Andrés Cabezas Cabrera, director de la Escuela de Tecnología Médica de la Universidad Católica del Maule.

Hoy cuando se recuerdan los hitos y avances de la radioprotección orientada a la medicina, también es un momento ideal para recordar y homenajear a los tecnólogos médicos en Imagenología que, en medio de la pandemia, son claves en el diagnóstico de diversas enfermedades y en el tratamiento de pacientes con cáncer.

A partir del descubrimiento de los Rayos X en 1895, la humanidad comenzó un largo camino de errores y aciertos. Errores porque, en un inicio su uso no tenía ningún control y, aciertos, porque existía la convicción de que podían ser beneficiosa para los pacientes.

Luego de ver los efectos de irradiar sin protección y que involucraron la lamentable muerte de 400 médicos durante el siglo pasado; comenzó una verdadera carrera investigativa para establecer las primeras recomendaciones radiológicas. Tras varias décadas años en investigación, en el escenario sanitario actual se aplican bajísimas dosis de radiación con resultados óptimos en el diagnóstico y tratamiento médico.

Son los tecnólogos médicos con mención en Imagenología y Física Médica, los únicos profesionales capacitados y formados con sólidos fundamentos de la radioprotección y la radiobiología para la atención de pacientes, bajo el precepto “tan bajo como sea razonablemente posible” (as low as reasonably achievable, ALARA por sus siglas en inglés).

Esta es la piedra angular de la protección radiológica y, los tecnólogos médicos de imagenología, sus guardianes. Hombres y mujeres que en medio de la pandemia se han mantenido en primera línea en la caracterización de los patrones imagenológicos del COVID-19 y en el control evolutivo de los pacientes UCI que padecen esta enfermedad.

Todos ellos, con el corazón burdeo, color que representa la profesión, siguen arriesgando sus vidas por el bienestar de la ciudadanía. Aunque un poco escondidos del ojo del público, siguen aportando desde la sala de rayos X, la de tomografía computada (scanner), la del resonador magnético, la del mamógrafo, la sala de ecografía, entre otras tantas.

Hoy es un buen momento para agradecerles su vocación, sus conocimientos y su trabajo, y para hacer un homenaje de pie a su entrega, compromiso con la salud y con el uso responsable de la radiación para el bien común. Con ustedes colegas, sin lugar a dudas, el burdeo se potencia.