A 30 años de la Ex Corde Ecclesiae: ¿Cómo encarnamos en la UCM esta Constitución Apostólica?
El Sumo Pontífice Juan Pablo II promulgó, el 15 de agosto de 1990, la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae (Desde el corazón de la Iglesia), documento fundado en la enseñanza del Concilio Vaticano II y en las normas del Código de Derecho Canónico, que define y regula la identidad y misión de las instituciones católicas de educación superior. Hoy, cuando celebramos 30 años de este hito, reflexionamos sobre cómo encarnamos en el seno de nuestra universidad esta indicación normativa.
“Deseo manifestarles mi profunda convicción de que la Universidad Católica es, sin duda alguna, uno de los mejores instrumentos que la Iglesia ofrece a nuestra época”, expresaba Juan Pablo II en la introducción de este documento que es “un tremendo desafío, pero a la vez una preciosa oportunidad”. Así lo señala el Pbro. Dr. Luis Mauricio Albornoz, decano de la Facultad de Ciencias Religiosas y Filosóficas.
Albornoz manifiesta que el documento da las orientaciones esenciales de una institución de educación superior de inspiración católica que pretende promover la universalidad del conocimiento. Esto, en su opinión, “exige un diálogo con la cultura y un diálogo de la fe con la razón (…) Significa un imperativo ético que esté llamado a favorecer la formación de profesionales con una impronta suficiente hacia el espíritu de servicio. Además, la Ex Corde Ecclesiae invita a dar una perspectiva universitaria que trascienda los principios puramente formativos, para así ofrecer a la sociedad profesionales que puedan dar cuenta de una visión integral”.
Si bien el documento se refiere específicamente a las universidades católicas, también pretende abarcar a todas las instituciones católicas de enseñanza superior. En la introducción del texto, SS Juan Pablo II invitaba a estas casas de estudio “a perseverar en su insustituible tarea”, ya que “su misión aparece cada vez más necesaria para el encuentro de la Iglesia con el desarrollo de las ciencias y con las culturas de nuestro tiempo”.
Constitución Apostólica que exhorta a garantizar la presencia cristiana en el mundo universitario: ¿Cómo vive este llamado la UCM?
“Un elemento que uno ve con mucha gratitud y orgullo como institución es que el medio nos valora de modo destacado por el espíritu de servicio y entrega que reconoce en nuestros egresados (…) Y un documento como Ex Corde Ecclesiae apela precisamente a esa realidad: que la formación de profesionales no sea solamente una especie de compartimento estanco en donde se vacían conocimientos, sino que sea capaz de formar personas dispuestas al servicio de la sociedad, dispuestas a discutir con respeto, dispuestas a comprender un pluralismo en medio del acontecer cultural y social. Es decir, una persona integral. Y la Universidad Católica del Maule ha ido formando a esa persona integral a lo largo del tiempo”.
A 30 años de la Ex Corde Ecclesiae, ¿cuál es el mayor desafío que tiene nuestra universidad para ser referente de diálogo entre razón, fe y cultura?
“El mayor desafío tiene que ver precisamente con la integración del saber en términos de lo que significa el diálogo con la cultura”, resalta el decano Albornoz. Para él, la formación de personas y lo que transforma la realidad de un modo más robusto “tiene que ver con esa integridad en el saber, integridad en el conocimiento y lo que posibilita la búsqueda de un ideario común”.
En esa línea, afirma que los desafíos que actualmente tenemos como país “necesitan de esta integración, de esta convención de elementos culturales, de diálogo con la cultura y en donde la fe tiene también un espacio para dar cuenta de ese ser humano integral que es capaz de dialogar, que es capaz de abrirse a las posibilidades y de interactuar con aquellos que piensan distinto (…) Sin duda, tenemos un desafío muy importante que tiene que ver con el fortalecimiento de esas posibilidades, de esos caminos, de esas instancias que generen el espacio necesario para que esos vínculos de diálogo se puedan dar de manera óptima”.
