La investigación financiada por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), ahondó sobre el habitus institucional de tres universidades del CRUCH, y como este se articula, relaciona y/o tensionan con el habitus de los estudiantes provenientes de la modalidad de enseñanza media técnico profesional en el proceso de integración académica y social de su experiencia universitaria.

Con la publicación de un libro correspondiente a la colección “Cuadernos de Investigación” cerró el estudio desarrollado por la Universidad Católica del Maule (UCM) financiada por la Comisión Nacional de Acreditación, el cual puso bajo la lupa la integración académica y social de los estudiantes de enseñanza media técnico profesional a la  universidad, entregando interesantes conclusiones sobre cómo los planteles han ido adaptando en mayor o menor medida su quehacer para el éxito de este grupo de jóvenes que aspiran a un título universitario.

En relación al panorama en Chile, la Dra. Claudia Concha, investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas (FACSE) de la UCM, quien conjuntamente con Caroll Schilling y Gerardo Sánchez, ambos investigadores de la Facultad de Ciencias de la Educación del plantel, comentó en términos generales que “Las instituciones están haciendo esfuerzos interesantes desde la perspectiva de la creación de unidades y/o procesos de acompañamiento a los estudiantes que presentan dificultades al ingreso a la vida universitaria (…) las universidades en Chile no visibilizan claramente a estos estudiantes. Esto dificulta brindar apoyos efectivos tanto en el ámbito académico como socio afectivo”, comentó la investigadora UCM.

Cómo mejorar la integración

En relación a qué elementos deben ser revisados para mejorar la integración al sistema de educación superior de este grupo de estudiantes, los investigadores enumeraron al menos cuatro acciones concretas para apoyar este proceso. En primer lugar, el tránsito que este estudiante vive en el actual sistema educativo, ya que “Son jóvenes con trayectorias diferentes, biografías complejas y modelos académicos más precarizados en su formación escolar. Resulta importante reconocer estos aspectos para apoyar el ingreso y desarrollo de estos estudiantes en la vida universitaria”, explicó la Dra. Concha.

En segundo lugar, es necesario revisar la articulación en los niveles de enseñanza media técnico profesional, con la formación técnico profesional y el pregrado universitario.  Se añade que sería muy deseable la creación de mecanismos de evaluación de la calidad en función de indicadores específicos para instituciones que trabajan mayoritariamente con esta tipología de estudiantes. Se debe considerar que la trayectoria de un estudiante que ingresa en condiciones de desigualdad implica mayores esfuerzos personales e institucionales para alcanzar el aprendizaje y el perfil de egreso declarado, situación que no es visibilizada en los indicadores actuales”, dijo.

Otro ámbito a considerar es revisar el perfil de los docentes universitarios que hacen clases en los primeros años, detalló la Dra. Concha, dado que “Se requiere mayor sensibilidad, cercanía y reconocimiento para brindar una atención integral que aporte a su integración y a la superación de las brechas presentes durante su formación”, indicó.

Por último, surge la necesidad de superar la noción homogénea de déficit estudiantil, la creencia pesimista respecto a sus posibilidades, dando paso a una perspectiva de reconocimiento al sujeto y sus potencialidades, favoreciendo un proceso de formación profesional anclado al perfil real y no ideal de estudiante.

De acuerdo a los resultados del estudio, complementó la Dra. Concha, se reconocieron otros factores que dificultan la integración académica y social de los estudiantes de enseñanza media técnico profesional, como la insuficiente cobertura de la demanda de programas de inducción y nivelación académica que entregan las instituciones de Educación Superior en Chile -significa un alto costo de recursos para las universidades-, la confrontación de los jóvenes a un mundo académico que supone que trae las condiciones mínimas para integrase y responder a las exigencias de la formación profesional, y en tercer lugar, los jóvenes se confrontan con esta realidad para la cual no fueron preparados haciéndose conscientes de la profunda desigualdad estructural en la cual han estado inmersos.

“Todo esto dificulta la integración, y deja al estudiante en un momento de desacople y sentimiento de frustración, dando paso al despliegue de múltiples estrategias personales para sobrevivir que lo llevan a asumir altos costos en su calidad de vida”, puntualizó la investigadora de la UCM.