De la casualidad a la vocación: un psicólogo que ha levantado la voz sobre la paternidad corresponsable y la equidad de género - Universidad Católica del Maule
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De la casualidad a la vocación: un psicólogo que ha levantado la voz sobre la paternidad corresponsable y la equidad de género

De la casualidad a la vocación: un psicólogo que ha levantado la voz sobre la paternidad corresponsable y la equidad de género
10 Jun 2024

El Alumni destacado de junio es Gerardo Chandía, quien egresó de la primera generación de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Maule.

La Psicología llegó a su vida por casualidad, como también llegaron varias oportunidades en su vida que hoy lo tienen posicionado como una de las voces más reconocidas a nivel regional sobre la paternidad corresponsable y las nuevas masculinidades.

Gerardo Chandía Garrido es egresado de la primera generación de la Escuela de Psicología, que abrió sus aulas en 2002 en Talca para convertirse en la primera carrera del área que tuvo el Maule.

Sin embargo, inicialmente, sus planes eran muy distintos. Se planteó inicialmente estudiar Odontología, pero cuando se acercaba el momento de tomar una decisión, cambió de opinión. “Yo tengo una hermana mayor que estudió Enfermería en la Universidad Católica y yo siempre la escuchaba estudiar. A través de ella, de alguna manera, conocí la Universidad”, recuerda.

De hecho, el día de la matrícula “fui con mi objetivo de matricularme en Enfermería. En definitiva, mi objetivo era una carrera de la salud. Cuando llegué, estaban promocionando Psicología como nueva carrera y en ese momento decidí ingresar. Me mostraron la malla, para mí el gancho era qua la carrera era nueva y quizá hubiese mayor proyección; me explicaron en qué consistía y dije: parece que esta es mi carrera y entré”.

Lo que aparentemente fue una decisión apresurada, en realidad era el inicio del camino de su vocación. “Lo confirmo: nunca me arrepentí”, afirma. “Nuestra Escuela de Psicología tiene la particularidad de ser una de las pocas a nivel nacional que está alojada en una Facultad de Ciencias de la Salud y yo creo que eso generó un nexo importante y me fui convenciendo cada vez más”, explica Gerardo quien actualmente está cursando su primer de formación doctoral.

Para llegar a este punto en el que se está formando como investigador en el ámbito de la paternidad y las nuevas masculinidades, otra casualidad tuvo que ocurrir durante su vida universitaria. ¿Casualidad o capacidad de identificar oportunidades?

“A medida que estudiaba, mi objetivo era trabajar con población adulta en atención primaria. De hecho, postulé a la práctica –en ese momento se postulaba a la práctica por notas y a mí me iba, relativamente, bien–. Quedé en un Cesfam muy cerca de mi casa donde vivía con mis papás, así que era muy cómodo para mí. Llegamos con una compañera el primer día de práctica y nos dijeron que por temas administrativos no nos podían recibir y nos tuvimos que devolver a la Universidad”, recuerda.

En la Escuela, la profesora Maribel Vega quien, en ese entonces coordinaba las prácticas, le ofreció una de las pocas plazas disponibles que distaba absolutamente del plan original. “Quedaba un cupo en la Oficina de Protección de Derechos en San Clemente, por tanto, era cambiar el foco, era cambiar el grupo etario y, cambiar la comuna”.

Lejos de tomarlo mal, aceptó el desafío. “Dije: ¡vamos! Y ahí surge mi motivación y mi trayectoria académica en población infanto-juvenil, desde mi práctica profesional”, comenta.

El retorno a su alma mater como académico

Al egresar, en 2006, comenzó a ejercer casi de inmediato, siempre en favor de la infancia y la adolescencia. “Tuvimos la suerte de ser los primeros egresados, entonces había mucho campo laboral. Me demoré un mes en encontrar trabajo, fue en Curepto en un programa infanto-juvenil y, al mes siguiente me ofrecieron trabajo en Talca y continúe en el Sename, donde estuve 5 años antes de ingresar (a trabajar) a la Universidad”.

Fue director de uno de los centros de la transformada institución y, justo cuando estaba comenzando a buscar nuevas oportunidades, “me llama la profesora Carolina Reynaldos, -ella fue parte importante de mi carrera estudiantil, fui su ayudante durante la carrera-, me dice que hay un concurso para ser coordinador del Centro Atención Psicológica y que sabía que yo sabía coordinando un centro y que quizás tenía el perfil. Postulé en ese momento sin pensar que iba a iniciar una carrera académica, me fue bien y, me acuerdo que, en junio del año 2012 yo ya estaba trabajando en la Universidad Católica siendo el coordinador del Centro de Atención Psicológica (CAPI)”.

