Opinión: “Ser migrante en tiempos de pandemia”
Dra. Karla Morales Mendoza, Grupo de Migración e Interculturalidad (GRIMI), Centro de Investigación de Estudios Avanzados del Maule (CIEAM) de la Universidad Católica del Maule.
Según fuentes oficiales la migración en Chile representa el 7,5%, teniendo una amplia presencia de personas que se han desplazando desde Haití, cuya población se estima supera los 185.865 habitantes.
Esta semana los medios de comunicación mostraron la dura realidad de un grupo de migrantes haitianos de Quilicura que arrojaron positivo de COVID-19 generando repercusiones inestimables para la sociedad chilena. Digo inestimables porque son precisamente los medios de comunicación quienes tienen un rol fundamental en la generación de estereotipos asociados a la migración con las consecuentes prácticas sociales que derivan de estos imaginarios.
Son diversos los errores cometidos. En estas noticias no se resguardo la identidad de las personas, situación que sí se cumplió en otros grupos, especialmente cuando se trató de habitantes de comunas más acomodadas de la Región Metropolitana.
Las voces que se escucharon en la prensa respondían mayoritariamente a lo que la literatura señala como locales o autóctonos, bajo el supuesto que los “haitianos” no podían comunicarse por desconocimiento de la lengua. Siendo así ¿qué se mostró a la audiencia? ¿en qué momento se les escuchó?
Si partimos del supuesto que lenguaje crea realidad, el efecto es aun mayor, los titulares de prensa y televisión hablaban de un aumento de contagios asociando esta curva a la situación de migrantes, incluso haciendo referencia a los “inmigrantes ilegales” sin ni siquiera detenerse en que la ausencia de un carnet de identidad no les convierte en delincuentes, solo se trata de la falta de regularización de su condición migratoria.
Las noticias no han señalado por ejemplo que la situación de hacinamiento no es exclusiva de quienes han migrado, sino también de cientos de compatriotas que no tienen acceso a una vivienda digna. Esto sin contar con la situación de calle de cientos de personas. Conjugan en este círculo virtuoso pobreza y exclusión.
Las noticias no han mostrado que quienes hoy están en primera línea son cientos de médicos y profesionales de la salud que arriesgan sus vidas cada día, que debieron sortear barreras administrativas a la hora de validar sus títulos. A muchos se les cerraron las puertas bajo el argumento de venir de países cuyas instituciones formadoras no tenían un estatus similar al nacional, hoy los necesitamos.
No nos hemos detenido en cientos de migrantes que hoy levantan al país en ferias, sanitizando calles, apoyando con tele-terapias los estragos que ha hecho el encierro en las personas, especialmente, en niños.
Exponer de forma deliberada a una comunidad de 250 residentes de la comuna de Quilicura, de los cuales 33 poseen el Covid-19 es un acto deshumano, que evidencia la discriminación y xenofobia de la política actual a través de los medios de comunicación, pues favorece e impulsa a rememorar la frase de las autoridades ‘Ordenar la casa’. Además, es una ignorancia puesto que el Covid-19 no discrimina clase, raza, religión u otros, nos deja vulnerables a todos y nos recuerda la fragilidad de la vida y la necesidad de apegarnos a las cosas realmente importantes.
Finalmente, solo recordar que actualmente hay más de 200 chilenos varados en distintas partes del mundo. Sin embargo, la situación más grave la viven cerca de 90 chilenos en India, los cuales están siendo víctimas de discriminación y xenofobia, situación que puede ocurrir por ser chileno, turista, extranjero o simplemente un migrante más.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.