Columna opinión: Sobre Vocación y Sentido
Felipe Franzani, Programa PACE UCM, Centro de Apoyo al Aprendizaje
¿Por qué estudiar? Muchos jóvenes se hacen esta pregunta, no solo durante la adolescencia sino desde mucho antes. Si bien en la superficie se observa un consenso en distintos sectores de la sociedad, así como entre los intelectuales, sobre que la educación es una importante vía para salir de la pobreza económica y cultural, existe un desencanto generalizado entre muchos que han crecido con el prejuicio que leer libros es aburrido o que las matemáticas son difíciles, ignorando el placer y la riqueza que la cultura es capaz de aportar al espíritu, probablemente por la falta de una figura modelo que supiera despertar su curiosidad.
No somos pocos los que pensamos que el consumismo se ha situado como una tendencia dominante, que permea todas las áreas de la vida. La publicidad y el entorno nos bombardean con la idea de que la felicidad se encuentra en gratificaciones inmediatas, como la obtención de ganancias materiales, el sexo, los videojuegos, el carrete o las drogas. En definitiva, en el placer de los sentidos. Sin embargo, aunque los medios de comunicación no lo muestren, la vida contiene mucho más de lo que nos presenta esta imagen superficial, y muchos jóvenes pierden su norte en el camino.
Trabajando en contacto directo con estudiantes de liceos, me he llevado la impresión de que existe una carencia generalizada de sentido vital y una marcada tendencia a proyectar las responsabilidades en otros. Pareciera no haber cabida en esta cultura para referentes positivos que inspiren a darle significado a la existencia. Por otra parte, tampoco contribuye el hecho de infantilizar a los jóvenes hasta el punto de invalidarlos y hacerles creer que no cuentan con las fortalezas y talentos necesarios para enfrentar los desafíos, como pasa muchas veces cuando los padres o profesores tienen un estilo de relación sobreprotector y/o machista.
Cuando actuamos de esta forma, olvidamos que la verdadera felicidad, esa alegría de vivir que incluye sentido y propósito, no se encuentra en las gratificaciones pasajeras, sino en alcanzar los objetivos propuestos, probándose a sí mismo frente a los obstáculos para descubrir cuál es el verdadero valor que se tiene como ser humano. Experiencias como estas son el germen de la autoestima.
(Continuará…)
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.