“Este tipo de manifestaciones en el mundo siempre denuncian y visibilizan contradicciones insostenibles” - Universidad Católica del Maule
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“Este tipo de manifestaciones en el mundo siempre denuncian y visibilizan contradicciones insostenibles”

“Este tipo de manifestaciones en el mundo siempre denuncian y visibilizan contradicciones insostenibles”
22 Oct 2019

Entrevista a la Dra. Sandra Vera, académica de Sociología de la UCM:

“Situaciones como estas son una oportunidad para detenernos a reflexiones más profundas sobre la experiencia completa de un país donde hay pendientes y deudas”, expuso la investigadora.

Ante los acontecimientos en desarrollo, compartimos el análisis de la académica de la Escuela de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas (FACSE) de la Universidad Católica del Maule (UCM), Dra. Sandra Vera, realizada el sábado 19 de octubre:

¿Cómo se entiende y explica el fenómeno de “evasiones masivas” que está ocurriendo en Chile?

Debido a que este hecho ha tenido una velocidad vertiginosa los últimos días, las lecturas que se pueden hacer apuntan a últimos sucesos más visibles. El análisis que podamos hacer pasado un tiempo probablemente contemplará más explicaciones.

El fenómeno de evasiones podría formar parte de un tipo específico de acción colectiva que podríamos llamar como “acción espontánea de masas”. Este tipo de acciones ha existido bastantes veces en Chile y en el mundo. Por eso sacamos a colación estos últimos días la “rebelión de la chaucha” de 1949 cuya causa inmediata también fue el alza de la tarifa del transporte público pero que también reflejaba una crisis política general. Creo que la explosión de estos últimos días representa de manera bastante explícita la indignación propia de la cristalización de una estructura extremadamente desigual en Chile que ha llevado, además, al empobrecimiento de gran parte de la población. Por ejemplo, en los llamados a cacerolazos de este viernes 18 de octubre se señaló la consigna “por la precarización de nuestras vidas”.

Una reacción espasmódica de este tipo se relaciona en gran medida por lo que algunos pensadores (como Axel Honneth) han llamado “desprecio moral” producto de la falta de reconocimiento de la vivencia de algunos. En este caso, despreciar la experiencia cotidiana de angustia porque el salario – producto de un empleo que además la mayoría de las veces tienen a la ciudadanía chilena con una sensación de agobio constante- no alcanza para acceder a una práctica que es imposible no realizar: movilizarse, transportarse. Es desprecio moral pues el mensaje enviado es que esa experiencia no importa. Es en estas actividades que podríamos llamar como “inevitables” (comer, transportarse, etc.) donde se concentran los fundamentos de la dignidad humana. Una dignidad no reconocida se convierte en una experiencia común en Chile. Creo que reacciones “explosivas” como la de estos días demuestran la existencia de un límite. Sin embargo, la forma de mostrar el límite parece exhibir también una crisis de la credibilidad en los mecanismos democráticos. Si se ha acumulado esa sensación de no ser reconocido, escuchado, o de ser una experiencia cotidiana vale menos que otras ¿por qué esta vez se recurriría a formas de protesta que se entienden menos efectivas?

La Fundación Sol señala que el gasto en transporte es el segundo gasto más relevante de los hogares en Chile y-en base al promedio de los salarios en Chile (donde el 70% de las y los trabajadores gana menos de $550.000), el gasto en transporte sería entre el 15 a 20% del presupuesto mensual de un hogar. Es probable que la sentencia sobre la desigualdad en Chile ya se escuche como una especie de “mantra” que por lo tanto se naturaliza y permite vivirlo sin que sea considerado un escándalo. Bueno, probablemente los hechos de estos últimos días sean una forma de volver a modular esta situación extrema para que deje de recitarse de manera pasiva. Las evasiones masivas -que lamentablemente desde ayer ya son manifestaciones que exceden la pura evasión- probablemente envían la señala de falta de resignación ante este panorama. Es la necesidad de mostrar un límite moral y –en específico- la necesidad de retomar la comprensión sobre qué es lo público. No es casualidad que si escuchamos diversas opiniones de transeúntes que se han mostrado en la prensa (muchos adultos mayores) se termina hablando de mucho más que del alza de pasajes en el metro. Salen temas como: las bajas pensiones, la falta de acceso digno a la salud, desigualdad en la educación y los salarios, endeudamiento sin fin, etc. Es decir, una vivencia de desamparo generalizado que ha sido bastante invisibilizada.

