Experto UCM “Falta el apoyo concreto de la autoridad política (…) Sin bosques no hay agua y sin agua no hay bosques”
Dr. Rómulo Santelices, director del Centro de Desarrollo del Secano Interior de la Universidad Católica del Maule, comparte su análisis sobre la importancia de los Bosques en la disponibilidad de agua en Chile y el mundo.
Todas las tendencias muestran que, en forma global, hay un aumento sostenido de las temperaturas y una disminución de las precipitaciones, lo que está provocando una serie de desastres naturales. “Es evidente que, si no se toman medidas en el corto, mediano y largo plazo, muchas especies de la Tierra estarán amenazadas, entre ellas obviamente también está incluido el ser humano”, advirtió el Dr. Rómulo Santelices, director del Centro de Desarrollo del Secano Interior de la Universidad Católica del Maule (UCM), quien nos comparte su análisis en relación a la condición del bosque.
La falta de acuerdos políticos significativos, es el primer factor que, a juicio del experto de la UCM, perjudica el avance en estas materias. Según indicó, lo sucedido en la versión 25 de la Conferencia de las Partes (COP) realizada en Madrid y presidida por la ministra Carolina Schmidt, quedó en evidencia que los acuerdos son insuficientes, ya que se esperaban soluciones concretas y ambiciosas que no se concretaron. “A nivel local, tampoco se observan políticas públicas que impacten de forma global y que cuenten con financiamiento efectivo, que tiendan a la adaptación y a la mitigación de los efectos del cambio climático. Por el contrario, los esfuerzos son valorables, pero insuficientes”, afirmó el doctor Santelices.
Efecto invernadero y pérdida de bosques
La presencia de formaciones boscosas, explicó el director de la UCM, está íntimamente relacionada con el agua, los lugares que gozan de mayores precipitaciones, cuentan con una vegetación exuberante. “Los bosques del sur de Chile, (uno de ellos es la selva valdiviana), tienen unas características particulares, porque allí llueve más que en otros lugares. No obstante, esta condición está cambiando y otras formaciones boscosas están siendo afectadas negativamente”, mencionó.
A esto se sumaría un aumento de los gases de efecto invernadero y la pérdida de bosques, como consecuencia de la acción humana, ya que ambos factores están provocando el cambio climático.
Esto, explicó el Dr. Antonio Cabrera, investigador del Centro de Desarrollo del Secano Interior de la UCM, genera un aumento de la temperatura de los mares y del aire, periodos prolongados de sequía, y la disminución de las precipitaciones. “Estas condiciones están afectando a los sistemas boscosos llevándolos en caso extremo a la muerte. En Chile durante el 2017, el fuego arrasó más de 500 mil hectáreas de sistemas agrícolas, forestales y asentamientos humanos -21 veces la superficie de Talca-. Hoy en día están dadas las condiciones que han generado durante este año los incendios que afectan a Australia, que ya han consumido más 10 millones de hectáreas -más que toda la superficie de las Regiones del Maule, del Ñuble, del Biobío, y de la Araucanía”, comentó el experto de la UCM.
Elementos patógenos
Otro punto importante, menos conocido, pero igualmente nocivo, es la muerte de bosques que no son capaces de resistir el ataque de elementos patógenos que se han vuelto mucho más agresivos, especialmente hongos que están presentes en el suelo.
Al respecto, el doctor Santelices, señaló que “En la Península Ibérica el efecto del hongo Phytophthora cinnamomi ha traído consigo la merma de muchas dehesas (bosque mediterráneo abierto), fenómeno que se ha conocido como decaimiento de la encina. En Chile ya hay evidencia de que este hongo está afectando a algunas especies de nuestro bosque nativo, por ejemplo, la muerte de los bosques de araucaria es muy posible que sea consecuencia del ataque de un patógeno”.
Según el experto, enfrentamos a la posibilidad de que en algún momento parte de nuestros bosques se van a perder por efecto de los incendios o del ataque de elementos patógenos y debemos estar preparados. “Ya nos pasó en el año 2017 cuando los incendios consumieron casi el 55% de los bosques de ruil, una especie endémica, singular, y patrimonio cultural de la Región del Maule que está en peligro de extinción, y no estábamos preparados para enfrentar la restauración de este sistema tan especial”, advirtió el director del Centro de Desarrollo del Secano de la UCM.
“Falta el apoyo concreto de la autoridad política, que se manifieste en el financiamiento de iniciativas que nos permitan resolver las preguntas aún pendientes. En forma conjunta la autoridad política, técnicos e investigadores creamos el plan RECOGE (Recuperación, Conservación y Gestión) para ruil”, explicó el investigador.
No obstante, sería insuficiente mientras no se financien las iniciativas planteadas en ese plan, ya que los esfuerzos deben focalizarse en una primera instancia en aquellos sistemas más vulnerables como el ruil, pero deben extenderse a todos los sistemas de la región, como el Bosque Maulino.
Para poder restaurar o rehabilitar un sistema que ha sido perturbado, expuso el experto de la UCM, es fundamental conocerlo, saber cuánta superficie hay y en qué condiciones se encuentra, así como, determinar mapas de procedencias sobre la base de antecedentes ecológicos y genéticos, tarea fundamental para conservar estos recursos.
Restaurar los bosques
Sobre la importancia de estar preparados científica y técnicamente para restaurar los bosques, el Dr. Antonio Cabrera, enfatizó que “Los bosques nos ofrecen lo que se conoce como servicios ecosistémicos y entre ellos, además de la belleza para la recreación en un mundo tan convulsionado, está la generación de agua”, agregando que “La relación entre los bosques y el agua es, por consiguiente, un asunto crítico que debe ser objeto de atención prioritaria. Las cuencas hidrográficas forestales proporcionan una gran parte del agua que se destina a usos domésticos, agrícolas, industriales y ecológicos”, acotó.
En ese sentido, complementó el doctor Santelices, se calcula que los suelos forestales absorben hasta cuatro veces más agua de lluvia que los suelos cubiertos por pastos, y 18 veces más que los que están desprovistos de vegetación, y que un árbol de 30 metros de altura de volumen medio puede emitir más de 3.000 litros diarios de agua en forma de vapor.
“De acuerdo a la FAO, una gran parte del agua potable mundial proviene de zonas boscosas, y millones de personas dependen del agua dulce de buena calidad que fluye de los bosques. Por ejemplo, los bosques de las montañas Uluguru suministran agua potable a los 2,5 millones de habitantes de Dar es Salaam, la capital de Tanzania. Asimismo, 1,3 millones de personas en Quito y 20 millones de personas en Ciudad de México obtienen su agua potable de bosques de montaña”, detalló el doctor Cabrera.
Según indicó el académico UCM, los bosques ayudan a mantener una elevada calidad del agua, influyen en la cantidad de agua disponible y regulan el flujo de las aguas tanto de superficie y subterráneas. Además, contribuyen a la reducción de riesgos como desprendimientos de tierra, inundaciones y sequías y evitan, además, la desertificación y la salinización.
En este contexto, el Centro del Secano de la UCM y el grupo de genética de la Universidad de Concepción, actualmente están realizando esfuerzos para conocer de mejor manera los bosques en Chile. “Esperamos que se abran más iniciativas de financiamiento, de forma tal de seguir generando conocimiento para el beneficio del habitante de nuestra región, y estar preparados para un futuro no muy halagüeño a causa del cambio climático”, cerró el doctor Santelices.