FILÓSOFA LORENA SOUYRIS OPORTOT: “LA FILOSOFÍA PONE EN ESCENA LAS REFORMULACIONES DEL PENSAMIENTO CRÍTICO” - Universidad Católica del Maule
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FILÓSOFA LORENA SOUYRIS OPORTOT: “LA FILOSOFÍA PONE EN ESCENA LAS REFORMULACIONES DEL PENSAMIENTO CRÍTICO”

FILÓSOFA LORENA SOUYRIS OPORTOT: “LA FILOSOFÍA PONE EN ESCENA LAS REFORMULACIONES DEL PENSAMIENTO CRÍTICO”
11 May 2023


Lorena Souyris Oportot es doctora en Filosofía por la Universidad de París 8. Es investigadora asociada del Laboratorio de Estudios de Género y Sexualidad de la misma casa de estudios y del CNRS. Sus áreas de investigación se concentran en filosofía moderna y contemporánea, género y psicoanálisis.

La filosofía siempre ha sido fundamental para la comprensión y la reflexión crítica sobre el mundo que nos rodea y sobre nosotros mismos. Es una disciplina que brinda las herramientas necesarias para cuestionar nuestras propias creencias y valores, explorar diferentes perspectivas y desarrollar un análisis más profundo de nosotros mismos y de los demás. Para la profesora Lorena Souyris Oportot, doctora en Filosofía y académica del Departamento de Filosofía de la Universidad Católica del Maule, la filosofía “reformula y piensa las contradicciones internas que van ocurriendo en los procesos sociales”.

En esta #EntrevistaUCM, la también directora del Centro de Investigación en Religión y Sociedad reflexiona sobre sus inicios en la filosofía y el rol que esta noble disciplina juega en la sociedad actual. Además, ofrece un análisis sobre la o las brechas de género entre filósofos y filósofas.

Profesora, ¿Cómo fue su interés por la filosofía? ¿Hubo algún momento en particular que la llevó a dedicarse a esta disciplina?

— Mi interés por la filosofía creo que no tiene un comienzo. Más bien, siempre estuvo latente y se fue manifestando y despertando en distintos momentos de mi vida. Un primer momento fue en ciertos episodios de la infancia. Al ser bastante curiosa, siempre andaba buscando “cachureos” y libros viejos y eso se reflejaba porque me gustaba leer y esa inquietud me la despertó mi abuela que me leía poesía. No recuerdo muy bien los momentos exactos, pero tengo imágenes en mi retina memorial, un poco desdibujadas en barrocas figuras, donde llegaban a mis manos libros de filosofía, sea a modo de cuentos o historias de la filosofía.

Otro momento, y quizás el más fuerte, fue la influencia de mi padre por la filosofía. Desde que era pequeña, siempre lo escuché discutiendo de política, reflexionando especulativamente sobre el presente. Bueno, en tiempos de dictadura, no sólo rondaba el miedo y la paranoia por la persecución, sino había un ambiente de mucho debate crítico. Vivir ese entorno familiar, debatir con mi padre sobre qué es el dogmatismo, el escepticismo y conceptos particularmente filosóficos, no podía no irme por el camino de la filosofía. Mi capacidad especulativa y mi modo de acercarme a la filosofía, trasciende el ámbito netamente académico, más bien es una actitud frente a las cosas.

¿Cuáles son los temas que más le apasionan en filosofía y por qué?

— La verdad, no tengo un objeto de estudio definido y no me gusta tenerlo tampoco. Pensar que cada uno tiene un objeto de estudio definido o una “cosa” del pensar definido, determina el pensamiento y cómo éste se va expresando y se va pensando a sí mismo.  Ahora bien, si debo ajustarme a la pregunta por los temas que “más” me apasionan, quizás más que lo histórico de la historiografía filosófica, me inclino más por las temáticas filosóficas: ontología, estética, política, ética, epistemología. Y, más particularmente, por sus problemáticas y diálogos cruzados entre sí. Para mí no son excluyentes, pues pensar que son parcelas del saber filosóficos, implica una “parcelación” (valga la redundancia) solipsista, la cual puede conllevar un riesgo de caer en atomismos filosóficos.

¿Cómo cree que la filosofía puede contribuir a la sociedad actual? ¿Qué papel cree que juega la filosofía en la actualidad?

— La filosofía, más que un saber teórico o tal como se ha entendido desde su tradición, a saber, como la obligada manera de desenmascarar la permanente ambigüedad del término mismo de “filosofía”, el cual ha implicado, a su vez, formas del saber crítico; a mi juicio, es comprender la naturaleza de su concepto, en cuanto objeto mental con el que se expresa tradicionalmente la filosofía occidental y cómo esto ha tenido la exigencia de, también, ser un saber situado que va restructurando-se históricamente dentro de un sistema de conexiones sociales. En este contexto, pienso que la filosofía cumple la función de ser un elemento de una estructura histórica y social que piensa, de forma viva y real, las diversas relaciones de todos los elementos que constituyen dicha estructura social. Por eso, la filosofía es un saber pensante de lo que existe en una época dada.  Ahora bien, para ejemplificar aquello, la contribución de la filosofía, dentro de su función, es que se constituye como una reformulación dentro de la forma cómo se formula una sociedad en su actualidad y esa reformulación aparece cuando se producen rupturas internas como consecuencia de procesos de maduración y/o crisis. A este respecto, la filosofía nace como una reformulación de la estructura social. A mi juicio, el papel que juega la filosofía y su forma de contribuir en la actualidad es que reformula y piensa las contradicciones internas que van ocurriendo en los procesos sociales y, en este sentido, pone en escena las reformulaciones del pensamiento crítico.

