Alumni destacada y el aporte de la UCM en su desarrollo profesional: “Ha reafirmado los caminos que he tomado” - Universidad Católica del Maule
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Alumni destacada y el aporte de la UCM en su desarrollo profesional: “Ha reafirmado los caminos que he tomado”

Alumni destacada y el aporte de la UCM en su desarrollo profesional: “Ha reafirmado los caminos que he tomado”
5 Jun 2023

La egresada de la Universidad Católica del Maule, Gabriela Albornoz Salas, se destaca por ser altamente comprometida con su labor docente y una apasionada por la poesía.

Gabriela Albornoz Salas nació en Linares. Se tituló como profesora de Lenguaje y Comunicación en la Universidad Católica del Maule en el año 2020. Es alumna del Magíster en Didácticas de la Literatura de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UCM.

Trabaja en el programa “Diálogos en Movimiento”, un programa de mediación de lectura en escuelas rurales, y en el taller de Fomento lector en Centros Penitenciarios de la región. Además, los días sábados realiza un curso de Libro Álbum para el programa Semilla en UCM.

Como mediadora de lectura para el Programa de Fomento lector del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, trabaja en ocho escuelas rurales de la Región, que son unidocentes y de escasos recursos. También participa en el desarrollo de tres Programas de Fomento Lector en la cárcel de Talca, tanto para mujeres como para hombres.

Es una apasionada de la docencia. Su vocación y su espíritu de servicio la llevan a cualquier lugar del Maule, sin importar las dificultades. Por ejemplo, para llegar a la Escuela Gaspar Herrera de Estancilla-Curepto tarda dos horas, y en invierno es trasladada en vehículos de tracción.

Por otra parte, Gabriela escribe desde los once años. Participó durante 13 años en el Colectivo Cultural Jorge Yáñez Olave de Linares, donde ganó el primer lugar en el Concurso “Historias de Nuestra Tierra” (2019). Ha publicado dos libros de poesía: “Tajo” (2021) y “Balbuceos” (2022). Tiene un libro inédito llamado “La Japonesita” (2022). Su obra muestra la realidad de lo que significa ser mujer rural y retrata la cultura y la idiosincrasia de su pueblo natal.

¿Qué es lo que resulta más significativo de tu labor docente?

Leer para otros es lo que mantiene las fibras más internas de mí en constante movimiento y sensibilidad. Como mi trabajo es ser mediadora de lectura, debo presentar distintos textos a distintos públicos. Debo ser el puente entre el libro y el lector. Entonces, pasa que, previo al encuentro, debo hacer un trabajo previo bien intenso y personal. Debo trabajar esas lecturas y recurrir a mi historia como lectora también, enfrentándome a lo que me gusta y a lo que no me gusta. Y a la vez, pensar en cómo voy a transmitir esa experiencia de lectura a otros, en cómo voy a sembrar dudas e interés en la lectura. Yo siempre digo que esta labor tiene mucho de magia o de encantamiento, y lo resumo en la descripción de una imagen: abro el libro que vamos a leer con los estudiantes y comienzo a leer. Voy despacio, pero consciente del tono que necesita el texto. Veo cómo siguen la lectura, cómo sonríen con los pasajes graciosos o como cambian sus expresiones si el texto es triste.

No soy la protagonista de nada, solo soy la espectadora de cómo una articulación específica de palabras toca el corazón de un lector.

¿Sentiste la vocación desde la edad temprana?

No sabía muy bien qué quería estudiar. Incluso entré a la universidad a estudiar la carrera de derecho, que posteriormente abandoné. Lo único claro que tenía en ese momento era que me gustaba leer literatura y algunas experiencias que me permitió esa carrera, principalmente trabajar con sindicatos de trabajadores y conocer algunos centros penitenciarios, me llevaron a la convicción de que tal vez yo podía ser buena enseñando. Mientras más me alejaba del derecho, más me acercaba a la pedagogía.

Mi gran consuelo era el poema de Roque Dalton “Poems in law to Lisa” y yo recitaba: “Pobre de mí, querida, solo con mi terror entre los Códigos, estudiando Derecho con carne de presidio, negando al cielo entre muchachos gordos que creen firmemente en los rinocerontes (…)”.

¿Qué importancia ha tenido la UCM en tu formación como profesora y como escritora?

Ha sido muy importante, porque ha reafirmado los caminos que he tomado. Como profesora, fui descubriendo durante mi formación que podía llegar a ser una buena profesora, que poseía habilidades y particularidades que me ayudarían durante toda mi vida como docente. La lectura es un camino válido para llegar a los estudiantes porque nos brinda humanidad, algo que a veces falta en las escuelas.

Como escritora, mis profesores se dieron cuenta muy temprano en mi carrera de que la escritura era una fuerte inquietud para mí. Me ayudaron con consejos, lecturas y oportunidades para mostrar mi obra. El nivel de cercanía es tal que aún le envío mis textos a la profesora Carolina Merino, porque es mi mejor crítica.

¿Cómo descubriste tu pasión por la poesía?

Descubrí mi pasión por la poesía al leer poesía en la escuela y en la biblioteca de mi ciudad. Afortunadamente, en la escuela donde estudié, mis profesoras eran muy mistralianas. Desde que escuché en la voz de mi profesora de lenguaje el poema “Esta que era una niña de cera / pero que no era una niña de cera…” de Gabriela Mistral, quise escribir o al menos intentar escribir poesía. Después descubrí a Delmira Agustini, Alfonsina Storni y un libro que fue muy importante para mí: “La alegría de querer” de Jairo Aníbal Niño.

¿Cuál es el título y de qué trata tu último poemario?

Mi último poemario se llama “De casa”. Son poemas que hablan de una mujer que vive y se consagra fielmente a su casa y a su soledad. Algunos pasajes remiten a la antigua Grecia, como la imagen de la crátera griega que, por un lado, servía para almacenar vino y, por otro, para contener las cenizas de los muertos.

¿Recuerdas alguna anécdota o recuerdo significativo de esa época como estudiante de la UCM?

Sí, la última vez que mi papá me fue a dejar a la universidad. Le mostré toda la universidad y nos comimos unas churrascas en el paradero. Él admiraba mucho a los profesores y me deseaba lo mejor, me decía: “que le lean a uno es como que le hagan un cariñito”. Siempre recuerdo esa frase. Por ese tiempo, yo le leía fragmentos de “Crimen y Castigo” de Dostoievski. Mi padre falleció tiempo después, nunca supo el final del libro y tampoco me vio titulada. A pesar de eso, imagino que desde algún lugar vio todas estas cosas.

Como egresada, siempre apoyas las actividades que se realizan en tu alma mater. ¿Qué significa para ti tu escuela de Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación?

Es un eterno compromiso con las nuevas generaciones de profesores en formación. Si puedo aportar con mi conocimiento o con mi escritura, resulta muy gratificante. También me interesa dar a conocer lo que he descubierto y lo voy descubriendo en mi trabajo diario, porque la docencia debe vivirse acompañada.

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