Columna de opinión: La agitación social en Chile y Colombia y la necesidad común de diálogo
Ismael Leonardo Vera Puerto, director del Departamento de Obras Civiles de la Universidad Católica del Maule.
En el segundo semestre de 2019, diferentes países latinoamericanos han tenido agitaciones sociales. La chispa que detonó estos estallidos sociales ha sido diversa: Ecuador, el alza de los combustibles; Chile, el alza del metro; Bolivia, el resultado de las elecciones presidenciales, y Colombia, entre otras, por las medidas económicas que preparaba el actual gobierno.
Sin embargo, y particularmente en los casos de Chile y Colombia, aún existe malestar social, ya que hay temas profundos reclamados por sus habitantes y que no son fáciles de solucionar. Quiero aclarar, que mi reflexión va más por lo vivencial, no desde la voz de un experto, ya que he estado por largo tiempo en las dos sociedades.
Temas comunes identificables en las demandas de los habitantes de los dos países, y que he podido notar en el día a día son el tema pensional, el inconformismo con los políticos, la educación, el reclamo por dignidad y equidad, y uno que se sumó una vez iniciadas las protestas, el actuar de las fuerzas encargadas de mantener el orden público.
Existen también temas particulares a cada país, en Chile, las demandas iniciales por una nueva constitución, en Colombia, el reclamo por el poco compromiso del gobierno con la implementación del acuerdo de paz firmado con las FARC, y me disculpan si se me quedan otras en el tintero.
El hecho en si es que, para poder avanzar, ambas sociedades necesitan tener un diálogo abierto, sincero, con tolerancia y respeto, entre sus habitantes, que incluya estudiantes, trabajadores, empresarios, y demás, pero que también necesita de la clase política. Suena a cliché, pero debe ser así. Además, las soluciones para estos reclamos, requieren reformas profundas, que nos guste o no, pasan por quienes ostentan hoy día la representatividad de los ciudadanos, los políticos, ya que, en una democracia, como la que tienen los dos países, esas son las reglas de juego: elegimos a un grupo de personas por mayoría, que nos representan, y que, por un período de tiempo, se encargan de administrar el rumbo económico y social del país.
De ahí que la conjunción necesaria de los habitantes con sus representantes democráticos, debe decantar en acuerdos, donde se debe estar dispuesto a ceder, ya que nadie tiene la verdad absoluta, para solucionar los demandas comunes o particulares, de las sociedades Chilena y Colombiana, que hoy día se encuentra en un estado de convulsión, del que debería surgir una sociedad más justa y equitativa con sus habitantes.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.