Esta cuarenta es la oportunidad ideal para enseñar a los niños hábitos de higiene que deben ser permanentes
[responsivevoice_button voice="Spanish Latin American Female" buttontext="Escucha la nota"]
Columna de opinión de Dra. Sandra Castro, académica de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad Católica del Maule, sede Curicó.
Estas semanas hemos escuchado muy seguido de cuán importante es lavarse las manos con abundante jabón y agua o usar alcohol gel, para prevenir el contagio del Coronavirus (Covid-19). Pero estos hábitos no son pasajeros, son hábitos que deben inculcarse desde pequeños y para toda la vida.
Se destacan tres hábitos que podrían hacer la diferencia:
Primero, lavarse las manos. Al iniciar el hábito, es necesario demostrarles cómo hacerlo correctamente, acompañar a los niños(as) en el lavado, estimular la acción y siempre siendo el modelo. Recordar cada vez que se ensucian las manos o a la hora de ir a comer; siempre tener una actitud atenta y positiva frente a esta acción y a la de los demás. A los más pequeños se les puede felicitar cuando logran lavarse solos, sin importar si lo hacen bien o no, felicitar si lo recordó, aunque sea con una ayudita.
Asimismo, entregar unos minutos placenteros, de manera que disfrute lo que hace, sean pacientes si consumen un poco más de agua o exceso de jabón, tiran agua o soplan las burbujas. También se les puede cantar sus temas favoritos mientras se asean; los padres en complicidad pueden usar estas estrategias que son más divertidas.
Al ingreso de los niños(as) a escuela o jardín infantil, es necesario recordarles que están expuestos a los contagios; y recalcar lo importante de la reproducción del lavado.
Lo segundo, las uñas cortas y aseadas. El adulto puede vigilar el crecimiento y enseñar a los niños(as) que soliciten el corte (si no lo pueden hacer) cuando asomen por la yema de los dedos, así se evitara el riesgo de contagios y accidentes con otros niños.
Tercero y último, taparse la boca para toser o estornudar, o usar pañuelos desechables y tirarlos luego de usarlos. De no contar con pañuelos, hacerlo con la parte interna del codo.
Un hábito se genera con el tiempo y la constancia, para que una acción se transforme en hábito debe ser repetida muchas veces, solo así se integrará en la rutina diaria se hará costumbre y perdurará durante toda su vida.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.