Científicos coinciden en la urgencia de actuar más que alertar para frenar el Cambio Climático
Si bien los expertos valoran la reciente alerta roja que levantó a nivel planetario la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre la inminente amenaza que representa para la humanidad los efectos del daño al medioambiente, concuerdan en que es un tema complejo de resolver teniendo presente las tensiones entre los intereses económicos y los recursos naturales.
Más de 14 mil evidencias científicas relacionadas con el Cambio Climático fueron las que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) puso sobre la mesa recientemente como argumento para decretar alerta roja planetaria por la amenaza real que representa para el futuro de la humanidad el daño y la sobreexplotación medioambiental que ha marcado el devenir de los últimos siglos en el mundo.
¿Cómo se explica que a pesar de tan rotunda argumentación no se logre generar un cambio radical al respecto? Sobre este punto el Dr. Antonio Cabrera, investigador del Centro de Investigación en Estudios Avanzados de la Universidad Católica del Maule (UCM), declaró que “Yo creo que, sí que hay conciencia, a nivel individual, a cualquier persona que le preguntas, sabe, por norma general, lo que es el cambio climático y lo que implica. El problema es que las medidas que se toman no están siendo las adecuadas, pues la temperatura sigue aumentando y los eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes”.
Y agregó que “El problema de fondo es que hay una lucha entre los grandes poderes económicos y el medio ambiente. El ritmo de producción de hoy en día, y este sistema capitalista, nos llevan a un consumismo extremo que está disparando los niveles de emisiones de CO2. Aunque a nivel personal, podamos hacer un esfuerzo, lo que realmente tendría impacto serían que las grandes industrias produjeran controlando las emisiones en sus procesos productivos”.
Opinión que comparte el Dr. Julien Vanhust, académico de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas (FACSE) de la UCM que “Yo creo que existe una conciencia racional, hay evidencias siempre más certeras de un futuro incierto, pero al mismo tiempo parece que se cultiva una suerte de “inconciencia colectiva”, una creencia irracional que nos permite pensar que nos hacemos cargo del problema -con soluciones técnicas en general, como la energía renovable, el reciclaje o la eficiencia – al mismo tiempo que perpetuamos el modelo cultural que ha causado la misma crisis. Sin embargo, ninguna de las políticas climáticas actuales permite lograr el objetivo de un aumento máximo de 2°, menos de 1,5°. Cumplir los objetivos del acuerdo de Paris equivale a un aumento de 4° como mínimo”, sostuvo.
Bajo las políticas climáticas actuales, mencionó el académico de la FACSE UCM, “Las emisiones aumentan a un ritmo de 1,5% anuales en la última década y seguirán aumentando si se mantienen las políticas vigentes. Según varios estudios, ratificados por el 6to informe del IPCC, es poco probable que logremos evitar un calentamiento de +1,5° global, y para no superar un aumento de +2° global, es necesario dividir las emisiones mundiales por 2 de aquí a 2030 (por eso señalan que lo que haremos en la presente década es crucial y decisivo para el futuro), luego dividir en 2 en los 10 años siguientes (hasta 2040) y así hasta llegar a la neutralidad de carbono”
“Dicho de otra manera, se debería reducir de 8% cada año las emisiones de gases a efecto invernadero si se empieza ahora. Si se empieza más tarde, será necesario reducir de manera más rápida”, continuó explicando. Además, el experto en Cambio Climático, dejó abierta la incógnita sobre ¿Qué tanto estamos dispuestos a cambiar nuestros modos de vida actuales (insostenibles y dependientes de las energías fósiles) para una transición necesaria a un mundo más sostenible?
En ese sentido, afirmó que “Existe una fuerte correlación entre energía y PIB, y una fuerte correlación entre energía y emisiones de gases a efecto invernadero dado que la matriz energética mundial está compuesta por un 80% de energía fósil. Existe entonces una paradoja: por un lado, un reconocimiento de la contradicción entre la proyección del modelo cultural dominante y los límites planetarios, y, por otro lado, el nulo o mínimo cambio en los elementos constitutivos del modelo de cultural insostenible que cimientan la primera afirmación”.
Según expuso, una hipótesis para entender esa paradoja es el artilugio de la simulación que consiste en asumir que se está resolviendo el problema de la urgencia climática (y más generalmente de los problemas socio-ecológicos del Antropoceno) con acciones suficientes (dentro de la gobernanza para la sustentabilidad existente), aunque no tengan correspondencia directa con los problemas y soluciones a las que apelan las evidencias de la situación de emergencia (tales como las entregan el IPCC). “Entonces, a pesar de la inacción (o de la insuficiencia de acción o de acciones en sentido equivocado), se instala y consolida la idea de que se está construyendo la sustentabilidad, mediante mecanismos de auto-engaño individual y societal”, sentenció el doctor Vanhulst.
Historia de alertas climáticas
En la revisión de los expertos, las alertas formales relacionadas al tema climático surgen en 1990 con la publicación del primer informe del IPCC, responsable de la entrega de bases científicas sólidas para dar cuenta del fenómeno físico del cambio climático y el Protocolo de Kioto de 1997, trabajo sobre el que el Dr. Cabrera comenta que “Hacen bien en alertar, aunque ya se viene diciendo desde hace tiempo que el cambio climático es una realidad y que cada vez tendremos eventos extremos de forma más frecuente. Quizás, el alertar se quede corto, y sean necesarias tomar medidas más drásticas al respecto, ya que los escenarios siguen empeorando”, indicó.
Y es que ante tan negativo escenario toda acción colectiva o individual puede en algo ayudar para ir frenando el aumento de la temperatura. “Todo suma, por pequeño que sea el esfuerzo, algo ayudará. Si todo el mundo pusiese de su parte quizás podríamos ayudar a frenar el cambio, pero como dije anteriormente, el gran cambio está en las grandes empresas. Se debe “obligar” a estas empresas a que hagan uso de energías renovables de forma que dejen de emitir gases de efecto invernadero, e intentar alcanzar la neutralidad en las emisiones”, insistió el doctor Cabrera.
Sobre la posibilidad de frenar el cambio climático, el doctor Vanhulst concuerda con lo expuesto por el 6to informe del IPCC. “Da una señal clara y cifrada con relación a la posibilidad de minimizar lo más posible el calentamiento global: La humanidad ha emitido 2.560 Gigatón de CO2 desde 1750, y solo podría emitir 500 Gt más para limitar el calentamiento a 1,5° C. Considerando el límite a 2 ° C, correspondería a 1150 Gt. Estos objetivos suponen no utilizar la mayoría de los combustibles fósiles disponibles bajo tierra. Y, por tanto, son necesarias y urgentes implementar grandes transformaciones tecnológicas, económicas, sociales, culturales y políticas”, puntualizó.