Fiestas Patrias y el Significado de la Independencia
Columna de Opinión del Dr. Enrique Muñoz, director de la Universidad Católica del Maule Curicó.
Cada 18 de septiembre, los chilenos celebramos con orgullo las Fiestas Patrias, una tradición arraigada que nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad nacional. Sin embargo, al revisar los hechos históricos, surge una pregunta interesante: ¿por qué celebramos el 18 de septiembre y no el 12 de febrero, fecha en la que realmente se proclamó la independencia de Chile? Este dilema nos revela la complejidad de la historia de nuestro país y nos recuerda que la independencia no fue un suceso puntual, sino un proceso que abarcó años y estuvo marcado por factores internos y externos.
El 18 de septiembre de 1810, Chile formó su primera Junta Nacional de Gobierno, pero esta no declaró la independencia política, económica y cultural. En ese momento, los criollos, quienes conformaban la aristocracia terrateniente chilena, juraron lealtad al rey de España, prisionero por la invasión napoleónica. Fue una manifestación de autonomía, sí, pero aún dentro del marco de lealtad a la Corona española. En contraste, la independencia efectiva de Chile comenzó a gestarse con la derrota de los españoles en la Batalla de Chacabuco el 12 de febrero de 1817, y un año después, Bernardo O’Higgins firmó el Acta de Independencia.
¿Por qué entonces la fecha del 18 de septiembre se convirtió en la celebración oficial? La respuesta es más política que histórica. Después de la renuncia de O’Higgins como Director Supremo, la clase dirigente, dividida en sus opiniones sobre su legado, necesitaba una fecha que unificara al país. O’Higgins fue visto como un dictador por algunos sectores, lo que generó resistencia hacia la fecha del 12 de febrero. En lugar de celebrar un día asociado a su figura, se decidió por un símbolo más neutral y de consenso: el 18 de septiembre, fecha que representaba el inicio del camino hacia la independencia.
Este debate histórico sobre la fecha no es menor, ya que refleja las tensiones políticas de la época y las diversas interpretaciones de lo que significaba la independencia. Para algunos, fue una lucha por la autonomía económica, para otros, una cuestión de soberanía política. En todo caso, la verdadera independencia de Chile fue un proceso prolongado, que incluso culminó años más tarde, en 1826, cuando los españoles fueron expulsados de Chiloé.
Hoy, en el siglo XXI, miramos hacia atrás y comprendemos que nuestra historia no es un relato simple ni lineal. La independencia, al igual que muchos otros procesos históricos, está llena de matices y factores ideológicos, políticos, económicos y culturales. La decisión de conmemorar el 18 de septiembre, más que una fecha de independencia real, simboliza el inicio de un proceso de transformación que no solo definió nuestra soberanía, sino también nuestra identidad como nación.
A medida que celebramos nuestras Fiestas Patrias, es importante recordar que la historia está viva. Nos invita a reflexionar sobre qué entendemos por independencia hoy en día, en un mundo interconectado y globalizado. Si bien somos un país políticamente independiente, nuestras dependencias económicas y sociales con otros países siguen presentes. El desafío, entonces, es mantener viva esa reflexión sobre nuestra independencia y cómo esta sigue moldeando nuestra identidad y futuro.
¡Felices Fiestas Patrias!