Columna de Opinión: Día de la Felicidad y la Infancia

Dra. Sandra Castro Berna, académica de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad Católica del Maule (UCM), sede Curicó.
El 20 de marzo, desde el año 2012, se conmemora el Día Internacional de la Felicidad, ya que la alegría y el bienestar de los seres humanos son reconocidos como aspectos fundamentales a considerar en las políticas de gobierno y a salvaguardar ante la amenaza de crisis nacionales e internacionales, los estragos de los cambios, entre otros.
En los adultos, la felicidad se busca y se espera que sea perdurable, llegando incluso a asociarse con la materialidad. Sin embargo, para los niños(as) resulta más simple y constante, siendo natural y vinculada al bienestar, manifestada en el simple hecho de disfrutar haciendo lo que más les agrada, como divertirse corriendo, carcajear, conversar con amigos(as), jugar, comer rico o participar en una fiesta de cumpleaños, entre otras actividades.
La principal tarea de los padres es reconocer y aceptar que los niños(as) perciben la vida de forma diferente a los adultos, fomentando y priorizando su salud mental, y resguardándolos como personas singulares, sujetos de derechos, en crecimiento y en desarrollo de todas sus potencialidades (biológicas, psicológicas y socioculturales). Esto es fundamental para que sean niños(as) y, a futuro, se conviertan en adultos plenos.
Para fomentar la felicidad en la infancia, es esencial que la familia eduque de manera positiva a través del ejemplo. Promover la independencia y destacar los logros de los niños, por pequeños que sean, ya que el reconocimiento verbal fortalece su autoestima y les hace sentir valorados. Además, se debe permitirles expresar sus emociones y demostrarles afecto, evitando aplicar calificaciones o etiquetas que puedan limitar su crecimiento.
La práctica constante de la gratitud y el reconocimiento, junto con dedicar tiempo a actividades lúdicas—como jugar, reír, pasear, montar bicicleta y compartir comidas en familia—contribuye a atesorar momentos agradables y a crear un ambiente propicio para el desarrollo emocional.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.