[responsivevoice_button voice="Spanish Latin American Female" buttontext="Escucha la nota"] Dra. Sandra Castro, académica de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad Católica del Maule (UCM), sede Curicó. Este 22 de noviembre se celebra el “Día de la Educación Parvularia y de la Educador(a) de Párvulos”. La relevancia de este nivel educativo lo encontramos explícitamente en la Ley N° 20.370, que lo define como el nivel educativo que atiende integralmente a niñas y niños, desde su nacimiento hasta su ingreso a la educación básica, a fin de favorecer de manera sistemática, oportuna y pertinente, el desarrollo integral y aprendizajes relevantes y significativos, apoyando a la familia en su rol insustituible de primera educadora. También es importante resaltar que sus lineamientos se enmarcan en principios y valores inspirados en la Constitución Política del Estado, la Ley General de Educación y el Ordenamiento Jurídico de la Nación, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niño ratificados por nuestro país. El ser humano nace con un cerebro inmaduro, desprovisto por ejemplo de habilidades y destrezas para caminar o alimentarse por sí mismo; pero a largo plazo, éste le permitirá mayores capacidades como la de desarrollar su inteligencia, creatividad, numerosas habilidades y destrezas. El cerebro evoluciona de manera sorprendente en los primeros años de vida, ya que tiene mayor plasticidad, es decir, se establece una gran cantidad de conexiones entre neuronas (hasta los 6 años aprox.), razón por la cual la necesidad de una intervención educativa oportuna, en primera instancia la de los padres y a la par con una profesional de Educación Parvularia, es imperiosa. El o la bebé trae consigo innumerables células cerebrales o neuronas las cuales benefician su desarrollo constante y progresivo; pero los aprendizajes se logran a través de las múltiples oportunidades que se le presentan sistemáticamente, para ello el educador(a) de párvulos, es el o la profesional competente para potenciar y beneficiar óptimamente el desarrollo y formación de los infantes. La atención del educador(a) de párvulos, proporciona pedagógicamente al niño(a) las mejores oportunidades en cuanto a condiciones, recursos y acciones suficientes y necesarias para su etapa de desarrollo; logrando dicho desarrollo de manera integral y armónica consistente en lo físico y motriz, intelectual, emocional y social del niño(a) que le permitirán adaptarse y adecuarse a su entorno. A esta edad los niños y niñas necesitan ser guiados para generar interés por hacer y aprender, para ello la forma más eficaz es realizando experiencias de aprendizajes basadas en el juego. Ya que el juego es un recurso infalible, es una actividad innata del ser humano y aporta gran beneficio a los infantes. El juego es el medio de aprendizaje que se da en forma espontánea y natural, constituyendo parte importante al sano y adecuado crecimiento. El o la educador(a) de párvulos promueve, actitudes y habilidades que les permitirán, por ejemplo: a valerse por sí mismos en el ámbito escolar, familiar y social, al autocuidado y cuidado de los otros y del entorno, apreciar sus capacidades y características personales, a desarrollar su capacidad motora, a relacionarse, a desarrollar actitudes de respeto y aceptación de la diversidad social, étnica, cultural, religiosa y física, a comunicarse por medio del lenguaje verbal y corporal, a resolver problemas cotidianos simples, a explorar el medio natural y social apreciando su riqueza, a desarrollar su creatividad, a expresarse libre artísticamente, entre otras múltiples habilidades. “Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.