Columnas de opinión: Día del Agua: crisis social, económica y sanitaria
Dr. Ricardo Castro, académico de la Escuela de Agronomía de la Universidad Católica del Maule, experto en Agroecología y Agricultura Orgánica.
Desde 1992, el 22 de marzo fue proclamado como el Día Internacional del Agua para promover la conciencia sobre el uso de los recursos hídricos en el planeta de forma sostenible. Luego de 28 años podemos decir que se ha fracasado en tal objetivo, si desde ese tiempo, en el cual ya existían los estudios y proyecciones científicas apocalípticas, hubiésemos tomado acciones significativas, de seguro que las condiciones actuales serían distintas.
El problema radica en la comprensión del ciclo del agua dulce en la tierra, el cual es explicado generalmente como la evaporación del océano que luego precipita en el continente, vuelve por los ríos al océano. Sin embargo, esta visión simplificada es incorrecta, los científicos han calculado que, en promedio, a nivel mundial cerca de dos tercios de las precipitaciones continentales dependen de la evapotranspiración de las comunidades vegetales de una cuenca hidrográfica, mientras que a nivel ecosistémico, calcularon que, del agua precipitada, también cerca de dos tercios permanece como “agua verde” en forma de biomasa vegetal en bosques, praderas, cultivos o humedales. El resto es “agua azul”, que se mantiene como agua subterránea y solo vemos fluir superficialmente en forma de ríos y esteros, el 10% de ésta.
Como en los ecosistemas esta proporcionalidad se mantiene, la única forma de aumentar la disponibilidad de agua superficial es aumentando la cantidad de agua verde, que directamente influirá en la disponibilidad de precipitaciones. Por lo tanto, la única salida efectiva y sostenible a la actual crisis hídrica implicaría restituir y potenciar las áreas verdes del territorio.
En este sentido, la reforestación además incide significativamente en la temperatura del planeta, ya que cada árbol en su transpiración enfría proporcionalmente lo mismo que dos sistemas de aire acondicionado, además contiene estructuras o asociaciones con líquenes que permiten la condensación de las nieblas en zonas de altura otorgando una carga extra de agua líquida al ecosistema. En lugar de reducir el tiempo de las duchas en el uso domiciliario, es mucho más significativo reducir la deforestación y en lugar de construir represas o invertir en estructuras de acaparamiento, es mucho más efectivo conservar y promover las comunidades vegetales en las cuencas.
El sector silvoagropecuario depende de la productividad del ecosistema explotado, mientras que la disminución de las fuentes hídricas ha perjudicado indudablemente al sector al disminuir su rentabilidad y aumentar su susceptibilidad a incendios forestales, esto es primordial a la hora de considerar estrategias productivas a futuro, ya que el sector consume casi tres cuartos del agua dulce disponible. Por ello, se requiere un rediseño de los agroecosistemas en el territorio y de las prácticas de manejo que promuevan la acumulación de agua verde, esto implica utilizar cultivos de cobertura, corredores biológicos de flores y plantas aromáticas, cercos vivos. Todo, con el objetivo de incrementar su diversidad vegetal, cambiando el paradigma de nuestra lucha con las malezas y las plagas al considerar las variadas y potenciales relaciones entre los organismos.
Todo lo señalado, además de contribuir al ciclo hídrico disminuye el uso de fertilizantes y plaguicidas, favoreciendo la inocuidad de nuestra fuente alimenticia. Estamos en un periodo de crisis social, económica y sanitaria, que puede agravarse considerablemente debido a la escasez y al limitado acceso al agua de gran parte de la población, tal vez estamos a tiempo y podamos hacer algo, pero lo seguro es que estamos muy atrasados y cada día que pase el costo social y económico de la crisis hídrica en el mundo, será más alto, es hora de reconsiderar las prioridades que tenemos como humanidad.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.