Semana Santa: una invitación a redescubrir nuestra esencia humana a la luz de la Pascua - Universidad Católica del Maule
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Semana Santa: una invitación a redescubrir nuestra esencia humana a la luz de la Pascua

Semana Santa: una invitación a redescubrir nuestra esencia humana a la luz de la Pascua
25 Mar 2024


Entrevista al Pbro. Dr. Mauricio Albornoz Olivares, teólogo y decano de la Facultad de Ciencias Religiosas y Filosóficas de la Universidad Católica del Maule.

En un mundo sumido en incertidumbres, crisis y transformaciones constantes, la Semana Santa se erige como un recordatorio de la condición humana en su dimensión más profunda y constitutiva. Así lo plantea el Pbro. Dr. Mauricio Albornoz Olivares, teólogo y decano de la Facultad de Ciencias Religiosas y Filosóficas de la Universidad Católica del Maule. En esta sentida entrevista, el académico nos invita a vivir la Semana Mayor como una experiencia profunda que evoca la esencia misma de la humanidad: un itinerario de pasión, muerte y resurrección que encuentra su plenitud en Jesucristo.

— Decano, ¿cómo podemos mantener viva la centralidad del mensaje de la Semana Santa en un mundo cada vez más secularizado y con una religiosidad en constante cambio?

Yo diría, en primer lugar, que la Semana Santa no es un mensaje o no entrega un mensaje. La Semana Santa es una experiencia que es producto de un vínculo de fe, es decir, de aquel o de aquella que se siente tocado por Jesucristo en su pasión, en su muerte y en su resurrección, y que de alguna manera hace de su vida una configuración de eso. Entonces, el espíritu de la Semana Santa y el centro de la Semana Santa, esencialmente hablando, evoca no solamente la experiencia de Cristo como Dios y Señor, muerto y resucitado, sino también que evoca la experiencia humana. Por lo tanto, rescatar el mensaje de la Semana Santa, por decirlo así en clave de la pregunta, asume reconocer nuestra humanidad y reconocer que nuestra humanidad es un poco el itinerario cristiano: pasión, muerte y resurrección.

Entonces, ¿cómo podemos rescatar la esencialidad de la Semana Santa? Simplemente mirándonos a nosotros mismos, mirando nuestra realidad más profunda, mirando nuestra esencialidad, aquella que nos constituye y, de acuerdo a eso, dejarnos interpelar por aquella que constituye a otro y que es quien nos salva: Jesucristo, el Señor.

— ¿De qué manera la Semana Santa puede ser una respuesta a los desafíos y crisis que enfrenta la sociedad actual (pandemia, crisis económica, guerras, entre otras)?

Precisamente por la proclamación del significado central de la Semana Santa: la resurrección de Jesucristo. Este acontecimiento da respuesta a aquellos acondicionamientos, limitaciones e incertidumbres que rodean nuestro mundo y nuestro acontecer actual. Tanta inseguridad de distinto tipo, tanta incertidumbre de distinto tipo a nivel social, político, económico, cultural e incluso religioso va afectando y avellanando de alguna manera nuestras relaciones personales. El que Cristo haya resucitado le da sentido a toda esa experiencia de muerte que hoy podemos encontrar en nuestro entorno.

— ¿Qué estrategias se pueden implementar para que la Semana Santa no se convierta en un mero ritual folclórico o turístico, sino que sea una experiencia profunda de fe y transformación personal?

Yo diría que, más que una estrategia, tiene que ver simplemente con que las personas tomemos conciencia de lo que somos y de lo que estamos llamados a hacer. En la medida en que uno se da cuenta de sus propias limitaciones, por ejemplo, de la volatilidad de la vida, de las renuncias que la vida nos exige por diversas circunstancias, nos damos cuenta de nuestra propia realidad. Esto, a su vez, nos invita a contemplar la Semana Santa con el itinerario de las propias limitaciones de Jesucristo, muerto y resucitado.

Entonces, la gran estrategia es simplemente mirarnos a nosotros mismos, mirar nuestra condición, mirar nuestra realidad, mirar nuestras limitaciones y, a partir de ahí, reconocer al Señor que supera todas nuestras limitaciones y nuestras falencias en razón y en virtud de lo que Él mismo nos ha revelado y nos ha manifestado.

— ¿Qué perspectivas teológicas actuales pueden ayudarnos a comprender mejor el significado de la Semana Santa?

