Columna de opinión: ¿Por qué hay Política y no la nada?
Dr. Cristhian Almonacid Díaz, académico del Departamento de Filosofía de la Universidad Católica del Maule.
Esta es la pregunta fundamental teniendo en consideración la actual situación social de Chile después de 50 días desde el inicio de la crisis social que ha desnudado y puesto en cuestión muchos de los imaginarios construidos respecto a lo que somos como país. Es una pregunta que urge y es extremadamente trascendental ya que la Política es el único medio ético con el que contamos para el restablecimiento del sentido que necesitamos como sociedad. Estamos conscientes que decirlo así parece contraproducente, pues muchos son los diagnósticos que indican que las formas actuales de la política institucional son parte del problema, por tanto, difícilmente podrían ser parte de la solución.
No resulta difícil comprobar la veracidad de este diagnóstico cuando vemos que muchas de las decisiones y estrategias políticas que se han implementado o se pretenden implementar, incluidas medidas de excepción y proyectos urgentes de ley para entregar más poder policial y abrir eventuales campos de acción a las fuerzas armadas (sin distinguir con solidez la evidencia que separa hechos de delincuencia y las legítimas manifestaciones sociales), lejos de colaborar en una narrativa que descomprima la crisis, terminan por enardecer los ánimos y ahondar el quiebre entre la clase política y la sociedad.
Nuestra pregunta, sin embargo, expresa la palabra Política con mayúscula. Y eso indica que apuntamos no a esta o aquella política en el actual escenario. Al decir Política nos referimos a aquella gran actividad ética, dirigida a la meta humanizadora de la sociedad. En ese marco la respuesta que proponemos es “hay Política y no la nada, porque hay alguien y no nadie”. Es decir, el sujeto humano es razón de ser y centro de la Política. Bajo esta referencia podemos iluminar y comprender muchos de los acontecimientos políticos de los que somos testigos. La pequeña política basa su acción en la prevalencia de los intereses partidistas o en los recursos económicos en el entendido que afectan a las personas. El razonamiento político bajo esta lógica es: “Si resguardamos nuestras ideas y el bien material, resguardamos al bien de las personas como consecuencia”. Pero desde la Política podemos invertir ese razonamiento para decir: “Porque los sujetos dentro de la sociedad son el valor preponderante, ponemos al servicio de las personas nuestras ideas y recursos materiales con los que contamos”.
Si la Política impera saldremos fortalecidos de nuestra crisis social. La acción Política requiere para ello recurrir a la palabra, pues se sostiene gracias al razonamiento intersubjetivo como un elemento vital. Esta Política no se hace en el despacho, sino que se despliega en la red de relaciones y referencias existentes en el entramado de la sociedad. Por esta razón la gran Política no tiene lugar en el aislamiento ejecutivo o cameral, en el atrincheramiento de nuestras posiciones ni menos en las medidas de resguardo de la paz social vía imposición de la fuerza. Solo dialogando es posible comprender, desde las diferentes posiciones, el mundo que está entre nosotros para establecer en conjunto las medidas estructurales y efectivas que mejoren las condiciones sociales que compartimos.
El descubrimiento del “quien” en contraposición al “que” exige un descentramiento brutal, pues nos demanda no imponer nuestra narrativa subjetiva sino, ante todo, atender dialógicamente a las narrativas de la alteridad. En este entrelazamiento fructífero emergerán las nuevas narrativas que necesitamos para la elaboración de un nuevo proyecto socio político que vuelva a reintegrarnos en la unidad y la paz que todos anhelamos como un derecho, pero también como un deber para no caer en la nada.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.