Experto en educación se refiere a cómo aprovechar las vacaciones de invierno con los niños y jóvenes
El Dr. Gerardo Sánchez, académico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Católica del Maule, entregó orientaciones a los padres, ya que no debería complicarnos que los niños y jóvenes disfruten de sus pasatiempos, valorar el ocio, el descanso y el cambio de rutinas en ciertos momentos del año.
Para los niños y jóvenes en general las vacaciones constituyen momentos esperados del año. Como no, si representan la posibilidad de disponer de tiempo libre, ocio, desconexión, dormir más de lo habitual y dedicar tiempo a aquello que verdaderamente les gusta. Si a eso sumamos un año escolar con un proceso educativo en contexto de crisis sanitaria y en clave de docencia virtual, el término de este primer semestre es un verdadero anhelo y como padres deberíamos mostrar más sensibilidad para dejarlos descansar, disfrutar y conectarse con pasatiempos que los saquen del “modo estudiante” y los conecte con ellos mismos, con la familia, asumiendo la posibilidad de reconstruir nuevos espacios de convivencia y sentido.
Ahora bien, estar en clase y estar en vacaciones más que pensarse como espacios en conflicto, es preciso reconocerlos como espacios de complementariedad vinculados por la presencia de rutinas, temas sobre los que conversamos con el Dr. Gerardo Sánchez, de la Facultad de Ciencias de la Educación de UCM.
¿Usted considera que se deben reforzar los contenidos educativos en niños, niñas y jóvenes en vacaciones de invierno o simplemente hay que dejarles descansar? O ¿Solamente, se debe reforzar los contenidos con aquellos niños y adolescentes que han reprobado o tienen bajo rendimiento?
Me parece que plantearse en esos términos suele ser una posición muy habitual en muchas de las personas. Particularmente, considero que la vida de un niño, niña o joven no puede reducirse al estudio o ser colonizada por la escolarización. Por el contrario, la vida es más que el estudio y tiene distintos momentos que es preciso reconocer, valorar, pero también saber diferenciar. De acuerdo a ello, mientras se está en periodo de clases es esperable hacer todos los esfuerzos posibles – desde la familia y la institución educativa – para que logren atender los deberes escolares y aprovechen las diversas oportunidades y experiencias pedagógicas que se les ofrecen para adquirir aprendizajes de las diversas asignaturas, ampliando así sus perspectivas, comprensiones y sentidos. Y, en consecuencia, cuando llegan las vacaciones no debería complicarnos que disfruten de sus pasatiempos y valoremos el ocio, el descanso y el cambio de rutinas. Sin embargo, este periodo de descanso puede significar momentos de ociosidad (que son necesarios), pero también para desarrollar algún deporte, hobby y cualquier actividad que se identifique con los propios intereses personales de cada persona, pues ello también es aprendizaje y por supuesto, vida.
Cuando los niños han reprobado o están descendidos en su rendimiento académico, generalmente es en relación a contenidos disciplinares. Es importante no olvidar que siempre cabe la posibilidad de recuperar esos aprendizajes supuestamente no logrados.
¿Deben ser las vacaciones en los niños y adolescentes sinónimos de no hacer absolutamente nada?
Creo que las vacaciones deben ser momentos donde presentemos a los niños oportunidades para que desarrollen habilidades sociales, emocionales, e incluso para que desarrollen o adquieran destrezas. Más aun cuando hemos vivido y seguimos viviendo tiempos complejos que ante todo nos han de permitir conectarnos con la vida y los sentidos, con la experiencia y el aprendizaje en los ambientes sociales en que nos desenvolvemos.
En el ocio que se reflexiona, en el pasatiempo que se disfruta y en la actividad que se desarrolla se está siempre aprendiendo. Si bien considero que los momentos de ociosidad son necesarios, sobre todo cuando estamos cansados, creo que estos pueden ser espacios generadores de otras actividades, y de una creatividad que como padres podemos favorecer. Desde ahí pueden surgir ideas de lo que se puede hacer con nuestro tiempo libre y ello implica planificar actividades, llevarlas a cabo, evaluarlas y convertirlas en espacio dotados de sentido.
¿Es saludable que los alumnos, especialmente los de enseñanza básica ejerciten habilidades olvidadas en esa enorme carga de contenido?