Bueno, un poco ya lo anticipamos: la pregunta por el ser humano. ¿Qué es lo que es el ser humano? ¿Qué es el ser humano finalmente? ¿Qué estamos llamados a hacer? ¿Cuál es nuestra realidad más constitutiva? ¿Cuál es nuestra esencia fundamental? En la medida en que respondemos a esas preguntas llegamos a Dios, y llegando a Dios nos damos cuenta de que en Jesucristo el rostro de Dios se refleja y se revela plenamente. Entonces son las circunstancias las que una y otra vez nos hablan y nos piden, nos exigen y nos interpelan a mirar el rostro de Dios, porque es en el Señor Jesucristo, que revela el rostro del Padre, donde se revela también nuestra más propia identidad.

— ¿Qué rol cumple la liturgia de la Semana Santa en la vida del cristiano?

La liturgia está llamada, a través de los signos litúrgicos que siempre son pobres, a dar cuenta de esa otra realidad trascendente que va más allá de los signos litúrgicos, pero que le constituyen esencialmente. Entonces, cuando uno participa de una celebración litúrgica, no participa solamente de un ritual, sino que participa de un acontecimiento que se expresa a través de ritos, y en ese sentido la liturgia ocupa un papel actualizante de aquella realidad que vivíamos o que hemos vivido desde el punto de vista de la experiencia de la fe, y que se actualiza en cada ritualización que hacemos. Por ejemplo, cuando en la Vigilia Pascual, con una velita en la mano, renovamos nuestras promesas bautismales, lo que estamos haciendo sencillamente, pero profundamente también, es volver a decirle sí al Señor en esta confesión de fe que hemos recibido por gracia. Y eso significa recomprometernos con Él, para dejarnos también interpelar por Él, que es finalmente el que nos lleva a la salvación.

— ¿Cómo podemos hacer que la Semana Santa sea más inclusiva para todas las personas?

Hoy tenemos la gran facilidad de los medios de comunicación en general y de las redes sociales en particular. Eso hace posible que las celebraciones o las actividades de Semana Santa puedan llegar de un modo mucho más masivo, digamos, a los distintos espacios. Si bien una celebración o una reflexión o un acontecimiento litúrgico que me llega a mí a través de la virtualidad, de una red social, no es lo mismo que vivirlo o experimentarlo existencialmente, para los efectos de las limitaciones que a veces podemos tener para no poder participar, se transforman en una herramienta súper importante, sobre todo para las personas mayores que tienen más limitaciones físicas, eventualmente, y que el desplazamiento puede verse complicado.

Ahora, eso no quita nuestra participación activa en los distintos centros de culto porque esa es la manera más propia, por decirlo así, de celebrar el acontecimiento pascual. La Iglesia establece que una persona que tiene una edad avanzada o que tiene ciertas limitaciones sanitarias, queda dispensada de poder participar de las celebraciones del culto esencial en el cual deberían participar todos los cristianos.

Entonces, como principio, está la celebración activa en la liturgia, pero la excepcionalidad está también dada por nuestras propias limitaciones.

— Finalmente, ¿qué mensaje le gustaría compartir a la comunidad universitaria en esta Semana Santa?

Bueno, el mensaje es básico, fundamental y sencillo, pero contundente: Jesucristo resucitó.

Esta resurrección invita a la comunidad universitaria a poder reconocer y reconocernos resucitados, no solo en nuestro ambiente personal, íntimo o más afectivo, sino también institucionalmente. La fe se constituye sobre aquel que venció la muerte. Y todas aquellas experiencias de muerte que pueden haber en nuestro ambiente, en nuestras comunidades educacionales, en nuestras distintas unidades educativas, dentro de la institución, se ven tocadas y de alguna manera transformadas por esta resurrección. Somos nosotros los que tenemos que darle el giro a las cosas. Nosotros tenemos que darle la impronta del resucitado. Y eso se hace básicamente buscando el hacer bien las cosas, atendiendo a nuestra máxima eficacia, poniendo nuestro mejor esfuerzo y entregando aquello que mejor podemos entregar para el bien común de la institución y para el bien también de nuestros estudiantes, que son el leitmotiv de nuestro trabajo, de nuestro servicio universitario. En la medida en que uno pone toda esa dedicación, la gracia de Dios actúa. En la medida en que nosotros truncamos esos caminos, entonces la gracia de Dios también se ve limitada. Pero somos nosotros los llamados a ser signos de resurrección en medio de nuestros ambientes educacionales y universitarios, no solamente en lo que se refiere al aspecto, si se quiere, más humano, de relaciones más humanas entre nosotros, sino también en términos estructurales y de normativa institucional, que reflejen de alguna manera nuestra identidad de ser universidad en primer lugar y de ser católica esencialmente hablando.

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