Columna de opinión: Educación informal para lograr mejores aprendizajes (primera parte)
Daniela Arellano Arellano, facilitadora Programa PACE del Centro de Apoyo al Aprendizaje de la Universidad Católica del Maule.
Es importante que en esta sociedad destaquemos la educación informal que existe en nuestro país, dándole un realce y valoración a lo que se aprende fuera del sistema escolar constituido.
Para aquellos que no estén familiarizados con este término, la educación informal es el proceso por el cual una persona recibe una educación a través de un aprendizaje directo o indirecto de una enseñanza, la cual ocurre de forma aislada del sistema escolar vigente y que no conduce a un título reconocido por el Ministerio de Educación.
Esta es la primera educación que recibimos en nuestros hogares, a través de nuestros padres y familiares, y forma parte primordial para el desarrollo valórico y humano de las personas. No solo esto conforma una educación informal, sino que también la lectura de un diario, la visita al cine o teatro y muy en especial los talleres de artesanos, de repostería, de costuras, de carpintería, los reparadores de calzado, entre otros.
Actualmente algunas instituciones y/o municipalidades ofrecen diversos cursos en los cuales forman monitores, para que luego ellos transmitan sus conocimientos a un grupo de personas que lo solicitan. Por ejemplo, un grupo vecinal desea aprender a confeccionar manualidades con materiales reciclables, para esto postulan en la institución o municipalidad que ofrece estos talleres y son ellos quienes les entregan materiales, y el monitor o monitora para que les enseñe y muestre los procesos que se deben seguir en esta técnica.
Un ejemplo muy importante de educación informal y que ocurre en nuestra región, es la de los dueños de un terreno agrícola, ellos comienzan a testear cuál es el tipo de suelo que tiene, qué fruto será el que se adapte a este suelo y le dará mejores ventas, como respetar los ciclos productivos sin tener periodos de perdida material y monetario, es decir, el agricultor debe pasar por un periodo de capacitación y por ende de aprendizaje donde se familiariza y concientiza con la labor que debe realizar.
Cabe destacar que este tipo de educación informal ocurre de forma oral y práctica, por lo general no existe un manual o libro guía que seguir, depende mucho del que está transmitiendo el conocimiento. No existe una sistematización ni forma única de enseñanza.
En algunos casos es un saber que se transmite de generación en generación. Tal es el caso de los trabajos en la agricultura.
En estos aprendizajes informales se adquiere también un nuevo lenguaje o una matemática no antes vista por el sujeto. Este nuevo lenguaje es técnico y se alcanza una vez que la persona se internaliza más y más en lo que está haciendo y aprendiendo. La matemática está presente en la distancia óptima que debe tener una semilla con respecto a otra para que germinen de buena forma, o la cantidad de lana que debe tener un chaleco para cierto tamaño de persona o las formas (cuadrado, redondo, rombo, etc.) presentes en un bordado de un mantel, puede ser una matemática básica, pero muchas veces no vista por las personas que realizan la labor, o no, de esta forma.
En este proceso de educación informal existen ocasiones o situaciones asimilables a lo que ocurre en el aula, como el hecho de que el estudiante tiene hambre en el horario de clase o pasa frío en invierno o calor en verano; sufrir la enfermedad o muerte de un familiar; el atraso o inasistencia a clases por quedarse dormido; la frustración por no entender algo; el buscar ayuda en sus compañeros; entre otras. Lo mismo ocurre cuando una persona está aprendiendo algo nuevo en estos talleres.