Opinión: “Retos de la nueva escuela: Una mirada desde la alteración educativa repentina”
Omaira Golcheidt, doctora en Ciencias de la Educación y asesora curricular del Proyecto de Formación Inicial Docente (FID) de la Universidad Católica del Maule.
La educación virtual tiene muchos beneficios tales como los cambios de roles del estudiante y el docente, propiciando aprendizajes significativos, desarrollo del pensamiento crítico, autonomía en el aprendizaje, además de motivar la creatividad en el desarrollo de productos intelectuales por parte de los estudiantes.
Ahora bien, a pesar de los aspectos positivos que nos trae la educación virtual, hay que tomar en cuenta otros factores que influyen de manera directa en las poblaciones escolares entre los 3 y 5 años, cuyo proceso educativo no solo se centra exclusivamente en la transmisión de contenidos, sino que incorpora el desarrollo de las funciones ejecutivas, es decir, control de comportamiento, elaboración de metas, memoria, entre otras, las cuales no pueden ser enseñadas de forma remota (Lancet Child Adolesc Health, 2020).
Evidenciándose una vez más, que hay funciones de la escuela difíciles de reemplazar, además de ser el espacio socializador por excelencia, donde los estudiantes adquieren elementos para la formación de su identidad personal y social. Siendo esta, una situación que no ha tenido una respuesta satisfactoria desde el punto de vista de la educación online, ya que también ha generado otros inconvenientes en esta población tales como estrés o ansiedad, como consecuencia de los cambios de hábito, el uso continuo de pantallas, el aprendizaje del manejo de aplicaciones tecnológicas de forma abrupta y la suspensión de las actividades educativas presenciales, los que se han ido incrementando frente a las condiciones en que habitan gran parte de la población.
Ante este escenario, la nueva escuela debe orientarse tanto en las habilidades del siglo XXI, como en las experiencias que ha tenido la población escolar, siendo parte del cimiento a la hora de diseñar modelos educativos innovadores, donde los jóvenes sean el centro de la transformación.
Tomando en cuenta que el desafío de los estudiantes presentes y futuros se centra en el desarrollo de habilidades y formas de pensar que los ayuden a prosperar en el entorno académico como también en futuras inserciones laborales donde prevalecen aspectos altamente técnicos y creativos que año a año se van profundizando, lo que conlleva a que exista un cambio de procesos de gestión curricular en las instituciones educativas.
Siendo este, el reto de la nueva escuela, como lo es la formación de un ciudadano que posea una conciencia de desarrollo humano sostenible, además de tecnológica, que le permita desenvolverse de manera responsable, informada, segura, ética, libre y participativa, ejerciendo y reconociendo sus derechos digitales, comprendiendo el impacto de éstos en su vida personal y su entorno. Empleando para ello nuevos esquemas de formación y desarrollo de habilidades que mejoren las competencias a mediano y largo plazo, garantizando una educación inclusiva, equitativa y de calidad, promoviendo oportunidades de aprendizaje durante toda la vida.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.