Si tuvo Covid-19 o quiere protegerse contra el virus, una visita al nutricionista puede marcar la diferencia
Una adecuada alimentación, adaptada a las necesidades fisiológicas de una persona, puede favorecer, proteger o prevenir enfermedades.
Mucho se habla de la forma en la que se transmite el COVID-19 y del número de contagiados, sin embargo, muy pocas veces se aborda una situación de fondo qué dejó a la población chilena particularmente vulnerable en esta pandemia: la alimentación y cómo esta puede convertirse en un escudo contra el virus.
Sebastián Cofré, académico de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica del Maule (UCM), es enfático al decir que “por medio de la ingesta de alimentos que contienen nutrientes, estos van a favorecer, prevenir o proteger nuestra salud dependiendo de nuestra condición fisiológica”, dijo.
Una alimentación equilibrada, balanceada que responda a las necesidades energéticas de cada persona, es clave. Algo que se dice fácil, pero que, en la práctica, ha resultado complejo para la población, prueba de ello son las altas cifras de enfermedades cónicas en el país. De hecho, el 10% de la población es diabética. ¿Cómo lograrlo entonces?
El académico explicó que lo primero que se debe tener en cuenta es que la evidencia científica ya descartó que el COVID-19 se transmita por los alimentos. Para aquellos que aún permanecen invictos en esta crisis sanitaria, Cofré advirtió que “no todos los alimentos sirven, hay algunos que promueven procesos inflamatorios como la comida chatarra, frituras, alimentos ultraprocesados, azúcares o todo alimento que tenga más de dos o tres procesos para aumentar su durabilidad. Estos nos perjudicarían eventualmente”, sostuvo.
Fruta, verdura y legumbre
Por otro lado, otro grupo de alimentos nos pueden proteger porque favorecen una respuesta inmunitaria como “la fruta, la verdura, alimentos ricos en fibra como las legumbres, aquellos ricos en omega 3 como el pescado, algunos tipos de semilla como la linaza, la chía y el sésamo”, indicó.
“Nuestro organismo, al consumir alimentos ricos en azúcares tienden a generar problemas metabólicos, sobre todo por la acción que genera la insulina en el páncreas. Una acción prolongada en el tiempo y acompañada de bajo nivel de actividad física, fumar, dormir mal o estrés, el cuerpo va entrando en un proceso de inflamación generalizado en el que las células empiezan a generar factores proinflamatorios”, explicó. Estas son las llamadas citoquinas que, según los estudios mundiales, se presentan en gran cantidad en pacientes graves enfermos por COVID-19 y también pueden desencadenar enfermedades cardiovasculares.
Para evitarlo, verduras y frutas crudas con alto contenido de fibra son claves contra ese proceso inflamatorio sistémico. Sin embargo, acudir a un especialista que guíe adecuadamente un patrón alimenticio, puede marcar la diferencia. “El nutricionista puede apoyarnos en cualquier etapa, desde la prevención, en el diagnóstico de la enfermedad o en la fase de tratamiento. Siempre es recomendable asesorarnos con personas competentes y que tengan las certificaciones adecuadas”, señaló.
No solo las personas sanas deberían acudir a un nutricionista, quienes estuvieron contagiados “sería ideal que siguieran con acompañamiento profesional para suplir eventuales déficits de nutrientes que pudo haber generado el proceso infeccioso porque se sabe y está estudiando que un porcentaje importante de los casos graves tienen comorbilidades como diabetes, obesidad severa e hipertensión”, dijo.
Sin embargo, así como las vacunas no pueden ser el único pilar de combate de la pandemia, la alimentación por sí sola, no logrará el efecto adecuado. “Debemos dejar claro que esto es un conjunto de factores, no solo la alimentación ayuda, también lo hace la actividad física, el bienestar emocional, la higiene del sueño y, en general, nuestro estilo de vida, debe ser sumamente cuidado y estar en equilibrio”, advirtió el experto.