurso para lograr situaciones educativas que beneficien la mayor cantidad de experiencias. Verá posibilidades en el bebé o niño(a) y no limitaciones para el desarrollo de dicho ser bebé o niño(a). El ser humano nace con un cerebro inmaduro, por ejemplo: no es capaz de caminar ni alimentarse por sí mismo. Pero a largo plazo, éste le permitirá mayores capacidades futuras como la de desarrollar su inteligencia, creatividad, numerosas habilidades y destrezas variadas. El cerebro evoluciona de manera sorprendente en los primeros años de vida, ya que tiene mayor plasticidad, es decir, se establecen una gran cantidad de conexiones entre neuronas, evento que sucede hasta los 6 años de edad aproximadamente. De ahí la necesidad de una intervención educativa en primera instancia, informal de los padres y una educación formal, encargada de la profesional de Educación Parvularia. La atención de la educadora de párvulos, proporciona sistemáticamente al niño(a) las mejores oportunidades en cuanto a condiciones y acciones suficientes y necesarias para su etapa de desarrollo; logrando un desarrollo integral, que consiste en el desarrollo físico y motriz, intelectual, emocional y social del niño(a) que le permitan adaptarse y adecuarse a su ambiente; el propiciar, fortalecer y desarrollar en forma adecuada y oportuna sus potencialidades también favorecerá y generará el interés por aprender, para ello la forma más eficaz es realizando actividades en conjunto que estén basadas en el juego. Las oportunidades que se mencionan anteriormente, se pueden proporcionar a los bebés, niños y niñas, como se indica, por medio de la utilización e invención de juegos. Ya que el juego es el medio de aprendizaje efectivo para los infantes, el juego es una actividad innata del ser humano, es una necesidad propia de cada ser, se da en forma espontánea y natural, constituyendo parte importante en el desarrollo integral de los niños y niñas. “Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.