Históricamente, la formación profesional ha intentado dar respuesta a las demandas de la sociedad. En este intento, los perfiles de egreso y proyectos formativos incorporan conceptos como profesionales íntegros, formación ética, habilidades blandas, prácticas intermedias, socialmente responsables, vinculación con el medio, paridad de género, inclusión, entre otros.

En este contexto, la docencia universitaria también ha sido tensionada. Ya no es suficiente una formación centrada en lo disciplinar. Las metodologías expositivas por sí solas no dan respuesta. Las evaluaciones que solo califican aspectos teóricos tampoco contribuyen a resolver el problema. Y así como estas existen otras tensiones que los académicos experimentan en el día a día de su ejercicio docente.

Estas tensiones no son ajenas a la docencia en el área de ingeniería. El trabajo docente en el aula debe contemplar aspectos que van desde la motivación del estudiante hasta el desarrollo de habilidades del pensamiento complejo, habilidades sociales, actitudinales y procedimentales, que constituyen las dimensiones de la competencia del futuro egresado (Modelo Formativo, UCM). Sin socializar con los pares, sin reflexión colectiva, sin acuerdos pedagógicos, superar estas tensiones es más difícil aún. El trabajo individual profundiza las brechas y limita la colaboración profesional.

Abordar estas tensiones en la sala de clase no es un desafío menor. Se requiere profundo conocimiento disciplinar, contar con herramientas pedagógicas, tiempo y condiciones administrativas para planificar el trabajo docente. No solo eso. También se requiere un trabajo reflexivo y colaborativo que permita tomar decisiones que favorezcan aprendizajes significativos que den cuenta del perfil de egreso comprometido.

Una instancia que propicia el trabajo reflexivo y colaborativo es la comunidad académica. Se define como un espacio que permite construir relaciones profesionales y de equipo con colegas, donde se promueve el diálogo sobre aspectos pedagógicos y didácticos, reflexionando e intercambiando sistemáticamente visiones y experiencias sobre sus prácticas y el aprendizaje de sus estudiantes. Sus aportes han sido descritos y reconocidos en las distintas áreas de la formación profesional.

Considerando que la instalación de comunidades de aprendizaje constituye un aporte para el mejoramiento de la docencia universitaria, el proyecto Ingeniería Conecta UCM 2395 trabaja con docentes de la Facultad de Ciencias de Ingeniería en la instalación de éstas. En las sesiones realizadas se ha valorado la posibilidad de compartir experiencias docentes, las dificultades que enfrentan y reflexionar para avanzar en la búsqueda de soluciones colectivas.

Los docentes de las escuelas de Ingeniería Civil, Ingeniería en Automatización y Control e Ingeniería Civil Industrial de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad Católica del Maule, han participado activamente en la instalación de las comunidades de aprendizaje, reconociendo en ellas la posibilidad de mejorar los procesos de aprendizaje de los estudiantes mediante la socialización de sus experiencias, preocupaciones y expectativas. Las dificultades que enfrentan en la sala de clases y en el proceso formativo no son pocas y sus implicancias en el futuro son mayores, por lo que este espacio se transforma en una posibilidad de reflexionar, pensar y soñar en soluciones posibles.

Nadie dice que es fácil. Es difícil encontrar los tiempos, implementar acuerdos, más difícil aún sistematizar y evaluar para retroalimentar y mejorar. Es posible que sea necesario retomar algún resultado esperado. Sin embargo, las comunidades de aprendizaje son una posibilidad cierta para avanzar en una mejor docencia porque permiten abordar el aprendizaje desde una perspectiva profesional y colaborativa, que trasciende el trabajo individual de la sala de clases y reflexiona en torno al quehacer docente desde la perspectiva del estudiante como ser humano en formación profesional.

Crédito: Proyecto Ingeniería Conecta UCM 2395.