Opinión: "El árbol se aleja de mi ventana" - Universidad Católica del Maule
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Opinión: “El árbol se aleja de mi ventana”

Opinión: “El árbol se aleja de mi ventana”
1 Jul 2020

Diego Muñoz, académico de la Escuela de Agronomía de la Universidad Católica del Maule.

Después de tantos días de encierro, me parece que las ramas que veo por mi ventana están más lejos que antes. Ya no siento su aroma, no escucho el viento cuando las mueve, no veo el sol entre las hojas. Sin embargo, aún creo que ese árbol significa algo. El árbol como símbolo tiene una historia tan larga y profundamente enraizada en la cultura como las raíces que, aunque no podemos ver, sabemos que están bajo la tierra.

Uno de los símbolos más fuertes de nuestra naturaleza es la araucaria. Identificamos rápidamente su silueta y la consideramos parte de nuestra identidad. El poder simbólico del árbol nos conecta con la tierra, con la historia, y con nuestra pertenencia al territorio. Pero ¿qué significado tiene el árbol para nosotros los maulinos? Los añosos árboles de plazas y parques tienen una función ornamental presente en el ajetreo diario de la ciudad. Otros árboles son cuidadosamente cultivados en los campos para producir excelente fruta y otros alimentos.

En ambas cordilleras una infinidad de árboles son también cultivados para producir madera y papel. Pero además de los recursos que nos proveen, los árboles son un elemento esencial de los ecosistemas naturales y humanos. Fijan carbono, producen oxígeno, regulan el ciclo del agua, generan y mantienen el suelo, y forman parte de la intrincada red de relaciones ecológicas entre la multitud de especies que existen en los ecosistemas boscosos de esta zona. Estos seres silenciosos que poblaron la tierra hace millones de años, han logrado dominar los paisajes de gran parte del planeta sin recurrir al movimiento. Sin embargo, junto a la humanidad que los acompaña, hoy enfrentan el desafío de adaptarse al cambio climático.

Todavía nos falta reflexionar sobre la importancia de los árboles. Basta mirar nuestras calles para ver pocos árboles, o verlos mutilados producto de necesidades concretas como evitar que se acerquen al cableado eléctrico. Nuestra conciencia y nuestras leyes no han sabido proteger árboles naturales que fueron cortados para dar paso a plantaciones y ciudades. Y ahora, encerrados en nuestras casas, nos parece que los árboles están más distantes aún. Pero no olvidemos que el aire que respiramos, muchos alimentos y otras cosas que necesitamos son producidas por árboles. Que este día nos sirva como recordatorio y reflexión para reconocer esa naturaleza maravillosa que nos rodea y nos mantiene vivos.

Pienso que aún debemos descubrir qué significan los árboles para nosotros, y estoy convencido de que significan muchas cosas. Esas ramas que veo a través de mi ventana son reales, son muy reales. Me conectan con el resto del planeta, producen oxígeno. Y las ramas de otros árboles allá más lejos, producen frutos, madera, captan carbono y realizan otros procesos vitales para mí y para la humanidad. Hoy día celebro a este árbol que parece alejarse de mi ventana, y celebro también todos los árboles que la humanidad puede plantar en el mundo.

 

“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.

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