Columna de opinión: “Cobertura vegetal nativa versus especies combustibles”
Dr. Ricardo A. Castro Huerta y Dr. Enrique A. Mundaca Ortega, académicos de la Escuela de Agronomía de la Universidad Católica del Maule.
En Chile los incendios forestales han existido históricamente, sin embargo, hoy son cada vez más frecuentes, el ordenamiento territorial del crecimiento silvoagropecuario y urbano ha contribuido de diversas formas al riesgo de incendios. Uno de los factores más importantes es el reemplazo de la cobertura vegetal nativa por especies productivas mucho más combustibles, que además disminuyen las reservas de agua en los ecosistemas. Considerando el calentamiento progresivo del planeta y la disminución en las precipitaciones, especialmente en áreas con clima mediterráneo con estación seca, se generan las condiciones ideales para un incendio forestal, a esto se suma las malas prácticas en el manejo de las podas forestales que acumulan mucho material combustible seco en el suelo.
Estos incendios muchas veces afectan a los asentamientos urbanos, que en general no cuentan con infraestructura suficiente de redes húmedas o sistemas de evacuación de personas, además están construidos sobre territorios con mucha pendiente y difícil acceso. Por otro lado, las estrategias de prevención y análisis de riesgo son deficientes o inexistentes y aunque existen herramientas que incluyen modelamiento integrado mediante sistemas de información geográfica, aún los costos materiales y humanos siguen siendo altísimos, junto a la consecuente contaminación atmosférica y reemplazo de la cobertura vegetal por especies altamente invasoras. CONAF ha señalado recientemente que el 99,7% de los incendios tiene orígenes humanos.
La reducción del riesgo parte por el manejo territorial basado en la comprensión científica de los ecosistemas y sus funciones, con el fin de promover decisiones correctas entre las autoridades, terratenientes y empresas silvoagropecuarias, respecto a las estrategias productivas buscando la sustentabilidad en sus aspectos sociales, económicos y ambientales. Debiese existir una planificación territorial a nivel de cuencas hidrográficas, enfocadas en promover el ciclo del agua, reforestar con especies nativas las zonas devastadas, incluir muchos más cortafuegos en las plantaciones forestales, eliminar la práctica de las quemas agrícolas y realizar importantes inversiones tanto en infraestructura urbana como en la calidad de los materiales de construcción de las viviendas en los sectores de alto riesgo.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.
