Columna: “La descendencia de un misterioso árbol chileno”
Diego Muñoz-Concha, Ingeniero Agrónomo, MSc, PhD y académico de la Escuela de Agronomía de la Universidad Católica del Maule.
Un árbol muy poco conocido, último de su linaje y en peligro de extinción, sólo se mantiene vivo gracias a su capacidad de rebrotar a partir de troncos que han sido cortados o quemados. Las escasas observaciones en la naturaleza indican que la especie no logra reproducirse y hacer crecer nuevas plantas a partir de semillas. ¿A qué se debe este problema? ¿Qué se puede hacer para recuperar la especie?
Como cualquier ser vivo, los árboles tienen un ciclo vital. Comienza con la semilla, que debe llegar al suelo en un sitio propicio para germinar y dar vida a un nuevo individuo. La reproducción por semillas es muy importante porque asegura la variación genética y permite cambios adaptativos que en último término sustentan procesos evolutivos. Pero además de la reproducción por semillas, muchas plantas han desarrollado paralelamente la capacidad para producir descendientes de forma vegetativa, por ejemplo, a través de un rizoma, una raíz o un rebrote, sobreviviendo así ante disturbios intensos.
Este es precisamente el caso del queule (Gomortega keule), un árbol chileno que en la actualidad se mantiene vivo gracias a su capacidad de rebrotar desde la base de troncos que han sido dañados por la tala o los incendios. El queule es una especie conspicua por tres razones. Tiene un fruto comestible que representa una oportunidad para desarrollar un cultivo nuevo. Es endémico de una pequeña área costera en Chile centro-sur, donde se encuentra en peligro de extinción. Y por último, es el único sobreviviente de un linaje entero de plantas, la familia Gomortegaceae, cuyo origen se remonta a más de cien millones de años antes del presente, en los ecosistemas de la antigua Gondwana. Estas razones justifican todo esfuerzo para conservarlo y recuperar sus poblaciones.
Si bien es esperable que el queule tenga un ciclo de vida como el de cualquier árbol, las escasas menciones que se pueden encontrar en la literatura científica respecto a su reproducción por semilla en la naturaleza, indican que prácticamente no hay germinación ni producción de plantas por esta vía, a pesar de que los árboles producen una buena cantidad de semillas en otoño. Esto nos llevó a emprender un seguimiento para observar la emergencia de plantas y su sobrevivencia durante tres años. Los resultados de este trabajo han sido publicados recientemente (1). Tratándose de un aspecto básico para saber si el ciclo de vida de este árbol está desarrollándose, llamaba la atención la ausencia de información o estudios sistemáticos en este punto, fundamentales para avanzar en la conservación de la especie.
A los pocos meses de comenzar las observaciones, durante la primavera del hemisferio sur, registramos la presencia de pequeñas plantas nuevas. Varias de las plantas recién emergidas que observamos en una fecha, desaparecían en la siguiente visita, un mes después. Esto nos indicaba que era muy posible que muchas plantas estuvieran emergiendo, pero también desapareciendo rápidamente, pasando desapercibidas para nosotros. A pesar de la lejanía del lugar y de las restricciones para moverse impuestas por la pandemia del Covid-19, aumentamos la frecuencia de las observaciones durante la primavera para realizar registros cada dos semanas.
La cantidad de plantas que emergían entre la hojarasca no era tan abundante como la de otras especies de árboles en ese mismo bosque. Y, además, existía una alta mortalidad de plantas tempranamente: casi el 80% no sobrevive más allá de tres meses. Aunque la mortalidad temprana de plantas es común en varios árboles, el nivel observado en queule es más alto que en otras especies, lo que, junto a una baja cantidad de plantas emergidas, nos dice que la sobrevivencia en sus primeras etapas es insuficiente para una adecuada regeneración por semillas en esta especie.
La sobrevivencia de plantas de una especie en el bosque puede ser influida por una diversidad de factores climáticos, del suelo, y también biológicos. En el caso del queule, observamos que varias plantas tenían daños atribuibles a la acción de insectos. Pero no podemos descartar la influencia de animales más grandes, como la rata negra, la liebre y el conejo, que han invadido muchos ecosistemas del mundo y también los bosques naturales de Chile. En particular, la presencia de rata negra en la única área protegida donde existe queule es preocupante (2).
Esta reciente observación de la emergencia y crecimiento inicial de plantas de queule en nuestro estudio, es importante para avanzar en la conservación de este árbol. Será necesario indagar con más detalle cuáles son los insectos o animales que están dañando las plantas, y cómo reducir su influencia para lograr la sobrevivencia de su población a largo plazo.
Es muy importante también considerar el entorno donde vive el queule, que corresponde a un tipo de bosque caducifolio costero que es parte de un hotspot de biodiversidad de importancia mundial. Este ecosistema se encuentra gravemente amenazado por el cambio de uso de suelo, donde el bosque natural ha sido reemplazado extensivamente por tierras agrícolas y plantaciones forestales de especies exóticas. Adicionalmente, los escenarios de cambio climático proyectan una disminución del 30% de su hábitat (3). También los incendios son una amenaza creciente, junto con la industria inmobiliaria que subdivide y vende terrenos habitacionales, generando cambios profundos en el paisaje, disminuyendo la cobertura de vegetación nativa e introduciendo plantas y animales exóticos que frecuentemente se vuelven invasivos.
La fragmentación y degradación de la vegetación nativa remanente, produce cambios en el funcionamiento del ecosistema y en el comportamiento de las poblaciones de seres vivos que lo componen. Esto puede estar detrás de la acción de invertebrados y animales que estarían dañando las plantas del queule.
Pero pese al estado de alteración del ecosistema del queule, es perfectamente posible restaurar la vegetación natural utilizando los fragmentos remanentes como puntos de partida para proveer la flora y fauna necesarias. Allí están las semillas para regenerar el bosque y allí se refugian animales e insectos que podrán recolonizar las áreas a restaurar. Se necesita reconocer la importancia de la biodiversidad, unir voluntades y actuar. El futuro de este misterioso árbol, así como el de muchos otros, depende de nosotros.
Referencias
(1)
Muñoz-Concha, D., Vega, S., & Alarcón, D. (2024). Seedling survival of the endangered Chilean tree Gomortega keule (Molina) Baill., queule. New Zealand Journal of Botany, 1–14. https://doi.org/10.1080/0028825X.2024.2381748
(2)
Barceló, M., & Simonetti, J. A. (2020). Rattus rattus, a potential threat to the endangered tree Gomortega keule in the Maulino forest of Chile. New Zealand Journal of Botany, 59(2), 285–290. https://doi.org/10.1080/0028825X.2020.1799041
(3)
Alarcón, D. & Cavieres, L. A. (2015). In the right place at the right time: habitat representation in protected areas of South American Nothofagus-dominated plants after a dispersal constrained climate change scenario. PLOS ONE 10(3): e0119952. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0119952