Crisis de las Pedagogías Chilenas y su Impacto en el Desarrollo Regional

Declaración Pública Agrupación de Universidades Regionales de Chile (AUR).
La educación ha sido una preocupación primigenia de familias, pueblos y naciones. En Chile muchas comunidades se auto organizaron para construir sus escuelas y tener maestras y maestros. La educación ha sido un instrumento de rescate de la memoria y sabiduría ancestral, incorporación de valores y saberes, una puerta para conocer el mundo y una herramienta para entender los desafíos actuales y futuros.
Las escuelas normalistas formaron maestras y maestros, claves en el desarrollo de nuestra civilidad. La Ley de Instrucción Primaria, otras leyes y políticas públicas agregaron nuevos principios y obligaciones al Estado y sociedad. Así se construyó un Chile que asumía que la educación era la base del desarrollo, el camino para la realización de las personas y el mejor bienestar de las familias. Gobernar es educar, lo sintetizó sabiamente.
Las universidades regionales surgen de comunidades que necesitaban técnicos y profesionales capacitados para hacerse cargo de las necesidades locales de la salud, educación, vivienda, infraestructura, transporte, de la economía, entre otras. Ellas formaron personas con principios, capacidades y conocimientos que han impulsado el desarrollo cultural, social y científico. La formación de docentes, que darían vida a parvularios, escuelas y liceos estuvo en las partidas de nacimiento de estas instituciones.
Sin embargo, en años recientes las pedagogías han visto reducido su atractivo para quienes ingresan a las universidades. El MINEDUC -Apuntes 91 de septiembre 2025- al analizar las variaciones de la oferta y de la matrícula en el primer año de las carreras de pedagogía en Chile concluye: “En el periodo 2016-2025, las carreras regulares de pedagogía disminuyeron en 460 programas a nivel nacional”. La caída de los programas se refleja en la matrícula. La cantidad de estudiantes ingresados el primer año a carreras de pedagogía bajó de 27.333 en 2010 a 13.064 en 2025, es decir una reducción del 52%.
En varias regiones, especialmente de zonas extremas, con menor desarrollo relativo o baja población, los programas de pedagogías enfrentan mayores dificultades. Las brechas de escolaridad derivadas de la educación básica y media hacen que los puntajes PAES tiendan a alejarse de la media nacional, lo que requiere implementar cursos de nivelación. El menor número de estudiantes por sala de clases genera dificultades académicas y en la sostenibilidad financiera de las carreras. Estos y otros factores explican la inexistencia de algunos programas de pedagogías como el de ciencias, ausente en las regiones de Tarapacá, Atacama, Los Ríos, Los Lagos y Magallanes; y matemática que no se imparte en Atacama y Los Ríos. Una matrícula decreciente anticipa que más programas desaparecerán.
A la menor matrícula se agrega la migración desde las pedagogías a otras carreras con similares exigencias académicas, pero que anticipan mejor retribución laboral. Una parte de los titulados (as) no ejercen como docentes o abandonan su ejercicio a los pocos años. En esto influye el agotamiento emocional, el desafío de atender situaciones diversas, cambios en la relación docentes-apoderados (as) y deficientes condiciones laborales.
La histórica valoración social de la docencia se ha debilitado, y ejercer esta noble labor es un desafío crecientemente insostenible. Esto se traduce en que en 2025 el déficit llegó a 26.000 docentes idóneos a nivel nacional y se elevará a 33.000 en 2030 según el CRUCH.
Una crisis tan compleja no se resuelve con medidas simples o aisladas como la ley vigente que, buscando mejorar la calidad de los docentes, determinó que el puntaje mínimo para ingresar a una carrera de pedagogía sube de 502 a 626 puntos en la PAES.
Si esta medida se hubiera aplicado en 2025, alrededor del 50% de los estudiantes no habrían podido ingresar a estudiar pedagogías por la vía regular. Sólo como ejemplo, la U. Austral bajaría un 48% su matrícula, la U. de Talca un 53%, la UCSC lo haría en un 41%, y la UMAG un 59%. Asimismo, la U. de La Serena anticipa 250 estudiantes menos cada año.
Universidades regionales, por su misión, compromiso y contribución al desarrollo del país, mantienen las pedagogías con un considerable esfuerzo administrativo, académico y financiero. La pérdida del 50% o más de la matrícula indudablemente afectará la gestión administrativa, académica e imposibilitará la sustentabilidad económica para su adecuado desarrollo y el cumplimiento de los exigentes criterios de acreditación.
La educación no puede sostenerse sin educadores. Es incomprensible que el Gobierno y el Congreso no hayan abordado con la urgencia necesaria la demanda del CRUCH y AUR de evitar la previsible tragedia de la educación chilena. Urge actuar ahora, pues menos docentes es hipotecar el futuro y el desarrollo del país.
El tema exige un análisis serio, riguroso, por ello, debemos partir reconociendo que en la fase docente la calidad de las pedagogías está resguardada por el sistema de acreditación vigente; y, en la fase laboral, se requieren medidas que doten el ejercicio de esta noble labor de condiciones dignas, apoyos efectivos y la restauración de la debilitada valoración social.
Somos enfáticos, el puntaje en la PAES no garantiza buenos profesores y profesoras, pero sí lo garantiza una universidad con carreras acreditadas, con acompañamiento, con asignaturas de excelencia, infraestructura adecuada y vinculación pertinente con el entorno.
Las 22 universidades regionales agrupadas en la AUR cumplen su compromiso con la educación chilena, confiamos que lo mismo harán las autoridades del Gobierno y del Congreso dando real atención a un tema prioritario para el país y su futuro.
Regiones, 03 octubre 2025