Columna de opinión: Cultura de Seguridad en Salud
Mariana G. Herrera Escobar, académica de la Escuela de Enfermería de la Universidad Católica del Maule sede Curicó.
Muchas veces hemos sido testigos a través de la prensa, redes sociales u otros medios de comunicación, de situaciones que han aquejado a los usuarios en centros de salud hospitalarios y de atención primaria, relacionadas principalmente con una mala praxis. Estas situaciones deben ser motivo de reflexión, que nos lleve a ser agentes activos en el compromiso de realizar una labor de excelencia hacia nuestros usuarios en el día a día.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha establecido dentro de sus prioridades el concepto de Seguridad del Paciente, porque constituye un problema de salud pública en todo el mundo. Tal vez hemos escuchado como un mero dicho la frase “Es más seguro viajar en avión que estar hospitalizado” sin embargo, las estadísticas y la evidencia científica lo corroboran. El año 2018 se publicaron cifras alarmantes respecto a seguridad: los daños causados a los pacientes ocupan el 14vo lugar en la lista de causas de morbimortalidad mundial a un nivel equiparable al de la tuberculosis y el paludismo, el 15% de la actividad y del gasto total en los hospitales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) son consecuencia directa de eventos adversos, la mitad de los errores médicos en la atención primaria son de carácter administrativo, entre otros.
El año 2004, la OMS puso en marcha la llamada “Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente” la cual fue creada con el propósito de coordinar, difundir y acelerar las mejoras en materia de seguridad en todo el planeta. En todas partes del mundo y, en particular en nuestro país, se ha avanzado en estos procesos con el objetivo de que la calidad de la atención esté resguardada para los usuarios. Fundamental fue la promulgación el año 2012 en nuestro país de la Ley N°20.584 que regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a la atención en salud. Por otro lado, se están llevando a cabo procesos de acreditación para prestadores institucionales de salud, entre muchas otras medidas.
La cultura de seguridad de acuerdo a la Agency for Healthcare Research and Quality-AHQR de los Estados Unidos se define como el resultado de los valores individuales y de grupo, actitudes, percepciones, competencias y patrones de comportamiento que determinan el compromiso, el estilo y la competencia de una organización hacia la salud. Uno de los factores importantes para materializar lo anterior es la comunicación tanto dentro de los equipos de salud como con los usuarios. La comunicación efectiva permite identificar las oportunidades de mejora en nuestra labor. De la misma forma, la adecuada y oportuna retroalimentación de los errores en la atención, su corrección inmediata y la entrega de alternativas de solución permite prevenir futuros eventos adversos y a la vez mantener lazos de confianza y compromiso dentro de las instituciones.
Existe la creencia de que los errores derivados de la práctica clínica son consecuencia exclusiva de las acciones individuales, sin embargo, los errores se derivan de procesos más amplios y complejos que involucran no solo a los profesionales sino tienen que ver también con los recursos disponibles, la gestión de las instituciones y las políticas públicas. El error es una condición propia de los seres humanos y por esa misma razón todos estamos llamados a trabajar para que los procesos sean cada vez más seguros y que se mantengan en constante revisión y vigilancia activa. De esta forma los errores se pueden detectar a tiempo reduciendo o mejor aun evitando el daño, pasando de una respuesta reactiva a un comportamiento y trabajo proactivo. A esto estamos llamados todos, en especial a aquellos que estamos a cargo de la formación de los futuros profesionales. Parece tener cada vez más sentido la vieja frase “prevenir es mejor que curar”.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.