Columna de opinión: “¿Por qué disminuir la jornada laboral a 40 horas?”
Andrés Madrid, director de la Escuela Administración Pública de la Universidad Católica del Maule.
Han pasado más de seis meses desde el ultimo primero de mayo, ocasión en la que el Presidente Sebastián Piñera anunciaba la Reforma Laboral, la que proponía una disminución de los días trabajados (cuatro días por semana), gran flexibilidad, no participación de los sindicatos, propiciando más bien, una relación individual entre el trabajador frente al empleador. A esta propuesta se sumó la realizada por el Partido Comunista en la comisión de trabajo de la Cámara de Diputados, donde se impulsaba disminuir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales.
En estos momentos, cuando nuestro país atraviesa una situación de gran malestar social con múltiples protestas en todas las ciudades, el descontento no se focaliza solo en una temática como ocurrió en otras ocasiones con movimientos como NO+AFP o fin al CAE, sino más bien, se solicitan una serie de medidas sociales. Y como consecuencia de un sinfín de debates, la Cámara de Diputados aprueba el proyecto de ley propuesto por la bancada comunista, donde se busca que trabajadores/as trabajen 40 horas semanales.
Por lo anterior, cabe cuestionarnos por qué es más importante esta iniciativa que la realizada por el gobierno, cuáles son las externalidades de este cambio en la jornada laboral. Recordemos que para el gobierno desde un principio esta iniciativa era imposible, aseguraban que generaría gran desempleo, así como también mayores costos para los empresarios y una disminución en la productividad. Pero la oposición indicaba completamente lo contrario, incluso, durante ese periodo de discusión el Presidente Piñera anunció de recurrir al Tribunal Constitucional si era necesario, indicando que el proyecto era inconstitucional. No obstante, y contemporáneamente desde la misma vereda, los empresarios y probablemente aquellos emprendedores (en la concepción Schumpeteriana), dijeron que era necesario revisar este nuevo proyecto de ley, sin cerrarse a un posible diálogo a diferencia de la postura del gobierno y el bloque oficialista en el Congreso.
Sin duda es posible que la discusión tenga múltiples dimensiones, desde aquella que está fuertemente preocupada e influenciada por el nivel de ganancias de las empresas, como también por quienes se preocupan por la productividad. Sin embargo, existe un elemento que tiene que ver con una dimensión que está por sobre las anteriores y que la afecta de manera directa, como son la preocupación por la vida de las personas en su esfera de paz interior.
Esto último ha comenzado a afectar la paz social y la posibilidad que todas/os las/os ciudadanos, participen de manera activa en la vida cívica de nuestro país, generando un diálogo iterativo entre los distintos actores, lo que nos permitiría no llegar a situaciones como las que hoy vivimos, donde el malestar social explota, generando una falta de sintonía entre los distintos actores y donde cada uno de ellos, presenta una realidad subjetiva, alejada del otro.
En síntesis, que nosotros y nuestros compatriotas tengamos la posibilidad de destinar tiempo de nuestra vida no solo al trabajo, sino que también podamos participar en agrupaciones de la sociedad civil, más tiempo con nuestras familias, tiempo libre en deporte (recordar los niveles de sedentarismo en Chile) y actividad cultural, puede transformarse no solo en una mejor calidad de vida de todos nosotros, sino que también generar un efecto multiplicador de la economía donde el optimismo por el futuro propio y de nuestras/os hijas/os influya en la actividad económica de manera positiva y corrija los distintos fallos de mercado que el mismo modelo ha sido incapaz de resolver.
Es importante entender este cambio en la jornada laboral no como una causa a futuros estadios en el mundo del trabajo, sino más bien como un elemento mediador en la construcción de nuestro futuro tejido social.
“Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de la Universidad Católica del Maule”.