“SIN CIUDADANOS DEMOCRÁTICOS NO HAY DEMOCRACIA POSIBLE”: ACADÉMICO UCM REFLEXIONA SOBRE LA FORMACIÓN CIUDADANA EN CHILE
La formación ciudadana se ha instalado en el debate público y académico como un pilar fundamental a la hora de promover la democracia. Uno de sus objetivos es establecer espacios que favorezcan el desarrollo de ciudadanos y ciudadanas con autonomía y pensamiento crítico, principios éticos, interesados en lo público, capaces de construir una sociedad basada en el respeto, la transparencia, la cooperación y la libertad. Pero, ¿cómo está la formación ciudadana en el Chile de hoy? El Dr. Cristhian Almonacid Díaz, director del Magíster en Ética y Formación Ciudadana de la Universidad Católica del Maule, reflexiona al respecto en esta entrevista.
Profesor, para comenzar, nos gustaría que pudiese reflexionar sobre ¿qué se entiende por formación ciudadana?
Es un campo de intervención e investigación, principalmente educativa pero no excluyente, que puede abordarse desde múltiples tradiciones y enfoques. Digo no excluyente, porque el concepto de “formación” permite ampliar su horizonte más allá de la educación formal para extenderse también a la educación no formal. Mientras que el concepto “ciudadana” incorpora un sentido proyectivo, es decir, los niños y jóvenes necesitan prepararse en su condición de ciudadanos, pero también añade un sentido de actualidad: la ciudadanía, presente en sus múltiples expresiones y manifestaciones asociativas, necesita pensarse para comprender su rol y participación en el sostenimiento de las instituciones y la transformación democrática de sus espacios inmediatos. En todos estos ámbitos, la razón de ser de la formación ciudadana es educar y promover un pensamiento crítico que permita tomar conciencia de la responsabilidad ciudadana y la participación democrática en la organización sociopolítica de nuestra sociedad.
Formación ciudadana hoy, ¿Chile está al debe?
Desde el año 2016, gracias a la ley 20.911, la formación ciudadana ha entrado con fuerza a través de orientaciones curriculares para todo el sistema escolar. Eso es muy interesante como fenómeno político-educativo, porque de alguna manera permite recuperar un espacio formativo que se perdió cuando en el año 1997 la asignatura de educación cívica fue eliminada del sistema escolar, para quedar restringida a la forma de objetivo transversal. Esta decisión produjo, a mi modo de ver, un vacío de casi 20 años en la educación del sentido de participación y responsabilidad de ciudadanos que, justamente hoy, deben tomar decisiones importantes para el país. Un nuevo impulso a la formación ciudadana puede significar un renovado fortalecimiento de la democracia y la deliberación pública futura.
¿Y cómo podemos fortalecer la formación ciudadana en Chile?
Antiguamente, lo que se llamaba “educación cívica” consistía en que los estudiantes conocieran el funcionamiento de las instituciones y las leyes, los deberes y derechos ciudadanos. Se trataba de un enfoque principalmente mínimo y reproductivo de lo ya existente en el sistema político. Mientras que la “formación ciudadana” posee un enfoque más amplio, porque pretende promover valores democráticos, lo que incluye desarrollar competencias para pensar el sistema de organización política en su fase productiva, es decir, promoviendo la búsqueda de mejoras a lo existente. Estas habilidades críticas generan nuevas comprensiones de la convivencia, predispone al diálogo y capacita para el reconocimiento de la diversidad, develando la importancia de la participación en la vida democrática a lo largo de la trayectoria escolar, pero también en la vida cívica. En este sentido, si se trata de fortalecer la formación ciudadana, lo esperable es que los valores democráticos que se promueven, permeen concretamente todas las formas de convivencia social.
¿Por qué hoy la formación ciudadana es tan importante?
La formación ciudadana es importante por una razón muy sencilla: sin ciudadanas y ciudadanos democráticos no hay democracia posible. La democracia es un proyecto viable pero difícil. Muchos expertos diagnostican que hoy la democracia en el mundo está en crisis. Si esta inestabilidad es una condición, es porque la democracia no es un sistema que se sostiene por sí mismo. Requiere un contenido teórico, pero también un compromiso concreto, una práctica efectiva. Los países pierden sus democracias cuando sus ciudadanos han dejado de ser democráticos.
¿Qué deberían tener en cuenta los profesores que trabajan la formación ciudadana en los establecimientos educacionales?
Pienso que los profesores que trabajan en la formación ciudadana en el sistema escolar poseen, de entrada, un compromiso fuerte con la democracia. Su práctica docente tiene mucho de vocación para promover valores como la diversidad, el pluralismo y el diálogo.
Ahora, si yo pudiera sugerir algo para fortalecer este valioso trabajo que realizan, se me ocurren tres cosas: promover un “nosotros” permanentemente entre sus estudiantes en toda la trayectoria estudiantil, buscar llenar educativamente los vacíos que pudiesen existir en el actual currículum de formación ciudadana y promover ambientes participativos en sus clases, en su relación con sus colegas y en el ejercicio directivo dentro de sus colegios.
Finalmente, hablemos del Magíster en Ética y Formación Ciudadana. ¿Cuál es el aporte que entrega al país?
Nuestro programa engrana en todo esto que hemos conversado de una manera particular. La formación ciudadana, como he comentado, posee mucho de práctica, pero al mismo tiempo se constituye desde un contenido teórico. Los diferentes enfoques de la formación ciudadana aportan conceptos, ideas, teorías, que necesitan probarse, debatirse, estudiarse e investigarse. En este sentido, nuestro programa de Magíster en Ética y Formación Ciudadana promueve entre los profesionales que estudian con nosotros un enfoque especial: la ética. La ética y los valores democráticos dinamizan el encuentro con la práctica de la formación ciudadana. Las personas que egresan de nuestro programa poseen en este sentido un fuerte componente teórico, que no abandona la práctica. Al revés, el programa les exige volver a la práctica una y otra vez, pero ahora con un sentido nuevo, más motivante y más activo. La implementación de la formación ciudadana exige este dinamismo teoría-práctica para convocar a los implicados y para gestionar saberes que son importantes para la paz y la convivencia en nuestro país.
“Las opiniones vertidas en esta entrevista son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.