Integralidad del aprendizaje: desafío permanente en la formación profesional de educadores de párvulos
María Teresa González Muzzio, directora de la Escuela de Pedagogía de Educación Parvularia de la UCM sede Curicó.
Uno de los principios pedagógicos en los que se basa la educación parvularia es el de “Unidad”, que, como se señala en las bases curriculares del nivel, nos lleva a considerar que todo niño y niña “es una persona esencialmente indivisible, por lo que enfrenta todo aprendizaje en forma integral, participando con todo su ser en cada experiencia” (Mineduc, 2018, p.31). Lo anterior significa que los párvulos construyen sus aprendizajes desde una experiencia que les moviliza como personas, integralmente, conjugando en ella sentidos, emociones, recuerdos, intereses, imaginación, corporalidad, etc.
Entonces, si consideramos que las experiencias llevan a una vivencia integral en la que se generan los aprendizajes, lógicamente debemos pensar la enseñanza desde esta perspectiva: integralmente. En la labor con niños y niñas debemos, por tanto, generar oportunidades que vinculen un área con otra, que impliquen a la persona. No pensar en una actividad curricular o asignatura aislada, sino siempre proyectar los vínculos que éstas tienen entre sí. No focalizar solamente un contenido para aprender conceptos o ideas sino también desafiar a los estudiantes en contextos en que estas ideas deban ser aplicadas. Considerar que en la vivencia estará recordando, imaginando, sintiendo, pensando, actuando, no fragmentando áreas o contenidos sino relacionando ideas según lo va necesitando.
Comprender el aprendizaje de los párvulos desde esta perspectiva debe llevarnos a mirar las prácticas con las que se forman también los futuros profesionales de educación parvularia. Cuando se tiene el deber de formar futuros educadores, que requieren actuar conforme al principio de unidad, entendiendo la integralidad del aprendizaje debemos formar en coherencia.
¿Qué requiere entonces un futuro educador de párvulos en su formación?
En ocasiones se tiende a pensar en la educación superior con una visión más bien tradicional, una sala donde un docente experto expone temas y los estudiantes escuchan y “aprenden”. Por el contrario, desde lo expuesto sobre el principio de unidad, es necesario que la formación profesional de educadores de párvulos considere también una mirada integral. Esto se traduce en que los futuros educadores deben también poder ser protagonistas, vivir experiencias que les impliquen como persona y que potencien su pensamiento crítico, la iniciativa, el trabajo colaborativo e interdisciplinar, así como la constante reflexión pedagógica desde su actuar.
Espacios para ello pueden generarse desde actividades conjuntas entre diferentes actividades curriculares, o desde trabajos con metodologías activas que animen a poner en práctica un conjunto de saberes diversos para atender un caso o un problema. Asimismo, esta integralidad del aprendizaje y la formación se presenta naturalmente en los espacios de práctica, que llevan a observar, describir, analizar, proponer, hacer seguimiento a diferentes procesos. En particular, en las prácticas profesionales la integralidad se evidencia cuando, en la toma de decisiones y reflexión pedagógica, los futuros profesionales deben ir analizando diferentes puntos de vista hasta adoptar el propio, movilizando aprendizajes relativos a diferentes áreas simultáneamente. En ese mismo proceso, es natural que se cuestionen en lo que saben, lo que sienten, sus acciones e ideas, contrasten su propia experiencia con lo que viven y con lo que se espera de ellos en terreno.
En otras palabras, si queremos que los futuros educadores de párvulos generen oportunidades de aprendizaje integrales, nuestra labor, desde la educación superior, debe partir por generar experiencias que les permitan vivir el aprendizaje de esa forma y no sólo escuchar al docente cuando les explica teóricamente qué significa la idea de integralidad o el principio de unidad. Sabemos que lo más significativo no será aquello que escuchamos o leímos de uno o más autores, tampoco lo será aquello que debimos aprender de memoria para una prueba. Al contrario, desde aquellas ideas que conocimos, escuchamos y leímos, lo significativo se generará cuando podamos verlas aplicadas en la propia experiencia, tanto en el aula universitaria como en los espacios de práctica.
Se nos presenta, por tanto, un importante desafío en la formación profesional: educar en coherencia, trabajar en equipo entre docentes y establecer permanentemente desafíos que sitúen el futuro educador de párvulos desde la mirada de principio de unidad: como persona que enfrenta el aprendizaje integralmente.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.