Opinión: “Intoxicación con cloro de uso doméstico”
Profesor Luis Patricio Miño González, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica del Maule.
Con el nombre de cloro se conoce comúnmente a lo que corresponde a una disolución de la sal llamada hipoclorito de sodio (NaClO) en agua. Esta se expende en el comercio bajo diversos nombres para ser utilizada como agente blanqueador, como limpiador o como desinfectante.
En el mercado se encuentra cloro de baja concentración que contiene alrededor de 30 g de cloro activo por litro de disolución. También existe uno de mayor concentración que contiene hasta unos 50 g de cloro activo por litro de disolución, e incluso los hay de alta concentración que pueden presentar hasta unos 80 g de cloro por litro de disolución. Todos estos pueden contener o no aromatizantes.
Debido a la actual contingencia sanitaria, el cloro está siendo muy utilizado ya que impide la proliferación de microorganismos. Ha sido probada su eficacia en la eliminación de bacterias, aunque también puede usarse por ejemplo para desinfectar derrames de sangre que contienen virus VIH o virus de la hepatitis B (MacDonell y Rusell, 1999). Las disoluciones de hipoclorito de sodio (cloro comercial) tienen un amplio espectro de acción, ofreciendo la ventaja de no dejar residuos tóxicos, son de bajo valor comercial y tiene efectos casi inmediatos.
El cloro es una sustancia química irritante de las membranas mucosas, de la piel y del sistema respiratorio. Puede causar graves quemaduras al entrar en contacto con la piel y los ojos. Sus efectos son mayores ante elevadas concentraciones y mayor tiempo de exposición y los síntomas de la exposición a altas concentraciones consisten en náuseas, vómitos, pudiendo causar además serias dificultades para respirar.
Otros síntomas que se han reportado por la inhalación, ingesta o contacto directo con el cloro son: Inflamación de la garganta, desequilibrio en el pH sanguíneo, quemaduras en el tubo digestivo (esófago), dolor abdominal intenso, sangre en las heces. En general, todas las molestias que provoca el cloro no producen efectos acumulativos, sino que son consecuencia directa de su acción irritante local.
Se recomienda, que al momento de comprar cloro se considere, por ejemplo: Optar por el producto envasado debidamente etiquetado, absteniéndose de adquirir aquel que se expende a granel en el comercio informal, ya que en ocasiones se ha detectado que contiene dicromato que es un aditivo químico muy tóxico que contribuye a darle un color amarillo intenso. También se sugiere comprar cloro de mayor concentración ya que una buena dosificación de éste, entrega un mayor poder desinfectante.
Finalmente, ante la ingesta accidental de cloro se debe dar a la persona agua o leche de manera inmediata. Y en caso de que la sustancia entre en contacto con la piel u ojos, se recomienda enjuagar con agua que esté corriendo de manera abundante durante unos 15 minutos.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.