Opinión: “UN RETORNO VIOLENTO A LAS AULAS”
Mario Arturo Sánchez Bustos, académico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Católica del Maule.
El retorno a clases en modo presencial, ha dejado en evidencia vacíos en los aprendizajes de los estudiantes de los diferentes niveles de educación. Cuando hablamos de aprendizajes, pensamos en el conocimiento y manejo de diferentes contenidos en las distintas disciplinas o áreas del conocimiento, pero también hay que considerar el desarrollo de habilidades y la oportunidad de vivir actitudes o valores junto a los pares. Este déficit en el aprendizaje, de alguna manera destaca la importancia de la labor docente, que en la relación del día a día en los recintos educativos, no solo entrega o genera las instancias de aprendizaje, sino también hace respetar normas y controla los momentos y espacios del contexto educativo, lo que, en la realidad de la pandemia, con los estudiantes en sus hogares, impidió dicha experiencia. El proceso educacional, como lo indicara el psicólogo ruso Lev Vygotsky, es un proceso que se hace con otros, se aprende con los demás, donde la convivencia y la acción orientadora de los docentes es fundamental, ya sea encausando los aprendizajes de sus estudiantes, desde una zona de desarrollo real, a una zona de desarrollo próximo, que es donde se adquiere el aprendizaje, o generando una acción pedagógica de mediación fundamental, para el logro de los objetivos planteados, como lo afirma el psicólogo rumano Reuven Feuerstein.
Pareciera que más que el deterioro de los aprendizajes, en esta primera parte del retorno a las aulas, ha captado la atención los distintos eventos de violencia, que se han presentado en diferentes lugares y unidades educativas, donde podemos ver una falta de control y tolerancia en la convivencia con los demás. Es cierto que expresiones de violencia esporádica siempre existen, pero no al nivel y frecuencia que se ha presentado al inicio del retorno a las aulas.
Los adolescentes al pasar por un periodo de la vida, en que hay muchos cambios físicos, definición de personalidad, inestabilidad emocional, presencia de energía no siempre canalizada adecuadamente, idealismos, crítica a la normativa existente y un descontento social, de alguna manera los predisponen a tener acciones violentas, las que de ninguna manera se pueden normalizar.
Los educadores no podemos estar indiferentes a estas manifestaciones que dañan la convivencia escolar, y como se ha dicho, por mucho que se reiteren, no podemos normalizarlas ni aceptarlas, por el contrario, debemos buscar las formas de ayudar a quienes viven la violencia escolar, como autores, víctimas o testigos; para ello un punto importante, es partir por entender que los estudiantes pasaron mucho tiempo en sus casas, sin compartir con otros que no sean su grupos familiares, a veces presenciando intolerancia o roces entre sus integrantes. Por otra parte, la pandemia es incierta, genera temores, hay pérdidas de acciones rutinarias importantes para las personas, el encierro generó necesidades económicas, muchas familias perdieron el trabajo, sufrieron ansiedad y estrés propia del momento vivido. A esto debemos considerar, que el retorno a las aulas después de un prolongado receso, es enfrentado con el temor comprensible de contagios y propagación del problema sanitario a sus hogares, generando una disposición no del todo agradable al trabajo presencial.
Es necesario que cada unidad educativa genere protocolos con la participación de todos, socializados con profesores, estudiantes y apoderados. Sin embargo, la normativa no es el único camino, además se debe invertir tiempo y acciones para generar momentos sistemáticos de contención, promover a través de charlas con diferentes especialistas la convivencia, el respeto y necesidad de favorecer la resiliencia de las personas, para ello, las unidades educativas, pueden buscar los apoyos externos, muchas universidades con gusto pueden brindar aquellos apoyos, a través de programas de vinculación o la disposición individual de sus integrantes. La invitación es a ver una oportunidad de generar proyectos educativos, que busquen fomentar el diálogo, la convivencia y el buen trato entre sus integrantes, todos los esfuerzos que se hagan, serán importantes para la mejora de la convivencia escolar y la mejora social.
“La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia” Gandhi
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.