Padres no deben preocuparse por el llanto de los niños en los primeros días de clases
A los pocos días se quedarán con gusto, se sentirán más apropiados del lugar
La académica Dra. Sandra Castro, de la Escuela de Ed. Parvularia de la U. Católica del Maule, sede Curicó, entrega prácticas recomendaciones para enfrentar la vuelta al colegio.
Llegaron los primeros días de jardín y colegio y para los niños, en especial los más pequeños, el proceso de adaptación puede ser un poco complicado. Muchos no entienden que deben separarse de los padres por un periodo de horas y suelen llorar ante este escenario desconocido. Asimismo, para los padres, es difícil acompañar a sus hijos en este proceso.
La académica de la U. Católica del Maule, Dra. Sandra Castro Berna, de la Escuela de Educación Parvularia, sede Curicó, explica que hay que entender que para los pequeños “es un cambio enorme, enfrentarse a un espacio más grande de lo normal, con mayor número de niños y adultos desconocidos”.
Y aunque hay algunos que enfrentan los primeros días de clases con ansiedad, curiosidad, alegría o ilusión, a otros esta etapa les produce más temor.
“Aquellos niños que van con mucha alegría son tarea fácil y hasta se extraña un “llantito”, pero los niños que lloran, a veces no son comprendidos. El llanto, en muchas ocasiones es confundido con desagrado, molestia, maña, entre otras connotaciones negativas; pero es necesario que también se entienda como una forma en la que se expresan los infantes, sobre todo los más pequeños, por razones obvias, ya que no pueden decir con claridad lo que quieren, por tanto, lloran. No es siempre de incomodidad, es comunicación”, aclara la docente.
Sandra Castro explica que los niños se angustian con la ausencia de los padres al retirarse y lloran, pero solo por unos minutos, luego se calman ya que cambian sus intereses; comienzan a sentirse atraídos por los colores del entorno de la sala, por la decoración, los materiales didácticos que hay para trabajar, la música ambiental que invita a escuchar o bailar, los cantos de las tías, los juegos entretenidos o los otros niños que realizan diferentes acciones.
“La angustia es más persistente en los padres y muchas veces se van con ella; pero en compañía de sus hijos deben contenerse para que estos no los perciban y se regulen rápidamente”, explica Dra. Castro.
Según la docente de Ed. Parvularia, los niños a los pocos días se quedarán con mucho gusto, se sentirán más apropiados del lugar y cercano a los adultos de la sala. Pero aclara que “igual dependerá de cada niño y niña, ya que cada uno tiene su propia forma y ritmo de adaptación”.
Cómo involucrarse
Para ayudar a los padres, la académica entrega una serie de consejos a tener en cuenta estos primeros días de clases.
Lo primero que recomienda es “quedarse con los niños unos minutos y al retirarse asegurarles que pasarán por ellos más tarde; deben despedirse en forma breve y con alegría”.
Lo segundo y más importante es “evitar frases que pueden tener doble interpretación: ¡Si lloras me voy con mucha pena!, ¡Voy ahí no más!, ¡Voy a buscar algo y vuelto! Es imperioso evitar las mentiras y no infundir temor por la educadora, Te está mirando, ¡qué va a decir!”, advierte.
En vez de lo anterior, los padres deben destacar las actividades entretenidas de las cuales participará o los nuevos amigos que tendrá.
“Si el niño se apena o llora, el adulto debe contenerlo, hablarle calmado y tranquilizarlo. Hay que trasmitirle seguridad, para que tome confianza en sí mismo y en su entorno”, aconseja la educadora.
Y agrega que es positivo “incentivar a los niños conversando sobre el bienestar en el jardín, que la familia estará pensando en ellos, hablarles con naturalidad y comentarles cómo fue su experiencia en la ida al jardín o colegio cuando niños, enfatizando en lo positivo”.
Finalmente, la Dra. Castro destaca que “para los padres es fundamental conocer e involucrarse con el proyecto de formación del jardín infantil o colegio, valorar la importancia de asistir a la enseñanza parvularia, sus múltiples beneficios en el desarrollo integral de sus hijos y aceptar que deben enfrentarse a experiencias nuevas que la familia no siempre puede ofrecer, sobre todo las experiencia del ámbito social, de convivencia con otros; los niños deben adquirir y desarrollar todas las funciones necesarias para enfrentar la integración social y la vida escolar futura”.