Declaración frente a los diferentes acontecimientos
Frente a los diferentes acontecimientos, hechos y situaciones que se han ido suscitando durante el año o se han ido manifestando en la opinión pública en nuestro país como todo lo vinculado a la Iglesia Católica o el movimiento feminista, quisiera compartir con ustedes mi opinión y algunas ideas sobre ello.
En relación a nuestra Iglesia
Muchas han sido las dificultades que han dejado ver un rostro doloroso de nuestra Iglesia, un rostro en el que se ha ocultado el abuso, la falta de empatía, el poder, la falta de caridad. Sin embargo, también ha permitido ver que se levantan voces, entre ellas las del Papa, que humildemente piden perdón y buscan enfrentar las dificultades con valentía y con la ayuda del Espíritu Santo. En este sentido, nuestra Iglesia y todos los que somos parte de ella, debemos ser capaces de generar un cambio que nos permita acercarnos a lo que debemos ser o declaramos querer ser.
En este contexto, deseo manifestar que repudio los abusos cometidos y también creo que es necesario que cada uno asuma las responsabilidades en ello; el silencio, la pasividad, la inconsecuencia, son todos aspectos de lo que hasta hoy hemos construido como Iglesia. El que nuestros obispos, frente a todo lo que el Papa ha señalado, hayan presentado humildemente sus renuncias es un signo de querer dar pasos en la línea de hacer nuevas todas las cosas, por ello esperamos con fe que la decisión del Papa ilumine esa renovación que los mismos obispos han declarado. Del mismo modo, cada uno de nosotros, católicos, debemos dar espacio a la renovación en nuestros corazones y dejar que el Espíritu actúe y fortalezca nuestras acciones y vuelva a poner a Cristo en el centro. Pedir perdón es necesario, así como buscar caminos que vayan dirigidos a la transformación.
Nuestra Universidad debe impulsar la formación en el respeto a la persona y debemos propiciar para ello las instancias que nos permitan cumplir con ese rol. El centro de nuestro quehacer es la persona y el servicio.
En relación a las demandas del feminismo
Hoy somos conscientes de la gran diferencia que existe en trato y espacios de desarrollo entre hombres y mujeres y esa toma de conciencia, sin duda positiva, encierra una tremenda injusticia histórica que se ha ido perpetuando con el tiempo y que en el presente es levantado por muchos movimientos a nivel nacional e internacional. Sin duda y en esto no hay dos opiniones en Chile, se necesita un cambio en nuestra cultura, en la manera de entendernos o de aceptar al otro, en la manera de sentir y en los roles que tendremos en el futuro. A igual trabajo igual salario, es una demanda que encierra parte de esas reivindicaciones, pero también la del trato, el abuso, el acoso que dan cuenta de una manera indigna de relacionarse entre las personas, instrumentalizando o cosificando al otro y la relación misma. Por ello es importante avanzar decididamente en eliminar todo prejuicio que dañe la dignidad del otro, que afecte la relación entre las personas o que esté presente en cualquier instrumento curricular o intención pedagógica. Nuestro norte debe ser siempre el desarrollo pleno de cada una de las personas en su dignidad, respetando siempre la vida, al más vulnerable, la libertad del otro; libertad que está atada indefectiblemente a la corresponsabilidad social, ecológica, cultural, en el sentido que la construcción de la sociedad y de la vida en sociedad es una construcción colectiva con participación de todos.
Nuestra Universidad Católica del Maule, tiene una gran tarea y es formar hacia el respeto de las personas y la construcción de una mejor sociedad. Todo su quehacer, la docencia, la investigación, la extensión, la vinculación, debe estar relacionado a la consciencia de la existencia de otro. Hacemos lo que hacemos porque podemos contribuir abierta y decididamente a los demás.
En este camino, todos tenemos responsabilidad en el servicio y el respeto a los demás. No es sólo frente a las grandes atrocidades que leemos en la prensa o escuchamos en las noticias que levantamos nuestra voz, es también frente a las grandes atrocidades que cometemos día a día, en el trato con nuestros pares, con nuestros estudiantes, con nuestros compañeros, llegando a exigir a los demás, por la fuerza, adhesión a ideas, ya sea por imposición moral o por manejos pseudo-participativos. Nuestra cultura cambia solo si cada uno comienza también en su entorno a marcar la diferencia; en el saludo, en el respeto, en el trato, en el escuchar, en el responder a las obligaciones, en el reconocer los derechos, en el discutir respetando siempre la opinión del otro, en la generación de oportunidades para el desarrollo. No se trata de que estemos todos de acuerdo en ideas y opciones filosóficas, se trata de estar de acuerdo en la dignidad de toda persona, en esforzarse por terminar con todos los resabios de maltrato al interior de nuestras aulas, oficinas, patios, centros de prácticas, campos clínicos, en fin, en todo terreno. No importa que título o que grado hayamos alcanzado, no importa lo que tengamos o donde vivamos, esas diferencias no alcanzan para diferenciarnos en dignidad, por lo que ninguno está por sobre otro y eso debemos ser capaces de vivenciarlo diariamente, con más fuerza aún, aquellos que tenemos la responsabilidad de educar y ponernos al servicio de los demás.
Dr. Diego Durán J.
Rector Universidad Católica del Maule