José Ignacio Fernández: “Destaco el desafío de abordar los procesos de decisión al interior de la Iglesia”
Por segundo año consecutivo se realizó en Talca el Ciclo Teológico Pastoral, organizado por la Facultad de Ciencias Religiosas y Filosóficas y la Pastoral de la Universidad Católica del Maule, en conjunto con esta diócesis. Se trata de cuatro encuentros realizados en la sede de la universidad, en horario vespertino, los días lunes en mayo y junio.
(Publicado originalmente en VidaNuevaDigital)
Al término del último encuentro el obispo de Talca, Galo Fernández, se refirió a este ciclo: “Ha sido muy interesante tanto los expositores, como el tono de la conversación. Este espacio en que salen preguntas, puntos de vistas, miradas, complementaciones, es parte también de esta Iglesia que va creciendo en ser una Iglesia de todos, con todos, donde todos tenemos responsabilidad, con roles distintos y un compromiso vital de participación”.
Temas suscitados por el Sínodo de la sinodalidad
En diálogo con Vida Nueva, José Ignacio Fernández, sacerdote de la diócesis de Talca, nos describe esta experiencia. Fernández es doctor en Teología por la Universidad Gregoriana, actual párroco, capellán universitario y académico de la Universidad Católica del Maule.
Pregunta: ¿Qué objetivos tiene este ciclo?
Respuesta: Nos interesa generar un espacio de divulgación y análisis de algunos temas recientes suscitados por la realización del Sínodo y el proceso de participación y reflexión que ha provocado. Con esta actividad queremos incitar y promover la conexión con lo que hacen otras iglesias, abordando los temas que se han levantado con este rico proceso sinodal mundial.
P.: ¿Cuáles son los temas para este año?
R.: En primer lugar conviene precisar que son temas que surgen de los desafíos de la primera asamblea del sínodo de los obispos y de nuestra propia participación en el proceso preparatorio y en nuestro camino de búsqueda de una iglesia más sinodal. Por eso en el primer encuentro tuvimos a Valeria López quien participó en la asamblea del Sínodo, en Roma. Expuso esa experiencia para reconocer tanto en lo metodológico como en las estructuras algunos desafíos sinodales para nuestra iglesia particular. Yo presenté aspectos de la estructura y desarrollo que ha ido teniendo el Sínodo de Obispos desde que Paulo VI lo creara.
P.: ¿Y el segundo encuentro?
R.: Fueron temas del ámbito bíblico que nos ayudaron a redescubrir la dimensión comunitaria de la fe y la corresponsabilidad de los bautizados en la vida de la iglesia. En el tercer encuentro los teólogos Rodrigo Polanco y Mauricio Albornoz abordaron los ministerios: el diaconado y el ministerio laical. En el último encuentro abordamos la dimensión misionera: el padre Rodrigo Cordero habló sobre la catequesis para ver cómo la iniciación cristiana promueve la sinodalidad de la iglesia; y también vimos el espacio de la Doctrina Social de la Iglesia en una iglesia sinodal y en misión, a cargo de Francisca Orellana.
Hacia dentro de la Iglesia
P.: ¿Qué tal ha sido la recepción y la participación que ha tenido este ciclo?
R.: Ha tenido una recepción especial y significativa entre los agentes pastorales laicos, que también se ha expresado en la gran asistencia alcanzada. Fue necesario trasladar el lugar al Aula Magna de la Universidad porque el espacio destinado se hizo pequeño. Además, en el diálogo posterior a las exposiciones se ha vivido un rico espacio de interés, búsqueda e intercambio entre los participantes. Estamos muy contentos con este ciclo y con lo que ha provocado.
P.: ¿El clero de la diócesis lo difunde y promueve?
R.: Si. El clero ha mostrado más interés que el año pasado, talvez porque la experiencia anterior dejo un saldo positivo. Un signo interesante es que párrocos de la ciudad de Curicó nos han pedido repetirlo allá.
P.: ¿Qué efectos pastorales percibe usted que se logran?
R.: Más que efectos pastorales, creo que se van generando desafíos pastorales, fruto de las exposiciones, la reflexión y el diálogo de los encuentros. Destaco el desafío de abordar los procesos de decisión al interior de la iglesia en los distintos niveles: parroquias, diócesis, para irlos transformando en espacios más participativos de construcción de las decisiones y articulándolos con los responsables de la autoridad en esa decisión, obispo, párrocos… Esa articulación se nos presenta como un desafío mayor en la necesidad de crecer en esos espacios de decisión, que sean cada vez más participativos, que sean decisiones eclesiales con participación de todos los bautizados.
También han surgido desafíos que muestran la necesidad de estructuras adecuadas para garantizar el desarrollo de esta sinodalidad. Otro desafío clave para nosotros es la misión: que todo esto no nos encierre en nosotros mismos, sino más bien se oriente a la misión de la iglesia en el mundo, al anuncio del evangelio, al servicio de nuestra sociedad.