Más allá de una dieta: la labor de los nutricionistas en unidades críticas
En los pacientes con COVID-19 y otras enfermedades que requieren hospitalización en unidades críticas, la nutrición es fundamental para recuperarse adecuadamente. Una persona con menor masa muscular o pérdida de peso, tiene más posibilidades de alargar su estadía intrahospitalaria.
Cuando todas las alarmas se han encendido sobre una posible segunda ola de COVID-19 en Chile y la necesidad de evitar a toda costa lo que repetir la situación de Europa, la ciudadanía debe recordar que un contagio puede dejarlos en riesgo respiratorio y podría implicar ser conectado a ventilación mecánica.
Según datos del Ministerio de Salud actualizados a la primera quincena de diciembre, hay 498 personas a lo largo del país conectadas a ventilación mecánica producto de la pandemia. Dado lo invasiva que resulta esta terapia respiratoria, los pacientes no pueden comer normalmente, por lo que el rol de los nutricionistas al interior de las unidades críticas ha sido fundamental.
Nicole Giuras, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica del Maule (UCM), explicó que, en esos casos, “la alimentación ya no se realiza de forma oral, sino que se brinda a través de un soporte nutricional que puede ser parenteral o enteral”. El primero, se trata de una mezcla de alimentación en forma líquida que se provee directo a una vena a través de un catéter; y, en el segundo caso, se suministra a través de una sonda directo al tracto gastrointestinal.
Son los nutricionistas los encargados de evaluar cada caso para determinar las necesidades del paciente y proveer los nutrientes adecuados. “Hay que entregar los aportes nutricionales justo en la medida, llegar a un equilibrio entre lo que se necesita para resguardar el estado nutricional y no sobre entregar para que no se vea perjudicado su avance”, acotó Giuras.
Pérdida de masa muscular
Uno de los focos de los nutricionistas es evitar la pérdida de masa muscular de los pacientes porque “este es un condicionante para que se vayan a menos. Quienes cursan desnutrición o baja de peso intrahospitalario, tienen mayores estadías hospitalarias o evolucionan más lento o de peor forma. Por su parte, los pacientes obesos tienen dificultades importantes en el proceso ventilatorio, por lo que es transcendental resguardar el estado nutricional”, advirtió.
Además, estos profesionales deben tener presente una serie de factores a la hora de tomar decisiones. De acuerdo con la académica, “los pacientes, normalmente, no tienen una sola patología sino un conjunto de ellas, por ejemplo, cuando se habla de un paciente crónico: tiene hipertensión, diabetes, dislipidemia, insuficiencia renal crónica. Está todo mediado por el conjunto de patologías y por la que esté más agudizada y causando mayores consecuencias a nivel metabólico”, expuso.
Si bien, los aportes nutricionales se hacen de forma individualizada, los últimos estudios han recomendado a quienes se están recuperando del COVID-19, “un soporte hipercalórico e hiperprotéico y la inclusión de actividad física temprana”. A quienes ya pueden respirar por sí mismos “pueden incorporar una alimentación más normalizada, se inicia con algunos alimentos para probar tolerancia y luego se va incorporando la alimentación normal. Se trata de dar alimentos o consistencias que permitan que el paciente no tenga tanto trabajo ventilatorio o que se le dificulte la masticación”, explicó Giuras.
Adicional a ello, al interior de los centros médicos, se han extremado medidas en “desinfección y sanitización de los alimentos para tratar que siempre estén con las certificaciones adecuadas, que es lo que se cumple en las centrales de alimentación de los hospitales”, puntualizó la académica.