Columna de opinión: ¿Entre lo moral e inmoral? Fuga de datos afectan la credibilidad de la banca nacional
Pedro Severino González, director de la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad Católica del Maule.
Pareciera que cada vez se toma con mayor normalidad y naturalidad los hechos noticiosos que atentan contra el bienestar de cada uno de nosotros, eventos que resuenan con mayor eco en los medios de comunicación, cuyos principales protagonistas son individuos que presentan un comportamiento que se reconocen por una falta de sentido común, ética y responsabilidad social.
En particular, ¿Cómo se puede comprender la filtración de datos de tarjetas de crédito y débito? Pregunta difícil de responder ya que se debe profundizar en la complejidad del ser humano que no se limita exclusivamente en la determinación de causas y posibles efectos cosméticos. Sino más bien, se debe tratar de comprender las características y particularidades que configuran la personalidad de los individuos, del cual se desprenden emociones, experiencias y, aprendizajes que conducen su actuar.
El hecho se hace público el martes 11 de junio a través de un comunicado de prensa emitido por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), dando cuenta que un total de 13 instituciones financieras bancarias y no bancarias se vieron involucradas en la filtración de información de más de 41 mil tarjetas de crédito y débito. Por otro lado, las mencionadas instituciones procedieron al bloqueo de cada uno de los documentos electrónicos, mecanismo que pretende evitar la masificación de posibles fraudes. Generando un descontento colectivo y una desconfianza generalizada en la sociedad, producto de un frágil sistema de seguridad de datos y manejo de información confidencial.
Ahora bien, ¿Qué podemos hacer? Dicho comportamiento puede ser intencionado por todo un sistema que, a través de políticas educacionales puedan intencionar una formación basada en principios y valores éticos socialmente responsables. Conduciendo al desarrollo de competencias éticas que permitan la discriminación entre lo correcto e incorrecto, entre lo adecuado e inadecuado. Incentivando, en cierta medida a la configuración de una sociedad más empática, socialmente responsable y, tolerante de las diversidades presentes en la sociedad.
Finalmente, es importante precisar que cada uno de nosotros integramos un entorno sobre el cual permean aprendizajes ya sean éstos considerados por algunos buenos o malos, cuya corresponsabilidad es producto del espacio que cohabitamos. A través de nuestro proceder podemos forjar agentes de cambios que lideren pequeñas batallas que permitan abanderar una guerra contra la decadencia, la injusticia, la inmoralidad y la irresponsabilidad social.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.