Estuvo 8 años frente al CAPI, desde donde logró consolidar programas psicosociales, abrir una línea de paternidad y masculinidad, ampliar el equipo de trabajo con el que realizaron cerca de mil atenciones anuales; una exitosa intervención en niños y niñas víctimas de los incendios forestales en Santa Olga, un servicio de orientación on line en pandemia, posicionarse como un líder de opinión en medios de comunicación, entre otros logros.

El inicio de un camino académico

En 2014, toma la decisión de continuar sus estudios de postgrado. “Yo ya había hecho un diplomado y mi formación como terapeuta familiar y de pareja, pero uno entrando en la academia me di cuenta de que tenía que seguir mi carrera académica y avanzar en el grado del magíster. Justo se dio la coincidencia de que se abrió el Magíster en Salud Mental Infanto-Juvenil, entonces era mi gran oportunidad para poder hacerlo”.

Cursó el programa junto a su esposa Karen Vásquez. Juntos forman parte de la primera generación de este postgrado del cual también fue director. “Me invitaron a ser parte del comité académico, ya había impartido algo de docencia en el Magíster y, posteriormente cuando Boris Lucero deja la dirección, junto con la directora de Departamento y la decana, me invitaron a ser el director, que también fue un desafío importante -con harto temor lo reconozco-, porque era un desafío no menor, pero lo asumí y creo que no me fue tan mal”, comparte con modestia.

En efecto, mal no le fue. Junto con su equipo, logró la acreditación del Magíster lo que lo convirtió en el primer programa de carácter profesional de la UCM en recibir este sello de calidad. Posteriormente, logró su reacreditación hasta diciembre de 2025, además de vínculos internacionales y becas para que los estudiantes participen en pasantías y expongan en congresos. Hasta enero de 2024 dirigió este postgrado el cual quedó bajo el liderazgo de una sus precursoras: la Dra. Nancy Espinoza.

Y es que Gerardo inició un nuevo desafío. Sus estudios en la Universidad de Talca, lo mantienen parcialmente alejando del día a día en su alma mater. “Mi proyección es no irme, yo tengo una identidad muy cercana a la Universidad. Aunque suene muy romántico, yo quiero mucho a la Escuela de Psicología, a la Facultad de Ciencias de la Salud, por tanto, mi objetivo es quedarme y terminar, incluso, mi carrera en la Universidad”.

De la Institución destaca el ambiente familiar que se ha mantenido a lo largo de los años pese al exponencial crecimiento que ha tenido; y su espíritu de servicio que percibió desde el inicio de su carrera a través de las prácticas.

Por lo pronto, está proyectando la que será su tesis de grado. “Estamos en una fase de redefinición, pero, con certeza, va a ir en la línea de la transición a la parentalidad, es decir, cuando un padre varón se convierte en padre en su proceso desde el embarazo hasta el primer año de vida; y poder generar una intervención que incorpore las variables específicas de ser padre varón”, explica.

Será un estudio bastante novedoso pues la evidencia, si bien ha abordado la parentalidad, no existen intervenciones que incluyan las particularidades de lo que significa para un varón, ser padre.

Así surgió su interés por la paternidad y la equidad de género

Su interés por la parentalidad y por visibilizar la corresponsabilidad en su ejercicio, surgió incluso antes de convertirse en padre. “Yo fui criado bajo un esquema bien tradicional machista, con una madre ama de casa y un padre proveedor. Después, cuando empecé a meterme en el área infanto-juvenil y me proyectaba en mi rol de futuro papá, me parecía que me había más sentido las características del rol femenino, de la sensibilidad, de la cercanía y del cuidado. Creo que es la forma en la que a mí me gustaría ejercer cuando me toque ser papá, pensaba. Y ahí empecé a trabajar la idea”.

Luego se enfrentó con la dura realidad de los centros del Sename desde donde le hizo aún más sentido el tema. “Nos tocó trabajar en un proyecto piloto a nivel nacional con hombres que ejercían conductas agresivas en el contexto de violencia intrafamiliar, fue un proyecto que generó después la política pública de los centros de hombres agresores a nivel nacional y nos toca hacer el piloto acá en la región, Me tocó ser monitor en ese taller y ahí también parte ese ´bichito´ de trabajar en temáticas de género que después yo lo vinculé al tema de paternidad que es lo que sigo trabajando hasta hoy día”, recuerda.

Aunque mucho se ha avanzado en equidad de género, Gerardo reconoce que “todavía faltan algunas políticas públicas, como algunos cambios en la Ley de Postnatal, seguir avanzando si las políticas de conciliación trabajo-familia”.

Con base en su experiencia, cree que la educación con enfoque de género es algo que la sociedad debe reconocer como un pilar importante para avanzar. “Creo que la clave está en el cambio cultural, esto requiere tiempo. Me atrevería a decir que debería ser una temática transversal en todas las carreras, pero sobre todo en las carreras que tienen que ver con la primera infancia y, desde ahí, de a poco generar el cambio, aunque sabemos que requiere tiene, yo creo que vamos por buen camino”.

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