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En el marco de los 30 años de fundación de la Escuela de Enfermería, la directora de este centro de salud familiar relevó el trabajo conjunto con internos y egresados. Jiménez aseguró que el sello UCM debe ser ejemplo para otras universidades.

Desde 2018 María José Jiménez es la líder de un equipo de más de 240 personas en el Cesfam Carlos Trupp de Talca y entre el amplio personal, ha percibido una impronta diferente en aquellos profesionales de enfermería que son egresados de la Universidad Católica del Maule (UCM).

• ¿Qué percepción tiene de ellos y cómo ha sido su experiencia?

Incluso antes de ser directora de este Cesfam tengo una muy buena percepción de los egresados UCM. Siendo directora del Cesfam Las Américas donde también ejercí ocho años como odontóloga, noté un alto nivel como profesionales y como persona.

La casa de estudios impacta, no solo en el desarrollo de la carrera sino en el desarrollo de la persona y, particularmente, en la UCM tienen un perfil de profesionales muy responsables, que se hacen cargo de los desafíos y a nivel técnico son de excelencia. Desde ese punto de vista es muy buena experiencia la que yo tengo de compartir con profesionales de esa área de la universidad.

• Usted ha indicado que tienen un alto nivel como personas, más allá de lo profesional. ¿En qué aspectos se evidencia?

Pienso sobre todo en la calidad humana, en valores como la responsabilidad, la solidaridad. Se reconoce una preocupación por el paciente más allá de su rol como enfermero, es una preocupación por la persona. Creo que hay una mirada más humanizada de la Universidad Católica y es notoria.

• La pandemia sin duda marcó un antes y un después en la atención en salud y la atención primaria en salud (APS) fue fundamental en ello. En ese 2020, ¿cómo contribuyeron los estudiantes y egresados de Enfermería?

En un principio estuvieron con nosotros, luego se suspendieron las prácticas, pero los estudiantes fueron de mucho apoyo porque nos encontrábamos en campaña de vacunación contra la influenza cuando se declarada la pandemia y eso generó una demanda masiva. En el fondo, las personas querían sentirse seguras de alguna forma y la vacuna en algo ayudaba a eso. Tuvimos que multiplicar esfuerzos y los enfermeros y alumnos internos fueron clave.

• Desde los años setenta, nuestro país tiene una fuerte red de atención primaria que ha sido muy efectiva y en la crisis sanitaria nuevamente lo demostró. ¿Qué desafíos debieron sortear desde el Cesfam y, en términos generales desde la APS?

A pesar de que para nosotros significaba más trabajo, queríamos hacernos cargo de la trazabilidad, del seguimiento y de la vacunación porque nosotros conocemos a nuestra población y estamos insertos en un territorio, a diferencia de la Seremi porque ellos no tienen los lazos para poder llegar a las personas.

Era más trabajo, sí, pero pensábamos que era importante reforzar la APS con más recurso humano y con espacios físicos para poder hacernos cargo porque, efectivamente, manejamos los procesos y también hacíamos trazabilidad de otras enfermedades antes de la pandemia. Además, realizamos vacunación continuamente con campañas muy exitosas. Era algo para lo que estábamos preparados, solo necesitábamos más recurso humano y, sin duda, sobre todo los enfermeros conocen totalmente la APS, no es algo nuevo para ellos.

• ¿Qué cambios a corto plazo vislumbra para el Cesfam dada la experiencia de la pandemia?

Particularmente en nuestro centro se ha quedado atrás con el desarrollo de tecnología. La mayoría de los centros en Talca ya tienen ficha electrónica, por ejemplo, y eso es una brecha para nosotros y lo fue durante la pandemia. Nos dificulta procesos de atención porque la ficha en papel hace que todo sea más lento y que se requiera más recurso humano para el manejo. Creo que ir avanzando en la implementación de tecnologías es una oportunidad y que la APS debe aprovecharlo.

• Y, a nivel de los profesionales de enfermería, ¿qué cambios se deben incorporar el currículum?

Yo tengo formación en bioética y creo que es algo que, trasversalmente, le hace falta a todas las carreras, pero una bioética que vaya más allá del deber ser del profesional. Eso lo tiene muy desarrollado la Universidad Católica: el reconocer que la atención no es solo técnica, sino que va mucho más allá. En el fondo, si nos humanizamos más, entregamos más al otro y vamos a tener un impacto positivo en la salud de esa persona y en su bienestar, que es lo que, como sociedad, nos está faltando.

• Usted ha mencionado que la UCM tiene muy desarrollado el ámbito bioético y la humanización, en esa medida, ¿cree que el sello institucional podría servir como ejemplo para otras universidades?

Sí, totalmente, porque, a nivel general, la bioética se ve como un ramo aburrido, pro es una es una herramienta para la paz, para la humanización, para, en el fondo, relacionarnos de mejor manera y, en la práctica, lograr que los estudiantes egresen con una alta calidad como personas. Relacionarse así con el otro tiene un impacto grande en la salud y en la sociedad.