UNA JOYA DE MAZAROZ EN HUILQUILEMU
Aparador construido en Francia en 1873 por Jean Paul Mazaroz, es una de las joyas de la colección de mobiliario doméstico que conserva el Museo de la Villa Cultural Huilquilemu.
(Publicado originalmente en Diario Talca)
Destaca desde la fundación de la Villa Cultural Huilquilemu el año 1975, la destinación de espacios habilitados para custodiar las piezas y objetos de valor histórico, social, estético y religioso. La colección se formó entre la segunda mitad de la década del 70 y la década de los 80. Tiene el mérito que se hace con una activa participación de la comunidad del Maule. Está conformada por más de 2.000 piezas. Entre ellas se cuentan textiles litúrgicos, pinturas, artes decorativas, objetos litúrgicos, imaginería religiosa, artesanía chilena y latinoamericana, mobiliario religioso y doméstico.
La colección de mobiliario doméstico que conserva el museo cuenta con 57 piezas, las que en general son de formato grande y elaboradas con diferentes tipos de madera; material que se utiliza tanto por sus características de resistencia, firmeza y flexibilidad como las de durabilidad, capacidad aislante y facilidad para ser trabajada. La mayoría de los muebles de la colección fueron recopiladas por medio de gestiones realizadas por Hernán Correa de la Cerda, contactando para ello, a familias adineradas de la zona y de otros lugares del país. Por tanto, las piezas dan cuenta de las formas de vida de la élite talquina, de la región y el país; del modo de relacionarse y de habitar el espacio doméstico.
Al revisar los archivos del museo es posible dar con los documentos que respaldan la mayoría de dichas donaciones. Además, coincide con la versión oral de los trabajadores del museo, que, en aquel tiempo, acompañaron a Correa de la Cerda en las labores de acopio de piezas para la naciente Villa Cultural y Museo.
Hasta el terremoto de 2010 todos los objetos de la colección hacían parte de la exhibición permanente del Museo. Desde entonces está almacenada en diferentes salas del inmueble, dado que, una vez ocurrido el sismo, algunos objetos permanecieron en su ubicación original, mientras que otros, necesariamente fueron trasladados a las salas que sufrieron menos deterioro.
Dentro del mobiliario doméstico que conserva el museo, llama especialmente la atención la existencia del cuerpo inferior de un aparador elaborado en madera de nogal. Sobre este cuerpo inferior, se sustentaba una enorme vitrina que completaba el conjunto. Según datos recopilados por la conservadora e historiadora del arte, Gisella Morety, se trata de un destacado ejemplar del arte de la ebanistería y los muebles con firma de la segunda mitad del siglo XIX. Este mueble es obra del ebanista francés Jean-Paul Mazaroz (1823 – 1900), quien fue el proveedor predilecto de Napoleón III. Mazaroz, fue el primero en introducir máquinas para la fabricación de gabinetes en Francia, y por ello gustaba de llamarse a sí mismo un “artista industrial”. Esto queda de manifiesto en este mobiliario, ya que, en la zona posterior, lleva adherida una placa de bronce que tiene inscrito el nombre del autor y bajo él, el calificativo de “Artiste Industriel”. Además, dicha placa, destaca la participación del ejemplar en la Exposición Universal de Viena de 1873.
Este valioso ejemplar, que si bien es cierto no está completo, llegó a Huilquilemu procedente de la Pontificia Universidad Católica de Chile el año 1977. La presencia de este tipo de mobiliario en nuestro país, es un ejemplo representativo de la preponderancia del gusto francés en la élite chilena de mediados del siglo XIX.
En este aparador, destacan cuatro volúmenes con forma de toro, los que, además de dar soporte y estructura, dividen el mueble ornamental y funcionalmente. Al centro, se observa un friso decorativo de inspiración griega, en el que se retrata parte del mito de Hércules, quien se enfrenta a Hera, esposa de Zeus. La zona correspondiente a este friso es una puerta abatible que se introduce hacia el interior por la parte superior. A los costados, dos puertas curvas llevan tallados unos jarrones con parras y uvas. En su interior, el mueble posee un número de fábrica y la firma de su autor.
Esta valiosa pieza, así como el resto de la colección del museo, esperan de manera silente la ejecución de las labores de restauración del inmueble patrimonial y su apertura, para que la comunidad vuelva a tener acceso y disfrutar del espacio y los tesoros que conserva.
Crédito: Ana María González Yévenes, encargada de la Villa Cultural Huilquilemu de la Universidad Católica del Maule.