Expertos coinciden en la necesidad de mejorar el paso del kínder a primer básico
Llaman a colegios y padres a comprender las reacciones que naturalmente tienen los niños al enfrentar este radical cambio, de un sistema estimulante, libre y entretenido propio del nivel parvulario a uno rígido y basado en la disciplina, como lo es la educación básica.
Uno de los cambios más bruscos y complejos que deben enfrentar los niños en su formación educativa es el paso del kínder al primero básico, tema sobre el cual los expertos coinciden en que se hace necesario pensar diferentes estrategias para apoyar una adaptación adecuada, tanto en los colegios como en las casas.
Según la psicóloga de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica del Maule (UCM), Carolina Daneck, esto afecta especialmente a los niños que han estado desde la sala cuna en el sistema de educación parvularia. “Ese sistema les permite levantarse cuando ellos quieren, ir al baño, no los obligan a usar uniforme, la jornada transcurre entre juegos y canciones en salas entretenidas. Luego llega diciembre, pasan 60 días y entran a primero básico con un panorama completamente diferente, donde no se les permite levantarse cuando quieren, se espera que estén callados, no son las tías las que te educan, hasta las necesidades fisiológicas son restringidas, no se puede ir al baño cuando uno quiere”, explicó.
Para la profesora Leonor Cerda Díaz, directora del Departamento de Formación Inicial Escolar de la UCM, la falta de articulación entre los niveles de transición de educación parvularia y 1ro. básico, es un problema que se viene abordando desde hace décadas. “Desde el Ministerio de Educación se ha hecho énfasis en que todos los establecimientos educacionales con niveles de transición y enseñanza básica cuenten con una Estrategia de Transición Educativa (ETE), en base de los principios de flexibilidad, integralidad, contextualización, participación y priorización, integrando a los padres y apoderados”, desatacó recientemente la académica en su columna “Mejor articulación entre los niveles educativos”.
En general, explicó la directora, “En párvulos se enfoca al niño y niña en forma más integral, rescatando los procesos emocionales, psicomotores y cognitivos, en su crecimiento personal, de desarrollo y de aprendizaje, donde los niños quedan preparados para el cambio y para responder a las demandas del 1ro. básico. Sin embargo, esto puede contrastar con las perspectivas del nivel básico, donde se comprende la autonomía de los niños desde la disciplina, la obediencia de normas y de la adaptación a nuevas formas de interactuar y de aprender”, indicó la profesora.
Entorno adverso y sistema poco sano
Desde este punto de vista, según Daneck, las caras tristes de muchos niños en su primera semana de clases estarían propiciado por la desaparición de todos los elementos estimulantes de la etapa anterior. “Desaparece de la sala de clases todo lo que es estimulante, las salas en los colegios por lo general son muy estructuradas y con bastante poca estimulación. Además, el juego queda de lado, se espera que no se muevan. En realidad, el sistema educativo chileno espera cosas bastante poco sanas de los niños, que no se muevan, que no hablen, que respeten límites, que aprendan a entender las cosas que no se pueden hacer mediante castigo, es un entorno bastante adverso”, sentenció la psicóloga de la UCM.
En ese sentido, la académica hizo un llamado a los colegios para trabajar e implementar estrategias para generar un cambio y generar un soporte para la adaptación de los niños. Por otra parte, el llamado a los padres es a comprender esta situación para que no se colapsen al ver que los niños no pueden adaptarse.
“Generalmente cuando esto que tiene que ver con su salida y normalidad son tratados como niños enfermos o con alguna patología, no niego la existencia de déficit atencional o hiperactividad, pero personalmente discuto bastante esos diagnósticos en primer año básico, se debe esperar un periodo de adaptación y no podemos esperar resultados inmediatos”, indicó Daneck.
La adaptación que se pide a los niños, continuó la experta de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UCM, es en función de las normas educacionales y no sobre lo que es posible en un niño. “Siento que muchas veces lo que pide el sistema escolar es por sobre las capacidades que posee un niño de seis años, con un tipo de pensamiento específico concreto todavía, donde no podemos generar instrucciones o disertaciones que dan los profesores sobre lo que se debe hacer y que no pueden siquiera retener”, sostuvo.