La Dra. Sandra Castro, académica de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad Católica del Maule, Sede Curicó, habló sobre los cambios en las rutinas de los niños y niñas durante el cambio al horario de invierno.

El sábado 2 de abril a la medianoche el reloj se retrasó en 60 minutos, dando paso al horario de invierno, medida que busca tener mayor luminosidad en la mañana, sin embargo, la oscuridad llega más temprano, lo que puede generar un desajuste en la rutina de los adultos, pero también en los niños y niñas.

Ante ello, la Dra. Sandra Castro, académica de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad Católica del Maule, Sede Curicó, señaló que “todo cambio significa un desajuste en la rutina diaria de las personas, no solo de los niños y niñas, que obviamente se ven más afectados en sus necesidades básicas de sueño y alimentación”.

No obstante, la doctora Castro hizo hincapié en que el horario no es lo más importante, sino que son “las horas de sueño que tengan los niños(as), horas suficientes y necesarias según su edad, ya que el déficit de horas de sueño puede influir negativamente en la disposición a los aprendizajes, la asistencia y puntualidad al horario escolar”.

De igual forma la académica de la UCM advirtió que el cambio de hora se avisa con anticipación para que “podamos preparar a los niños(as) pequeños a esta modificación en la vida diaria. Adelantando unos días las rutinas en casa unos 15 o 20 minutos, como despertamos, comer e ir a la cama, adaptándose paulatinamente y que no resulte tan complicado”.

Beneficios y cambios

El hecho de tener luz natural más temprano puede ser beneficioso para el proceso de aprendizaje de los niños y niñas, según indica la Dra. Castro, debido a que “favorece la visión de su entorno, es menos cansador para los ojos, se hace menos fuerza para enfocar lo que se quiere ver y se incrementa la energía para trabajar en clases. Además, sumamos a los beneficios, la temperatura agradable que aún tenemos a esta altura del año, agregando bienestar a nuestros niños(as) en las primeras horas de clases o actividades escolares”.

Y agregó que “La concentración es la más favorecida con la luminosidad natural, los niños(as) se sienten más atraídos por los colores, los movimientos, las imágenes, ilustraciones, entre otros recursos que se utilizan en el colegio”.

La académica de la Universidad Católica del Maule continuó diciendo que “este cambio, al atrasar la hora, se hace más amigable, los niños(as) se despiertan con luz, les invita a ponerse de pie y levantarse rápidamente para ir al colegio, los recreos se hacen interesantes con los amigos(as), hay espacio, buen clima y luz suficiente para jugar sin mayores preocupaciones. Y por las noches, luego de jugar durante el día y hacer sus deberes escolares necesitan la oscuridad para descansar y conciliar el sueño”, señaló.

Sin embargo, no para todos es igual, debido a que para otros niños “levantarse es un poco más difícil, y por las noches pueden que sea complicado dormir, tienen muy pocas ganas de ir a dormir cuando es temprano aún y pueden quedarse dormido en momentos inapropiados, despertar por la noche o asustarse con la luz pensando que se atrasaron. Tan diversos como personas hay en el mundo”.

En cuanto a los procesos alimenticios, la Dra. Sandra Castro indicó que con el cambio de hora se modifica el momento de comer, “eso genera molestias sobre todo en los bebés, que tienen un horario más riguroso y necesario. Ellos sufren de irritabilidad, llanto y desgano para comer”.

“De todas formas, es normal que los niños(as) presenten cambios los primeros días, pero solo por unos días, ya se habituarán a su nueva rutina, seamos pacientes y constantes”, sentenció la académica de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UCM.