Opinión: “Educar sin Fronteras: La Corporalidad en la Formación Docente para una Infancia Intercultural”
Natalia Villar Cavieres, académica de la Escuela de Pedagogía en Educación Parvularia con Mención de la Universidad Católica del Maule.
Hoy en día, nuestras aulas reflejan una diversidad cultural sin precedentes, y este fenómeno está marcando un cambio profundo en la educación infantil. La interculturalidad ya no es sólo un ideal, sino un eje central en la formación de los más pequeños. Con la llegada de niños de múltiples orígenes culturales, los docentes enfrentan el desafío de transformar sus métodos y prácticas. A pesar de los avances en políticas que promueven la inclusión cultural, aún se percibe una brecha significativa entre estos principios y su implementación efectiva en el aula, sobre todo en el ámbito de la formación inicial de los docentes.
Uno de los puntos más destacados del Capítulo 7 “La formación inicial docente desde la corporalidad en contextos de infancia e interculturalidad” del libro “Educación sin fronteras. Procesos migratorios e interculturalidad”, es la propuesta de incorporar el cuerpo y el movimiento en la formación de los docentes como herramientas de inclusión y empatía cultural. A través de la corporalidad y el lenguaje no verbal, los maestros pueden conectarse con sus alumnos de una manera que va más allá de las palabras. Este enfoque reconoce que el rol del docente no se limita a la transmisión de conocimientos, sino que implica también modelar la aceptación y la empatía. Al usar su cuerpo como un “lenguaje” inclusivo, los docentes pueden abrir puertas a una comunicación más auténtica y efectiva con niños de distintos orígenes, generando un espacio de entendimiento y respeto mutuo.
El texto también pone en evidencia una realidad que limita este cambio: la falta de formación intercultural en los programas para futuros docentes en Chile. Aún predominan currículos homogéneos y tradicionales que no contemplan suficientemente la pluralidad cultural de nuestras aulas actuales. En un contexto donde la convivencia de diversas culturas es cotidiana, es fundamental que los futuros docentes adquieran habilidades para abordar y valorar esta diversidad. Las prácticas corporales, en este sentido, se presentan como una vía poderosa para construir puentes de comunicación que superen las barreras lingüísticas y culturales.
Es esencial que las políticas educativas no se queden en el plano teórico de la interculturalidad, sino que impulsan cambios concretos en la formación inicial de los docentes. Integrar metodologías que incluyan la corporalidad y el movimiento no sólo fortalece el aprendizaje en la primera infancia, sino que también sienta las bases para una sociedad más inclusiva y respetuosa de las diferencias. De esta manera, los docentes pueden convertirse en verdaderos entes culturales, capaces de crear un ambiente de aprendizaje en el que cada niño y niña, independientemente de su origen, encuentre un lugar para desarrollarse plenamente.
Esta perspectiva enfatiza la necesidad de una formación docente integral que abarque tanto competencias interculturales como prácticas de corporalidad, resaltando su importancia en la educación infantil. Así, se busca que los docentes no solo comprendan la interculturalidad, sino que la vivan y la transmitan en cada interacción con sus estudiantes.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.