Futuros docentes comprometidos profundamente con ser agentes de cambio.

Un emotivo acto se llevó a cabo en el Salón Monseñor Manuel Larraín del Campus San Miguel con motivo del envío de los futuros docentes a sus prácticas profesionales, grupo de veintisiete estudiantes que emprenden el último período de sus desafíos, para luego convertirse en profesores de Lengua Castellana y Comunicación.

En este contexto, la profesora Lorena López, directora de la Escuela de Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación, expresó que la bendición de las piochas y el envío de estudiantes a sus prácticas profesionales “Es un pasaje, un rito de iniciación por el que los estudiantes transitan hoy y del cual somos testigos todos los que les acompañamos en este momento. Es el anuncio de un cambio que habla de madurez y del abandono de viejas tareas y viejos hábitos, no necesariamente perjudiciales o malos”.

La directora agregó que “Como iniciados se encuentran ante una encrucijada liminal; al borde; porque por un lado dejan las aulas universitarias, las pausas entre clases con los compañeros; los almuerzos, dejan atrás los reclamos al profesor/a, los grupos de estudio, las pruebas; y por otro, se acercan al ámbito de la adultez que significa transitar con sus herramientas académicas, pedagógicas y sus atributos personales e intelectuales en la vida laboral, una que en muchos casos han experimentado en una mínima expresión al colaborar como ayudantes, becarios laborales y en otros menesteres durante sus años de estudiante”, dijo.

La directora mencionó a los estudiantes que será juzgada su puntualidad, su responsabilidad, su compromiso, hasta su vocación, pero ellos como académicos estarán atentos a su crecimiento y capacidad de resolución y autonomía “Con el convencimiento de que superarán obstáculos y compartirán logros con la entereza que los anima y la certeza de un trabajo por cuyos frutos sienten satisfacción”.

La bendición de las piochas, como símbolo del comienzo de las prácticas profesionales, estuvo a cargo del diácono Carlos Rojas Morales, quien destacó que estos jóvenes ahora emprenden un camino, llevando en sus mochilas, que nunca estarán vacías, el corazón y el lenguaje de la mano de Dios. “Que tu presencia viva y misericordiosa, que anima el corazón de estos jóvenes, se haga presente en estos objetos, que cada uno va a llevar en su nombre”, dijo.

Cabe destacar que los familiares impusieron a sus hijas e hijos las piochas, que les identificarán de ahora en adelante en las aulas de los establecimientos educacionales de la región del Maule.

Compromiso con el futuro

La alumna Katerin Reyes Cabrera, en nombre de sus compañeros, enfatizó que “Sabemos que la vida está formada por hitos que marcan un antes y un después, por ello estamos orgullos de dar este gran paso que es también un avance significativo en el ámbito académico, profesional y personal, indicó.

Y al hacer la reseña de los momentos vividos en la UCM, resaltó que “Somos jóvenes comprometidos con el futuro de la educación, jóvenes que no temen a los nuevos ideales y que se encuentran expectantes a la nueva etapa que se aproxima , sin embargo jamás debemos olvidar cómo comenzó todo esto, un pequeño sueño, una pequeña visión, un deseo tremendo de enseñar”, puntualizó.

Para finalizar, Reyes Cabrera afirmó que “Debemos transformarnos en aquel profesor que admiramos en nuestra infancia, en aquel docente que nos motivó a seguir adelante y cumplir nuestros sueños, debemos quitar el estigma existente hacia los educadores, seamos escritores, y no solo reproductores de nuestra historia. Hoy veo a mis compañeras y compañeros de universidad y me atrevo a decir que me encuentro con gente profundamente comprometidos en ser agentes de cambio, jóvenes que no sienten miedo a las transformaciones y que se han puesto las camisetas por la pedagogía y que de la mano de nuestros académicos han dado el todo de sí para profesionalizar, aun más, la manera de ver la vida como futuros profesores”, afirmó.