Vacaciones de Invierno: Conectados sin estar conectados. El desafío de jugar con los pequeños/as sin pantallas - Universidad Católica del Maule
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Vacaciones de Invierno: Conectados sin estar conectados. El desafío de jugar con los pequeños/as sin pantallas

Vacaciones de Invierno: Conectados sin estar conectados. El desafío de jugar con los pequeños/as sin pantallas
6 Jul 2023

“No es posible tener tiempo sin disposición y viceversa. Ambos son requerimientos a la base de lograr jugar y divertirnos” explicó el Dr. Jaime Balladares, académico de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile e investigador Adjunto del Núcleo Milenio para la Ciencia del Aprendizaje (MiNSoL) del cual es parte la Universidad Católica del Maule.

Con frecuencia y algo de desazón es posible observar que niños pequeños (menores de 6 años) utilizan dispositivos móviles (i.e. smartphones, tablets, etc) con una frecuencia bastante alta a lo largo del día. Los datos en el año 2015 mostraban, que prácticamente todos los niños de 4 años utilizan dispositivos móviles (96.6%), y que la mayoría de ellos comienza a usarlos antes del primer cumpleaños. Cuando se les pregunta a los padres los motivos, se suele señalar que estos se usan para mantenerlos tranquilos (65.0%) y un tercio de ellos los usan antes de ir a dormir. La aun escasa evidencia sobre este tema muestra que el uso excesivo de estos dispositivos está asociado con una pobre salud mental en niños y adolescentes.

“La evidencia científica sugiere que niños pequeños deberían pasar gran parte (si no todo) el tiempo jugando (en sus casas, jardines y colegios). Lamentablemente, los datos en nuestro país muestran que, en salas de PreKínder y Kínder, apenas un 4% del tiempo efectivo de clases, se destina a juegos” explicó Balladares, doctor en Educación de University College London (UCL) – Institute of Education (IoE), Londres, Reino Unido.

Ante este escenario, no basta solo con demonizar los dispositivos electrónicos, y subrayar sus efectos nocivos si no tenemos planes alternativos a ellos. Volver a jugar, utilizando materiales de la casa, o desempolvando viejos dispositivos como cartas y tableros puede llegar a ser una solución perfecta y práctica. En Chile, se demostró que cuando los niños están jugando se involucran más activamente en lo que realizan, y muestran un mejor humor, tanto ellos como los adultos que participan en el juego. Para que esto sea óptimo, no basta solo con darles a los niños “materiales” de juego, si no que lo más importante jugar con ellos y enseñarles las reglas, que nuestra generación casi de manera indirecta aprendimos mirando a adultos (padres, tíos/as) jugar.

Tiempo, disposición y constancia

Tiempo, disposición y constancia pueden considerarse elementos clave para volver a jugar con nuestros niños/as en la casa. Vacaciones de invierno supone además un espacio ideal para comenzar con esto. Tiempo y paciencia es el primer componente para volver a jugar. “En nuestra experiencia implementando juegos en salas de PreKínder y Kínder en colegios, uno de los principales desafíos que encontramos, es que desafortunadamente los niños no saben jugar con adultos, no tienen la noción de turnos, ni tampoco conocen juegos colaborativos (en que, en vez de competir, nos unamos para un propósito)” explicó Balladares quien es Investigador responsable del Proyecto FONDECYT de iniciación 11220812 en implementación y evaluación de juegos reglados.

Agregó también que “enseñar a los niños a jugar requiere tiempo y paciencia de nuestra parte. Por contraparte, una vez que los niños aprenden la mecánica de los juegos, desarrollan un mejor sentido del humor, y pueden aprender a manejar de mejor forma su frustración en un espacio seguro para ellos”.

El segundo requerimiento, en línea con el primero es tener disposición a jugar. No es posible tener tiempo sin disposición y viceversa. Ambos son requerimientos a la base de lograr jugar y divertirnos. La disposición es en simple tener ánimos de jugar, y mostrarse disponible para esto. En el caso de juegos de tablero, implica por ejemplo jugar a nivel de suelo con los niños, interesándonos genuinamente en lo que a él o a ella le está pasando, alegrarnos por sus logros y aciertos y acompañarlos cuando algo les cuesta o frustra. El juego además permite que padres/familiares/cuidadores, tengan una buena excusa para hablar más allá de lo que está pasando en el juego, y por tanto reforzar los vínculos socioafectivos, que son tan importantes en estas edades.

Finalmente, integrar el juego en nuestras vidas, de manera constante y no como un episódico extraño y distante, no sólo le va a permitir a los niños/as pasarla mejor, sino que a nosotros mismos nos dará un espacio para poder conectarnos de verdad con algo que a ello podría gustarles e interesarles, sin la necesidad de utilizar dispositivos electrónicos.

La tarea es desafiante, pero tiene asociados prácticamente sólo beneficios, tanto para los niños como en el fortalecimiento de los vínculos. Si nosotros jugamos en nuestra niñez, ¿por qué no permitirles este espacio a quienes más queremos?

 

Crédito: MinSol.

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