Javier Agüero, doctor en filosofía: “Venezuela es un botín que se disputa a nivel global” - Universidad Católica del Maule
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Javier Agüero, doctor en filosofía: “Venezuela es un botín que se disputa a nivel global”

Javier Agüero, doctor en filosofía: “Venezuela es un botín que se disputa a nivel global”
2 Ago 2024

Profundizamos sobre la delicada situación en Venezuela con Javier Agüero Águila, doctor en filosofía y académico de la Universidad Católica del Maule, quien entrega una mirada crítica y geopolítica respecto a las causas y consecuencias que han dejado al país liderado por Maduro en el ojo del huracán.

(Publicada originalmente en La Voz de los Que Sobran)

¿Cómo describes la situación política actual en Venezuela? (estabilidad y legitimidad democrática).

Creo que más allá de las categorías –democracia autoritaria, degradación democrática, autocracia, en fin– paulatinamente en Venezuela se ha producido una suerte degeneración institucional a toda escala que ha derivado en que la mayor parte, sino todos los poderes del Estado, estén en manos del gobierno central de Maduro y su círculo proclive que, hay que decirlo, responde a una membresía policial militarizada de altos rangos presentes en todos los ministerios (y esto desde el origen del chavismo). Entonces, creo que si bien técnicamente no es una dictadura –no hay al origen un golpe de Estado sino una delegación del poder por parte de Chávez a Maduro– sí estamos en condiciones de decir, al día de hoy, que se trata de un régimen autoritario, personalizado en la figura del líder y que se sostiene sobre la base del apoyo militar y las “milicias”, a las que llamó hace pocos días como “el arma secreta de la doctrina de defensa nacional, de la guerra de todo el pueblo”. Es una policía secreta de Estado, derechamente, como la CNI en Chile.

¿Cómo se puede asegurar en un contexto como el actual de Venezuela que se respeten los derechos humanos o queda solo seguir aumentando las sanciones por parte de la comunidad internacional?

Primero decir que Venezuela tiene el 20% de la reserva de petróleo del mundo. Entonces, es cierto que el imperio norteamericano está contra Maduro en gran parte porque ve en él un óbice a sus propios intereses económicos y de expansión, y no por su “natural” vocación al respeto de los valores democráticos (que en su historia los ha violado todos). Pero también es verdad que el bloque Rusia-China-Irán, y otras potencias, no están con el régimen solo por sus profundos ideales revolucionarios, o porque les guste el clima, no. Estas potencias también quieren los barriles de petróleo. Entonces es un conflicto que se puede leer, igual, a escala planetaria en un marco parecido al la de guerra fría.

¿Se violan los derechos humanos en Venezuela?

Sí, se han violado y se violan. Hay torturas, desapariciones y muertes. Es evidente la persecución a toda voz disidente y la represión policial en las calles es feroz. Se cierran medios opositores, se encarcelan rivales políticos, en fin. Lo que resulta duro es que esto no tiene cara de detenerse sino de aumentar. Maduro simplemente no va a dejar el poder por más que haya presiones de toda la comunidad mundial. Hace pocos días lanzó una aplicación para que los ciudadanos se soplen entre ellos, o sea que denuncien cualquier tipo de conducta anti-régimen. Es brutal y del manual de las dictaduras. Para Maduro no hay un Otro, no hay adversario. Por eso la inclinación natural a barrer con todo aquello que siente como una amenaza. Es, de plano, la negación de lo político, la sutura lo colectivo y la tachadura de lo alternativo.

¿Qué diferencias aprecias entre la figura de Hugo Chávez y Nicolás Maduro?

Son muy diferentes. Además del carisma auténtico de Chávez y de un proceso que empezó con una mística y con un gran apoyo del pueblo de Venezuela –aunque no olvidemos que en el origen hubo un golpe de Estado–, no es posible entender el cuestionado triunfo de Maduro sin recurrir a lo que Hugo Chávez adelantó como proyecto desde que se convirtió en un oficial de carrera del ejército de Venezuela. Desde aquí da cuenta de algo único, tal vez, a nivel mundial, en el entendido que comienza un proceso de izquierdización de la sociedad venezolana desde el ejército. Tuvo la persistencia y visión de construir un acervo cultural revolucionario siendo un militar. Para cuando gana las elecciones en 1998 la sociedad entera estaba izquierdizada y todo el mundo militar cuadrado con él. Maduro es mucho más tosco, una réplica de baja resolución y, sobre todo, un sujeto que solo sabe que depende de la fuerza.

Expertos coinciden en que se agravará el éxodo de venezolanos al mundo producto de este resultado ¿Es posible un gobierno para el pueblo de Venezuela sin el pueblo de Venezuela?

Este punto es clave. A mí me parece que el “proyecto” de Maduro requiere de una gran nueva diáspora. Que se vayan los que no estén con el régimen y se queden los que apoyan y que puedan ser monitoreables. Me recuerdas al libro de Foucault Seguridad, territorio y población, en donde da cuenta de cómo el poder en sus diferentes versiones, pero sobre todo el biopolítico que surge con el capitalismo, requiere de una territorialización de la población, es decir hacerla ubicua, visible, y entonces desplegar los dispositivos securitarios. Ahora, sobre la pregunta de si es posible un gobierno de Venezuela sin el pueblo de Venezuela, eso ya ocurre. Se da lo que Giorgio Agamben en un libro titulado Homo sacer define como “ademia”, es decir un régimen sin pueblo. Más allá de que el éxodo aumente, lo que es seguro, lo que cuesta admitir es que el pueblo venezolano ha sido tachado.

¿Qué implicancias puede traer esta situación en los países del cono sur?

Sobre la diáspora que se viene, creo que aquí hay un gran desafío, quizás el mayor ya que Maduro no dejará el poder voluntariamente, de eso estoy seguro. Entonces se desplegarán dos tramas en torno a la democracia que no necesariamente son complementarias y que van a tensionar densamente a los gobiernos de la región. Una es más fácil, ya operó y habita específicamente en el relato: “Venezuela no es una democracia y no la reconocemos como tal”. En cambio, la otra, la que refiere a la acogida del nuevo migrante devenido, a su vez, de una nueva castración como sujeto político en su país, requiere de políticas públicas concretas que exigirán ahora a las democracias continentales estar a la altura del desborde que puede provocarse. Habrá que saber estar y apoyar, desde donde podamos, a los nuevos migrantes para que su llegada no sea una brutal reestigmatización ni una paliza aporofóbica. Sobre todo desde los sectores de derecha conservadores que ven en esto una gran oportunidad para reponer, también, su ideario venezolanofóbico.

 

“Las opiniones vertidas en la presente entrevista son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.

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