¿Se puede entender este fenómeno de manera asilada de otras expresiones similares en el mundo? –indignados en Europa, por ejemplo-

Creo que hay muchos puntos que son comparables. En primer lugar, creo que muchas manifestaciones a nivel global desde el año 2010 sospechan ante la promesa de progreso establecida en la modernidad. La realidad histórica de todos los países ha demostrado que las condiciones de mejora de la vida son muy desiguales y no hay nada que haya podido erradicar esa situación. Más bien ocurre al revés, la condición de vida de gran parte de la población puede empeorar aún más, lo que se contradice totalmente con la promesa inicial. En segundo lugar, se demanda una necesidad de llenar de contenido la palabra “democracia”, la cual presenta muchas grietas y contradicciones tal como se desarrolla en distintos lugares. Por ejemplo, cuando el movimiento del 2011 en España se autodenomina “indignados” se identifica justamente con esta sensación de rabia y límites. En términos inmediatos aquello se refiere a las llamadas medidas de austeridad que precarizaban las condiciones de vida; sin embargo, las consecuencias de este movimiento finalmente apuntaron a cuestionar la forma en que estaba operando la democracia en España y la incapacidad de todos los sectores políticos de hacer una lectura de la crisis. Derivó, por lo tanto, en otras formas de organización junto con la formación también de otras organizaciones y partidos políticos. Este ejemplo podría tener bastantes puntos similares con la situación actual en Chile, la “indignación moral” es un sentimiento colectivo profundo que obliga a llenar de contenido las consignas de la democracia que pueden sonar vacías cuando se contradicen con condiciones de vida materiales, por ejemplo, hablar de “derechos”, “equidad”, “eliminación de la pobreza”, “garantías”, etc.

En síntesis, este tipo de manifestaciones en el mundo siempre denuncian y visibilizan contradicciones insostenibles.

¿Qué consecuencias podrían generar esta forma de manifestación en el caso de constituirse como una forma cotidiana de expresión de descontento social?

Creo que es difícil que este tipo de manifestaciones se hagan cotidianas. La experiencia histórica de este tipo de acción espontánea de masas lo ha demostrado. Es producto de una crisis, esa es la lectura que me parece más adecuada. Es mostrar una situación límite que llevaba mucho tiempo silenciándose.

Sin embargo, hay muchos elementos nuevos que están en desarrollo y que generan incertidumbre: la declaración de un estado de excepción, la extensión de las manifestaciones y la solución política que se dará al problema puntual.

Las leyes, el sistema legal imperante en general se debiera entender formalmente como una protección a la ciudadanía que permite mantener un orden social en que podamos convivir como comunidad-nación. Sin embargo, hay momentos en que hay un desfase gigante entre lo que le se considera legítimo o ilegítimo y lo que dice la ley. Esos son momentos de urgente redefinición de las comprensiones comunes. Es probable que en este momento debemos tener más cuidado con ciertas categorías que suelen aparecer de manera muy automática, por ejemplo “delincuencia”, o “vandalismo”. Situaciones como estas son una oportunidad para detenernos a reflexiones más profundas sobre la experiencia completa de un país donde hay pendientes y deudas. Es peligroso si la situación actual solo es leída como un caos a nivel de seguridad pública donde por lo tanto se presenta la solución represiva como la única medida. Creo que, de manera muy distinta a esto, estamos hablando de la necesidad de una solución política basada en un análisis profundo y honesto sobre los acentuados problemas de la sociedad chilena.

 

“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.

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