¿Cuál es su opinión sobre la brecha de género en la filosofía?

— El tema de la brecha de género en filosofía tiene varios niveles de reflexión. Primeramente, prefiero hablar en plural y decir: “las brechas” de género, pues creo que existen bastantes y en diferentes órdenes de cosas dentro, en y hacia la filosofía.  Por un lado, existe bastante literatura, por parte de teóricas de género, sobre la filosofía en relación a un saber masculinizado, el cual se ha traducido y ha traducido a la tradición filosófica bajo un falogocentrismo; Por otro lado, a mi modo de ver, es que las que nos dedicamos al género estamos un poco entrampadas en un discurso que ha sido y se ha tornado descriptivo desplazándose a un discurso más bien prescriptivo de la relación teórica entre filosofía y género. Creo que, desde el punto de vista teórico, es necesario salir del diagnóstico de esa relación y ver formas de situar esas teorizaciones a prácticas que se legitimen en diversos espacios críticos del saber. Por ejemplo, quizás sería ya conveniente comenzar a hablar como sujetas de enunciación ahí donde sus conceptos fracasan en las categorías que han envuelto las teorizaciones del género, indagar en sus límites de viabilidad, en cuanto discurso de los géneros filosóficos.

Sin ir más lejos, la adjudicación de proyectos ANID, en filosofía el año pasado, en relación al Fondecyt de Iniciación, sólo se lo adjudicó una mujer de la Universidad Austral; así como también, respecto a la adjudicación de Fondecyt post-doctoral que también fue una sola mujer la que se lo adjudicó. Hay mucho por legislar y cambiar al respecto pues se actúa bajo criterios de ordenanza, de equilibrio que no cambian mucho las brechas en la academia y la investigación. Se piensa en una suerte de democratización en la paridad de género, pero el término paridad lo pongo en discusión cuando se trata de formas de distribución solamente. Quizás esos órdenes distributivos amparados en ordenes de equilibrio pueden generar formas más bien de desdemocratización. Es un tema a reflexionar.

Eso, por una parte. Otro nivel de reflexión, es cómo esto se empirisa en la academia y ahí las desigualdades son muy visibles. Se suele comprender la incorporación de las mujeres en los espacios académicos desde un patrón de equilibrio, entendido éste como en la tradición arcaica griega de Dike que, por derivación, se ha comprendido como justicia. Entonces, la academia instala espacios y oficinas de paridad de género pensando en este Dike o justicia pero que sigue operando a partir de dicho patrón de equilibrio; no obstante, es un operador para procesos de contratación y acreditación donde la mujer sigue operando (valga la redundancia) como un producto o dispositivo de intercambio.

¿Cómo ve la relación entre la filosofía y otras disciplinas, como la ciencia o la tecnología?

— Es decir, la filosofía dialoga constantemente con otras disciplinas, pero de forma subyacente. En las ciencias, cuales quiera que fueren, hay problemáticas filosóficas al momento de levantar un problema de investigación. El asunto que advierto es que no se visibiliza la reflexión filosófica porque las ciencias, su episteme, está muy enmarcada en métodos de observación empírica que sólo busca resultados cuantitativos y de impactos fácticos muchas veces para ver sus estándares e indicadores. Pero, ya preguntarse por qué las ciencias operan así es preguntarse por el modo epistemológico de su saber y eso ya es una problemática filosófica. Lo mismo ocurre con la tecnología, el problema de la techné o la técnica siempre ha estado en las sociedades, pero hoy cabe preguntarse cuál es la racionalidad actual de estas tecnológicas, es decir, de esa techné que se ha vuelto instrumental.

¿Qué consejos daría a estudiantes de filosofía?

— Que se atrevan a pensar y discutir los parámetros normativos de los modos de pensar subjetivos en la época actual y sus propias maneras de habitar su época. Y cuando digo esto es que aprendan a detenerse, primeramente, en la comprensión racional del mundo actual. Que tomen distancia del carácter inextirpable de las cosas, de la relación entre las palabras y las cosas. Existen cosas tan usuales que permanecen imperceptibles ante nuestros acostumbrados ojos, a veces ni siquiera reparamos en eso porque se encuentran de alguna manera en nuestros modos habituales de acción. Eso, por una parte. Respecto a la disciplina misma, que se atrevan a discutir y dialogar a los autores, que no se queden con lo dado por el profesor y profesora. Que suelten la pluma de su escritura, que despierten la mirada crítica pues eso se convierte en una actitud crítica. Finalmente, que desarrollen y pongan en marcha procesos de “formación” de dar-se-forma en un hacer crítico, autocrítico y autónomo, desplegándolo no sólo durante su formación como futuros profesores de filosofía sino también que lo proyecten a las alumnas y los alumnos que van a “formar”.

¿Qué autoras de filosofía recomendaría a alguien que quiere iniciarse en la disciplina?

— Muchas, de Chile: Olga Grau, Alejandra Castillo, Valentina Bulo, Cecilia Sánchez, por nombrar algunas. Extranjeras: Catherine Malabou, Judith Butler, Adriana Cavarero,  Begonya Saez por nombrar a otras.

 

“Las opiniones vertidas en la presente entrevista son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.

Crédito: Facultad de Ciencias Religiosas y Filosóficas UCM.

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