Frente a esta consulta particular, es necesario que los niños y niñas sean siempre capaces de utilizar lo aprendido – en términos de contenidos educativos – en las situaciones cotidianas. Por ello, las instancias de vacaciones pueden ser intencionadas, ofreciendo a nuestros niños/as y jóvenes espacios y ambientes con recursos y opciones que les permitan explorar de acuerdo a sus intereses, fortaleciendo así sus habilidades y disposiciones, por ejemplo, escuchar música y acceso a instrumentos musicales, libros con imágenes, cuentos y poesía, acceso al patio o jardín para hacer ejercicios, explorar la naturaleza, o realizar alguna actividad agrícola, o el acto de cocinar los conecta con ellos mismos y su entorno. No dejo de sorprenderme con la habilidad innata en el ser humano para la observación, la investigación y la comunicación que perfectamente podemos favorecer y disfrutar en este modo vacaciones. Todo ello redundará en sujetos dotados de mejores herramientas para llegado el momento enfrentar sus desafíos escolares.
De ser afirmativa su respuesta de acompañar las vacaciones también con algo de estudio ¿Qué actividades recomendaría usted para que los padres puedan motivar a sus hijos a realizar actividades con sus contenidos escolares? ¿Se podría dar lecturas para mejorar la comprensión lectora y/o realizar juegos de azar, o de mesa que faciliten ejercitar la probabilística?
Considero que lo relevante es ofrecer actividades en donde se pueda acompañar y escuchar a los niños. Por eso debemos estar atentos a qué experiencias comparto con mi hijo o hija. Puedo al seguir una receta de cocina, permitir a nuestros niños/as reencontrarse con las matemáticas y fracciones, y los denominados textos instructivos en una verdadera “articulación de aprendizajes”; o dibujar un plano, y con ello aplicar geometría; observar y conversar sobre cómo está el tiempo para aplicar contenidos de ciencias, ver una película para analizar su drama, escuchar la letra de una canción y analizar su poesía, escuchar u observar noticias y analizar el problema, observar una flor y analizar su estética etc. En definitiva, de manera natural y no formada está siempre la posibilidad de aprender, pues el aprendizaje no está desvinculado de la vida, por el contrario, las vacaciones pueden darnos la opción de volver a unir lo que supuestamente se aprende en la escuela con lo que se experimenta en el día a día. Si ello, lo complementamos con la conversación y el diálogo estaremos generando muchas situaciones posibilitadoras de aprendizaje.
¿Se debe considerar un horario para el repaso de contenidos?
Más que pensar en horario para reforzar en vacaciones supuestos contenidos no adquiridos, soy partidario de reforzar el concepto de rutinas, pues ello a la larga ordena mentalmente al sujeto; favorecer la escucha activa con nuestros niños/as y jóvenes para lograr conocerlos y comprenderlos; dejarlos elegir y decidir pues con ello estaremos logrando sujetos autónomos; aprovechar los momentos de encuentro familiar (almuerzo, once, cena) para reencontrarnos en nuestras penas y alegrías, fortaleciendo vínculos; conversar en torno a lo que está sucediendo en nuestro país para que valoren la importancia de mantenerse informados y desarrollar opiniones dotadas de fundamentos. Y particularmente, cuando se trata de niños pequeños sugiero acompañarlos respondiendo a sus múltiples y espontáneas curiosidades. Recordemos que una vez que ellos adquieren un grado de autonomía podrán crear y experimentar actividades de acuerdo a su interés, ritmo y curiosidad.
Finalmente, para disfrutar cada minuto de las vacaciones y considerando las restricciones sanitarias ten en cuenta las siguientes posibilidades: andar en bicicleta en la cuadra, pasear y ser responsable de tu mascota, contemplar tus áreas verdes y el paisaje, invitar a algún amigo o visitar a tus abuelos, incentivar la lectura recreativa con historias que resulten entretenidas, aprovechar los espacios de interacción para conversar y compartir ideas.
Como pueden observar, las vacaciones siempre constituyen una oportunidad para aprender, la diferencia es que probablemente sea –si lo deseamos e intencionamos – una posibilidad de aprender con sentido en una tarea vinculada a la vida y no divorciada de ella. De esa forma cuando vuelvan a clases, probablemente lo harán dotados de mejores y nuevas herramientas. En consecuencia, soy de aquellos que esperan las vacaciones pues nos permiten conectar con la vida misma.
“Las opiniones vertidas en esta entrevista son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.